INCIDENTE PLANTA NUCLEAR DE TŌKAI-MURA, JAPÓN, 1999.

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Hisashi Ouchi, era un operario, que trabajaba en la planta nuclear de Tōkai-Mura; a las 10:35 de la mañana, del 30 de septiembre de 1999 y faltando tan solo tres meses, para la llegada del tan esperado año 2000; Ouchi y Masato Shinohara otro operario de la planta, se encontraban vertiendo 16 kilos de óxido de uranio, a un tanque de ácido nítrico.

La cantidad de óxido de uranio vertido, fue abismal, ya que lo máximo permitido, era de 2.3 kilos; la mezcla fue ¡letal!, esta creo una bomba química y una reacción en cadena, produciendo una fisión nuclear autosuficiente, que emitió radiación por unas 20 horas; un destello de color azul se observó, creando emisiones de rayos gamma y de neutrones; estos se apoderaron del cuerpo de Ouchi y de Shinohara, este último pudo sobrevivir por 8 meses, pero Ouchi tuvo que sufrir la negligencia de la ciencia humana, fue su conejillo de indias por 83 días.

Hisashi Ouchi recibió, la cantidad mortal de, 15000 milisieverts, cuando lo normal es de 20 mSv al año, este percibió una dosis letal, de rayos gamma y de neutrones, que destruyeron su cuerpo en 83 días; su piel y sus músculos se fueron desprendiendo de su cuerpo y de sus huesos; Ouchi solo pedía clemencia y rogaba por su muerte, pedía que no lo tocasen más, ya que esto le generaba muchísimo dolor; diez transfusiones de sangre al día, la perdida desmesurada de líquidos corporales, casi 10 litros al día, hemorragias internas, hasta sus ojos llegaron a sangrar, su estructura cromosómica estaba tan afectada, que sus células, no podían regenerarse, sus glóbulos blancos prácticamente, habían dejado de existir y no había una forma, para paliar su sufrimiento.

Donde estaba ¡DIOS!, donde estaba ¡JAVHE!, de pronto escondido, viendo aquel sufrimiento y riéndose de ello, o tal vez lo juzgo mal, y trataba de llevarlo con toda sus fuerzas, para que no sufriese más.

Ouchi tuvo la paradójica suerte de morir en el día 59, tres paros cardiacos en tan solo 49 minutos, lo estaban condenando, era su escapatoria, era su alivio, pero con tan mala suerte, que los doctores salvaron su vida, ¡los malditos!, lo rescataron de las garras de la muerte, para seguir torturándolo; estos tres paros cardiacos, hicieron que sufriera daños en su cerebro y riñones, empeorando su condición aún más, la ciencia solo quería ver y saber, cuanto podría sobrevivir un cuerpo humano, con tal nivel de radiación y destrucción; los médicos sabían muy bien, que no lo podían salvar; Ouchi y Shinohara estaban muy cerca del otro mundo, pero el suplicio de vivir, era una condena de dolor y de destrucción, porque no los dejaron morir, para qué seguir el sufrimiento; esto solo postergaba el tiempo, a que el ángel de la muerte los reclamara, porque el humano era tan cruel, DIOS era tan cruel, bueno ni tan cruel, se me olvidaba que él, les dio un libre albedrío, el humano tenía la culpa, de tan doloroso sufrimiento y DIOS no podía interferir.

para Ouchi, esa tortura acabó el 21 de diciembre de 1999, y Shinohara perdió la vida el día 27 de abril del 2000, uno sufrió más que el otro, pero los dos al fin se rieron de la vida y le dieron paso a la muerte; solo puedo decir que Ouchi sufrió y que es un milagro, que la iglesia católica, no le creara una efigie, como un mártir más y lo coronara como un santo, la muerte fue su descanso final.

Tal vez las comparaciones entre un suceso como el de Ouchi y el de este sujeto, puedan ser llamativas y distintas, pero teníamos el caso de dos cuerpos, uno fue sometido a una Radiación letal, y el otro estaba partido a la mitad y en estado de descomposición, dos cuerpos destruidos que seguían vivos, a pesar de la brutalidad de sus accidentes; ¿qué hacía que estos dos hombres siguiesen con vida?, era la ciencia, la fuerza de voluntad, DIOS creando mártires, la muerte no los quería o una abominación más terrorífica que la parca, estaba demostrando su aterrador poder.

Esto paralizó a Ricardo, el terror que tenía, de ver que este ser se iba acercando cada vez más, lo hacía dudar de que esto fuese natural; ya estaba a cinco metros de sus pies, se movía a una velocidad inusitadamente rápida, para la forma en que estaba destruido su cuerpo.

INFERNUM, El Último Ángel CaídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora