LA UMBRA

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Sofía entró en aquel cubículo mugroso de los años 80, desgastado y derruido, apestaba a perfume barato y a condón, la supervisora limpio algo de su cara, al parecer le quedaba algo de semen, esta empezó a increparla, de una manera agresiva y humillante, Sofía no se quedó de brazos cruzados, ya que a la única que le toleraba los abusos, era a su madre, por el miedo que esta infundía en ella.

Quién te crees pedazo de zorra para que me hables así, Miranda sabes que me caes como el culo, si quieres, ¡me largo!, eso si te voy a enlodar en las redes, para que sepan la clase de puta barata que eres, pensé que me defenderías por ser mujer, antes defendiendo a los abusadores. ¡O es que no sabes qué hay cámaras!, ¡ahhh se me olvidaba que eras tan idiota, que no te habías dado cuenta!, no me agradas, entonces si te vas a las malas conmigo, no te gustará hasta donde puedo llegar, no tengo nada que perder, ¡tu sí!, perra.

Sofía, después de gastar silabas, la miro fijamente, sus ojos la observaban con odio, mientras Miranda, con un temblor que recorría todo su cuerpo, solo opto por callar, bajar su mirada, no podía contener el terror y solo dijo, —ya acabasteis, te puedes ir, no digas nada, y menos a Ricardo, miraré las cámaras, tal vez tengas razón—, Sofía tenía la maldita razón, Miranda de alguna forma se había salvado, bueno, eso no era tan cierto; un mensaje de Telegram entro al móvil de Miranda, y este le decía.

—¡acuérdate!, no podemos perder la oportunidad, es esta noche, ¡contrólate por favor!, después de este día, podrás hacer lo que queráis, ¡Cálmate!, tu odio, te está haciendo perder la cabeza, la razón y la cordura, tanto esfuerzo, para que tú botes todo a la basura.

La ira tomó sobremanera a Miranda, esta apago su móvil y trata de todas las maneras posibles que sus ojos no se crucen con los de Sofía, la mirada de aquella mujer le producía un escozor en los ojos y un terror que no sabía de donde salía, —Sofía te puedes ir cierra y me dejas sola, ya fue mucho por hoy, vete para tu casa, nada paso, olvidemos esto por favor—, cuando Sofía cerro la puerta, Miranda farfullo con rabia.

—¡ojalá!, para mañana no te vuelva a ver jamás, ¡¡perra asquerosa!!, ¡¡Ricardo eres un maldito, hasta cuando me tengo que aguantar tus besuqueos con esta! Malparida!!, porque me tenías que encartar con esta puta, no sabes cómo te odio Sofía, no sabes cómo te quiero ver muerta, ¡¡maldita!!, pero de mañana no pasas.

La pregunta es, ¿quién es Sofía?, ¿una elegida para salvar el mundo?, ¡no!, no lo era, ese destino era para otra mujer, de la cual hablaba una antigua profecía, una que no estaba escrita en la biblia, ni en ningún texto católico o cristiano, pero sí había un texto apócrifo de gran antigüedad, tan antiquísimo como la primera pisada del ser humano, este texto se supone fue destruido por la inquisición, en una oscura y maligna parroquia, donde el mal empezó a habitar, carcomiendo el alma de sus moradores, y de sus adoradores.

Muchas historias se han contado y se han escrito, se pensó que era una leyenda, un mito, una tragedia inexistente de terror, pero todos esos textos concluyen en algo; el mal se apoderó de la parroquia del sagrado corazón de Jesús, el mal condeno a este pedazo de tierra a vivir en las tinieblas, en las umbras de la muerte, condeno a que sus cultivos se marchitaran y que sus aguas se envenenaran, los miasmas pútridos, enajenaron el sitio demencial.

El sacerdote de la parroquia, así como los monjes y feligreses, empezaron a adorar a satanás, esto debido a la aparición, de un noble y sabio siervo, que junto a unos inquisidores de la iglesia católica, llegaron como un vendaval en la noche, esto fue bajo una nevada que helaba los tuétanos de los huesos y con ellos también llegaron innumerables libros y textos prohibidos, que no habían llevado al papado de Aviñón en su última cruzada.

La excusa de guardarlos en esta parroquia, primero, era que el inquisidor don Bernardo, era tío del sacerdote, y lo segundo, era el miedo a la excomunión, miedo a la tortura y miedo a algo más; los dos inquisidores se fueron y encargaron al siervo de cuidar las obras y transcribirlas al latín.

INFERNUM, El Último Ángel CaídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora