LA DIOSA CONDENADA

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La noche está fría, lluviosa, ella está alerta, tres hombres la observan con un deseo pecaminoso, uno se acerca y le balbucea, una infinidad de palabras estúpidas y soeces, son los mismos del supermercado, los mismos que la acosan constantemente.

Solo se ve el brillo mortal de un afilado cuchillo, que se esconde bajo el cinturón de un maldito llamado Dimka, sigue farfullando sílabas incoherentes que salen de una boca sucia, falto de dientes y la peste de su aliento es vomitiva, está ebrio ya en ese estado es sumamente peligroso.

TOMA UN POCO, no te asustéis, te llevamos a casa, todavía hay un poco del jack daniels, que nos regalaron por culpa tuya, no te apetece, es rico.

Sofía temblaba, si tenía miedo, tres hombres la acechaban, un Eslavo, un latino y un rumano, no sabía cuál era peor, eso si Dimka el eslavo la odiaba, y la quería para saciar sus apetitos, pero sabía que ella no podía ser ultrajada, su jefe la quería incólume, si era manoseada, sabía que sus carnes iban a ser la comida de los puercos o de los perros, de la hacienda.

Y en esas bajo Vlad, bueno, así se hacía llamar, elegante, buen mozo, siempre andaba con ropas oscuras, era distinguido, jamás tocaba los cuerpos, ni se untaba de sangre, era metódico al asesinar, con una pistola bastaba para infundir temor, aunque no era salvaje como Dimka, ni bestial como Álvaro, la malignidad de su ser, de su esencia, hacía temer al que lo observara, él te podía matar de mil maneras sin untarse las manos.

Y estaba Álvaro, joven alto, con buen cuerpo, moreno, latino, él sabía muy bien a que había venido al mundo, a morir joven, amaba las armas y gustaba de descuartizar, antes de llegar a la madre patria, en su país se desempeñó como carnicero, a lo mismo se dedicó cuando entro como turista y se quedó viviendo de ilegal.

Digamos que alguno de los jefes observo, su manera macabra de matar cerdos y dijo este es, además necesitaba dinero, mucho dinero, la droga, el alcohol, las prostitutas y su pobre madre, no salían gratis, el hombre tenía futuro, solo que todo estuvo en su contra.

Para ser latino hablaba poco, eso si disfrutaba mucho, en ese trío no sé sabia quién era peor, bueno, Vlad era una mierda.

No había para él, contemplaciones, trabajaba con Dimka y Álvaro, porque eran extraordinarios en lo que hacían y no tenía queja de ellos, eso sí, le gustaba más el reservado de Álvaro, que el locuaz de Dimka, antes de ellos había tenido más ayudantes, pero a todos los había asesinado; este miserable no le importaba matar niños, mujeres, ancianos, cuando los jefes daban una orden, así era y se tenía que cumplir al pie de la letra, cosa que hacía perfectamente Álvaro y Dimka.

Vlad se aproximó a Sofía y le dijo a Álvaro que metiera a Dimka en el auto, mientras él hablaba unas cosas con la hermosa mujer.

te pido que te tranquilicéis, ese tonto no puedo tocarte, ni yo, y el de allá menos, a ese no le gustan las mujeres, ja, ja, ja cierto Álvaro, tesoro amas a tu mamá, bueno vamos a ser esto.

—no quiero que hagáis lo que hicisteis en el súper, acá nada de arrogancia, acá tú no mandas, mando yo, no te vamos a hacer nada, tus jefes te quieren viva, no sé por qué, pero te quieren así, virgen.

Este metía sus manos dentro del pantalón de Sofía y le tocaba sus partes intimas, —todavía siento, que conserváis tu himen ja, ja, ja, el tonto de Ricardo, entonces no te follo, hijo de puta, ja, ja, ja, muchachos no se la cogió, ja, ja, ja, hijo de puta, yo pensando que eras una zorra en la cama, ja, ja, ja, con razón mi jefe no quería que te hiciéramos nada, miranda es una puta muy inteligente, cuanta pasta ganaría— reían los tres, Sofía lloraba de la rabia, del miedo, de la circunstancia, y fue tal su ira, que agarro el brazo derecho de Vlad y lo arranco con una fuerza desmedida, una fuerza sobrehumana, la fuerza de una diosa.

INFERNUM, El Último Ángel CaídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora