Sofía, lamentablemente, no era la única que iba a caer, en las garras de estos traficantes de mujeres; muchas ya habían caído anteriormente y ninguna había sobrevivido, a ese maldito flagelo; ella no lo imaginaba, no lo sospechaba, como tampoco los sospecharon las otras, ella estaba tan enamorada, así como las otras mujeres estuvieron enamoradas, y todas amaron al mismo personaje, con carita de ángel, ya saben a quién me refiero.
La diosa escribía cartas de todas las formas y tamaños, y en ellas incluía mucha simbología, con patrones poco usuales, que recogía en sus sueños y recuerdos, y los plasmaba en las cartas, como artefactos de decoración, eran símbolos intricados, extraños y arcaicos, pero hermosos y de muy difícil reproducción, Ricardo no sabía, como diablos Sofía, podía hacer estas enigmáticas figuras y ni la supervisora, por mucho que las calcara, le era imposible llegar a tan nivel de detalle.
Nunca eran iguales, ni las fotos podían reproducirlas, se borraban, se corrompía el archivo, o no podía abrirse o si el archivo salía avante, era una foto de color negro, las fotocopiaban y no salían, siempre era algo oscuro o borroso, pero jamás pudieron copiar, la belleza subliminal de aquellos símbolos, era algo extraño.
Sofía jamás tendría que luchar por derechos de autor, ya que su arte no se podía reproducir, como iban a reproducir el lenguaje enigmático de una diosa; igual Sofía jamás recibió una carta de regreso, jamás lograría que él le escribiera ni un verso, pero que se le podía pedir a un ser vacío, que solo pensaba con su pene.
Ella vivía enamorada de las chocolatinas milky way, que él le dejaba encima del mostrador, las chocolatinas que tanto ella amaba, los chocolates que con tanto esmero robaba Miranda y se los daba a Ricardo, para qué la terminará de conquistar, la pobre inocente se veía feliz, tan sumisa, ya había perdido el don.
Muchas veces, su amado novio se internaba en aquellos baños sucios de aquel mercado asqueroso, para follarse a la hipócrita celestina, como dije antes, la diosa había perdido su don, no podía ver más allá, de su obnubilado pensamiento, se había convertido en un ser vacío, en un ser básico, en un mundanal ser humano.
Sofía se sumergía en sus cuentos de hadas, ella no sabía de la doble relación que llevaba su amado Ricardo y su querida celestina Miranda, donde los ecos de ese amor pestilente, recorrían los pasillos de ese lugar apestoso.
Sofía ya tenía en su mente, planes de boda, ya tenía una vida, la cual imaginaba con aquel sucio personaje, soñaba con un vestido blanco largo, con un carruaje color beige jalado por caballos blancos y alados, bordeando los confines del universo, estos como unos Pegasos diurnos, donde ella pudiese tocar las estrellas con sus delicados dedos, soñaba con estar en un trono, al lado de su gran y maldito amor, pero la imagen, se volvía oscura y deprimente, volvía el recuerdo de ese ser perverso, que hasta en sus pensamientos la acosaba, este ser oscuro y siniestro, traía tristeza a sus sueños e imaginación, este lúgubre personaje, envuelto en un manto de oscuridad, de aspecto misterioso y etéreo, se mezclaba y contaminaba de terror toda sus formas de pensar, este le decía con su voz cavernosa y endemoniada, le gritaba como un vendaval a sus sueños e igualmente a sus pensamientos.
—Te daré el universo si quieres y todas las riquezas que lo habitan, te llevaré a ver los confines de las realidades y del tiempo, serás mi diosa y serás eterna, así como lo soy yo, pero antes ¡libérame, libérame!, búscame en tus recuerdos, y me hallarás, busca en tu padre, buscas en los libros, busca en los imperios y te darás cuenta, lo que soy y soy todo esto.
Y le mostraba oscuros y fascinantes imágenes de mundos, de un antiquísimo resplandor y ella quedaba atónita, ante semejante y particular belleza, hasta hay llegaba su imaginación, su cara se tornaba aún mucho más pálida de lo que usualmente era, este ser siniestro, siempre la llamaba, en sus pensamientos y en sus sueños, pero aquel travieso íncubo humano, se interponía en el medio de aquel oscuro personaje, Ricardo, ¡idiota!, quería algo más, follársela, además de coger a la supervisora diariamente, este mediocre ser humano se mantenía masturbando, soñando con los senos descubiertos de Sofía, bueno lo que él suponía que eran, ya que jamás los había podido tocar, ni mirar, era su fruto prohibido y el fruto más difícil de tener.
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INFERNUM, El Último Ángel Caído
HorrorSi el apocalipsis no es como lo dice la biblia, que pasaría si las puertas del infierno se abriesen, condenarían al humano y al universo mismo, pero que pasaría si más allá de ese universo inconmensurable, satanás y lucifer despertaran una fuerza có...