Tres.

12.6K 648 22
                                    

-Por Dios... -Nate tomó un sorbo de vino- nos casamos hace una semana...

-¿Y eso qué? ¿Quién quita que haya ya bollos en el horno?

Aquello era técnicamente imposible. Había estado tomando anticonceptivos desde la primera vez que estuve con Nate, antes de casarnos.

-¿Por qué no probamos el postre? –Tomé el control de la situación- apuesto a que Grecia hizo algo delicioso.

Nate y yo nos retiramos a eso de las nueve, con la excusa de que estábamos cansados por el viaje, y así era.

-Gracias, Nate. -Lo abracé por detrás mientras se cepillaba los dientes frente al espejo del baño.

-¿Por qué? -Me preguntó con el cepillo en la boca.

 -Por pedirle a mi madre que se quedara a vivir aquí.

 Terminó de asearse, y se secó la cara con una toalla. -No hay de que agradecer, lo que sea con tal que estés feliz.

-Nate, y sobre los niños... Quiero asegurarte que estoy tomando anticonceptivos...

Suspiró, y se llevó la mano al pelo. -Mia...

-Yo sé que todavía no estás listo, y créeme que voy a esperar hasta que...

-Está bien, digo... Ya es tiempo, ¿no?

 -No necesariamente, acabamos de casarnos. Sólo tú sabes cuándo es el tiempo.

 -Deja ya de tomar eso. –me besó en la frente- que sea lo que Dios quiera.

  -No quiero parecer egoísta.

-Dios, eres... Eres perfecta.

-Deja de decir tonterías.

-Te amo. -Me besó.

Esa noche me hizo temblar entre sus brazos, bajo su cuerpo.  

¿Qué sería de mí si alguna vez lo perdía, si ya no fuera mío? Me maldije por pensar que algo así podría suceder… Nunca.

Nos levantamos temprano con la intención de ir a investigar sobre algún tutor que pudiese enseñarme español. Todavía no podía creer que Nate había dejado de ir a la oficina para pasarse el día conmigo.  

-¡Es nuestra canción! -Grité al escuchar Sugar Pie Honey Bunch en la radio.  

-En efecto. -Asintió con una sonrisa.  

-¿A dónde vamos a ir a comer?  

-Grecia seguro que nos preparó algo rico, quiero comer en casa hoy porque mañana tengo una junta muy importante y no creo poder escaparme.

-Tienes que controlar tu horario de trabajo, ya no eres un hombre soltero. -Lo miré muy sería.

El solo rio. -Veré en que puedo complacerla, señora Daugherty.

-Me gusta mucho como suena.  

-A mí me gusta más.  

 Aparcó la camioneta, y uno de los chicos de seguridad fue a recibirnos de inmediato.

-¿Necesitan ayuda con algo? -Preguntó.

-No, no te preocupes. -Nate le dijo amablemente- gracias.

Me amarré a su fuerte brazo, y juntos entramos a la casa.

-Muero de hambre. -Murmuré.

Extrañamente, Marta nos esperaba en el vestíbulo. Tenía una expresión de confusión en el rostro.

-¿Sucede algo? -Nate le preguntó en su primer idioma.

-Es que... Es que la señora Denise me pidió que estuviera al pendiente... Hay visitas.

-¿Quién está en la casa?

-Yo no sé... Es una señorita extranjera...

-¿Extranjera?

Apenas entendía a Marta, pero había alguien en nuestra casa, de eso estaba segura.

Nate me soltó de la mano, y se dirigió al salón a paso rápido, yo le seguí. Tan pronto puso un pie allí, vi como su cuerpo se paralizó, estaba totalmente tenso.

-¡Nate! -Era una voz de mujer que venía desde el salón, estaba segura.

Escuché el repique de sus tacones, y cuando al fin pude asomarme, vi a una espléndida rubia lanzarse a los brazos de mi marido.

-¡Mi amor, mi vida! -Se abrazó a él, y lo besó por todo el rostro- al fin.

Nate parecía no querer reaccionar, lucía muy confundido.

En el salón se encontraban Denise, mi madre, y un hombre.

-Pensé que jamás volvería a verte, mi amor. -Lo besó en los labios.

De acuerdo, aquello era suficiente. ¿Qué diablos estaba sucediendo?  

Él no se apartó en ningún momento, me atrevería a decir que le estaba correspondiendo. Esa fue la gota que colmó el vaso, sentía como cálidas lágrimas bajaban por mis mejillas.

Mi madre notó mi presencia, y se acercó a mí a paso rápido, ella sabía lo que estaba pasando.

-Ellie... -Nate habló al fin- Ellie... Tú estás... Estás muerta..

-No, Nate, estoy viva, mi amor. -sonrió- fue todo un mal susto.

Él se giró a mirarme, mientras que ella se lo llevaba de la mano hacia el sofá. Se sentaron allí, frente a mí, con manos entrelazadas, como marido y mujer.

-Jeremy me dijo que tuviste que venir a atender lo de la muerte de tu padre, lo lamento mucho, bebé.

¿La muerte de su padre? Si Patrick había muerto hace más de un año, justo cuando ella...

-¿La muerte de mi padre?

-Hace dos meses. -Les dijo el hombre- es cuando tu padre murió, ¿no? Hace dos meses. -Miró a Nate fijamente.

Nate no sabía que decir. Dios, era todo tan confuso.

-Mi hermano también me aseguró que nunca te separaste de mi lado. -le acarició el brazo.

Nate no dijo nada.

-¿No me presentas a tu amiga? -Se estaba refiriendo a mí.

-Ella es... -¡Soy tu esposa, maldita sea!- Ella es...

-Es Mia. -Dijo Denise- es la hija de mi prima Helen, y vive aquí con nosotras.

¿La hija de su prima Helen? Mi mamá sólo apretó mi brazo. Nate abrió la boca, pero nada salió de ella, y me dolía.

-¡Mira quién viene ahí! -Ellie exclamó. Junto a mi pasó una mujer vestida de enfermera con una niña en brazos y una pañalera al hombro.

-¡Es nuestra princesa, mi amor! -Ellie fue a su encuentro, y tomó a la niña en brazos, era muy pequeña.

Nate aún no cerraba la boca, me pregunto que estaría pasando por su mente.

-La llamé Cecilia, como tu abuela. -Acomodó a la niña en brazos de Nate.

Yo ya no podía controlar las lágrimas, pero nadie me estaba prestando atención como para preocuparme.

-No quisiera causar molestia, pero mi hermana necesita té caliente para tomar su medicina, ya es hora.

-Yo lo busco. -Me solté del agarre de mi madre con intenciones de ir a la cocina.

-Te acompaño. -Nate se me acercó luego de dejar a la niña con Ellie.

-No es necesario, Nate... -Lo miré a los ojos por un segundo- quédate a acompañar a tu esposa.  

Ella o yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora