Era como estar recostado sobre una nube, bajo el peso de una montaña contra su cuerpo. No había manera de describirlo diferente. Era tan increíble que no tenía palabras.
No había nada, antes o después, que Jimin pudiera desear con tanta fuerza como estar ahí mismo, sintiendo. Era como si sólo hubiera venido al mundo para vivir ese momento, como si estuviera hecho única y exclusivamente para dejarse ir en las manos que sostenían su cuerpo contra el colchón de una cama que no era suya, para exhalar gemidos que contenían toda su existencia revestida de placer.
—Ma-más… más… —pedía como si esa fuera la única palabra que conocía, pero no importaba, porque era lo único que quería; más, más de eso que se arrastraba dentro de cada célula de su cuerpo y revolcaba sus sentidos hacia el alfa sobre su cuerpo.
El alfa no dudó un segundo en darle lo que pedía; los embistes profundos y certeros conjuraron una sinfonía de pieles, humedad y gemidos que ninguno se molestaba por callar. En medio de todo, el hombre llevó su mano hasta el cuello del omega y apretó ligeramente, no lo suficiente para asfixiarlo pero sí para ejercer un poco de dolor, que se convirtió en placer que Jimin apenas podía procesar.
—¿Eso te gusta, mmh? —gruñó el alfa sobre él y fue casi como si esperara una respuesta, así Jimin asintió. Con la mano libre, tomó mechones de su cabello en un puño y tiró de él para hacerlo inclinar la cabeza, descubriendo su cuello, sin perder el ritmo de sus embestidas que sacudían el cuerpo del menor— Quién lo diría, el respetado doctor Park siendo un masoquista… ¿eso quieres? Ser usado, como una simple cosa.
En un ángulo perfecto, el alfa comenzó a golpear ese punto preciso que puso a Jimin a gimotear sin sentido mientras lágrimas de puro éxtasis brotaban de sus ojos y mojaban sus mejillas. La lengua áspera del alfa lamió la piel de su rostro, respirando pesado contra ella.
—Eres mío ahora —le advirtió jodiendo todo su sentido común, empujando los límites de su cuerpo hasta niveles que nunca creyó posibles— sólo mío y haré de ti mi maldito desastre, ¿entendió, profesor Park?
—Tuyo… soy tuyo, Namjoon.
Jimin despertó súbitamente en su cama temblando como una hoja. Tuvo que abrir y cerrar los ojos varias veces hasta que se aseguró de estar en su cama y su habitación y no en cualquier otro sitio. Paranoico y atontado guardó silencio para tratar de detectar cualquier señal de alguna otra presencia en su casa, pero todo estaba tan callado como siempre.
¿Qué, por todos los dioses, había sido eso?
Instintivamente, Jimin llevó una mano a su cuello donde aún podía sentir la presión de una fuerza ajena y el calor le recorrió hasta las mejillas. Tragó duro, sin atreverse a racionalizar lo que había soñado, porque sólo lo haría más real, más vergonzoso.
Él teniendo esa clase de sueños con un alfa… con ese alfa. Menudo escándalo.
Soy tuyo…
Definitivamente, Jimin estaba perdiendo la cabeza.
Le tomó un tiempo al fin salir de la cama, más o menos el tiempo que tuvo que esperar para que los signos físicos de la excitación se calmaran, y entonces fue a tomar una ducha matutina como siempre. Trató de no pensar demasiado en las figuras y escenarios bochornosos que su mente había maquinado, porque incluso estando sólo en la intimidad de su propia casa se sentía morir de vergüenza. Sin embargo, cuando se miró en el espejo empañado y se aplicó crema humectante no pudo evitar sentir un escalofrío cuando pasó las manos por su cuello y se imaginó una mano grande y pesada presionando.
—Basta —gimió frustrado y se apartó del tocador con las mejillas rojas.
Esto era ridículo. Sin embargo, Jimin pasó los siguientes minutos convenciendo a sí mismo de que aquello era sólo una respuesta a su estrés y la culpa alojada en su subconsciente. Nada más que eso.
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Plan B -NamMin°Minimoni-
RandomJimin tiene un plan de vida sencillo: •Enamorarse •Matrimonio •Bebé Pero las cosas se complican un poco y de alguna un otra manera termina involucrado con Namjoon, un alfa torpe que termina siendo el padre de su hijo.