XV

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Jimin se registró en el hotel el viernes a las seis de la tarde. Llegó con tiempo de anticipación para tratar de calmar sus nervios y familiarizarse con el lugar antes de que llegara el alfa. Si es que llegaba...

Todavía tenía sus dudas sobre lo que estaba a punto de hacer, pero había algo, esa cosa escurridiza y magnética que no lo dejaría echarse para atrás en aquellos momentos.

Aprovechó el tiempo para darse un largo baño en la tina de hidromasajes, se vistió con un pijama suave para estar cómodo y pidió algo de cenar, luego leyó un capítulo de su libro recostado en la cama hasta que se quedó dormido.

Su estado físico ciertamente no era el mejor en esos momentos; estaba cansado todo el tiempo y tenía náuseas por todo alimento que intentaba tomar. La chaqueta de Namjoon, que todavía tenía consigo y con la que había dormido las últimas noches, ya había perdido su efecto paliativo pues el aroma del alfa había desaparecido poco a poco dejando a Jimin casi sumido en una clase extraña de impaciencia que algunos llamarían desesperación.

Sin embargo, él mismo se negaba a darse el atributo de estar desesperado por un alfa, pero sus acciones y su propio instinto no eran otra cosa más que desesperación pura. La piel le picaba y sus labios ardían de tanto que había pasado la lengua por ellos, anhelando la esencia del alfa como un perro hambriento. Era un poco patético y triste, pensar que todo su inquebrantable ser, que le costó años construir, estaba esperando la atención de un alfa en una cama de hotel como un cualquiera.

Si su familia lo supiera... si el mundo supiera... Qué desastre.

Jimin despertó con la garganta seca y un sudor frío bajando por su pecho. Cada minuto que pasaba se sentía como el infierno y, si hubiera sido menos tonto, podría al menos acurrucarse con la chaqueta tratando de arrancarle las últimas notas de la esencia de Namjoon, pero la prenda yacía recién lavada y doblada en una de las sillas de la habitación.

Qué tonto, tonto.

El omega tomó una botella de agua del minibar y notó que faltaban veinte minutos para las diez. Simplemente, Namjoon no llegaría.

Ni un mensaje, ni una llamada. El silencio cruel burlándose en su cara.

Ni siquiera tenía ánimo para sentir decepción. Algo dentro de su cabeza susurró con una vocecita molesta que era obvio que eso pasaría. ¿Qué razones tendría Namjoon para ayudarlo de todas maneras?

Había sido un error, un error tan grande como pensar que él podría solo con todo esto como si fuera cualquier cosa. Un error tan grande como creer que alguien como él tendría la oportunidad de ser feliz tan fácil.

La puerta fue llamada a las diez y media de la noche.

El omega tomó un par de respiraciones profundas antes de ponerse de pie y caminar descalzo hasta la puerta. Se detuvo antes y se apuró a verse en el espejo, se acomodó el cabello y la ropa. Al notar lo que hacía, se detuvo y se sintió como un tonto, luego se despeinó y trató de lucir un poco desarreglado.

No había razón para lucir bien, no es como si esto fuera una cita o algo así. Para nada.

Antes de que volviera a sentir el impulso estúpido de revisar su aspecto se dirigió a la puerta y la abrió.

—Lo siento, tuve mucho... —ni bien Namjoon apareció en el umbral de la puerta, Jimin lo tomó de la ropa y tiró de él dentro la habitación sin dejarlo hablar— trabajo.

El alfa lo miraba confundido mientras Jimin aseguraba la puerta y luego pegaba la frente contra la madera.

—¿Todo bien? —preguntó Namjoon preocupado— Oye disculpa si te hice esperar, pero no podía dejar a mi hermano solo de nuevo y... ¿Jimin?

Plan B -NamMin°Minimoni-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora