INFERNUM, El Último Ángel Caído

EL FINAL DE DIMKA, EL OCASO DE SOFÍA

El siervo prendió un pequeño artefacto, que brillaba tenuemente, parecía un cubo que cabía en la palma de la mano, y lo coloco en el suelo, se arrimó hasta donde estaba Dimka y le pregunto, —sabes dónde está la iglesia del sagrado corazón de Jesús, ya no sé dónde se encuentra, la última vez que visite el lugar, murió Aldo, y no había todas estas torres.

Dimka respondió de mala manera, —hijo de puta, no de dire nada, chúpame la polla.

—No, hombre, esa no era la respuesta que quería, pero igual te la voy a sacar de la cabeza—, el siervo se acercó al asustado sujeto, se colocó una pulsera en la mano, esta tenía algo redondo que parecía una pequeña moneda y se ubicaba en la palma de la mano, esta empezó a brillar, el hombre trato inútilmente de atacarlo, un tronar de dedos lo detuvo, aquel ser de sayal negro se acercó y golpeo la frente de este individuo este se quejó.

Al hacerlo la pulsera empezó a brillar y dar destellos de colores, hasta que empezó a pulsar, e hizo que el cubo, diera la misma tonalidad que la pulsera, el color era verde, hasta que de pronto una onda de energía se tomó el lugar, y todo se desvaneció en una oquedad.

No pasaron ni 50 segundos y las luces volvieron de nuevo, pero ya no estaban en el sitio de antes, estaban en un parqueadero, al frente de este había un paradero de buses y al fondo se veía una iglesia gris, monótona y maldita.

El frío de la noche se mezclaba con la lluvia y el despertar de una tormenta; estas dos variantes creaban un cielo caótico y rojo, los rayos no se hicieron esperar, pero la parquedad de esa situación dejo de serlo, cuando trono el lenguaje del siervo, este detono el delirio del ambiente.

—llegamos, ahora somos seres extradimensionales, podemos viajar por el espacio-tiempo, la tecnología extraterrestre es genial, hasta puedo leer tu mente, sé qué serás un buen aperitivo para él.

Dimka murmuro algo al siervo y este sonrió, —hombre no te vamos a matar, tu iglesia católica está llena de mártires y asesinos que fueron convertidos en santos, a tu dios le gusta el sufrimiento, pueda ser que baje y te salve o mande a algunos de sus ángeles para brindarte el perdón, serás un buen mártir, acuérdate de la niña que violasteis delante de su padre y su madre, la descuartizasteis estando viva, escucha los gritos de ella, los escuchas, mira como su padre te observa mientras que la partes a la mitad.

—observadlo otra vez, observa esa mirada, mientras sacas tu polla de la vagina de su esposa, parece disfrutarlo cierto, mira cómo caen sus lágrimas, mientras arrancas su nariz con tu boca, mira, cómo esos ojos te observan en tus manos o ya se te olvido que las arrancasteis la cabeza.

—tranquilo serás un buen mártir, tan solo pide perdón a tu dios y conviértete en un buen cristiano y estarás a salvo, tu dios ama a los pecadores, tal vez vayas a dormir al seno derecho de Abraham.

Dimka realmente estaba viendo esas cosas, la tecnología estaba haciendo de las suyas, estaba creando en tiempo real ese asesinato cometido en su pasado, pero era él, ese padre, esa esposa, esa niña, quiere decir que sintió todo el dolor, la devastación y la muerte, que maquina diabólica era eso.

Legión solo saboreaba su bocadillo, y se acercó al pobre de Dimka, el muy tonto trato de acuchillar al ente, un golpe en sus costillas lo detuvo y lo hizo caer de rodillas, el hombre gemía de dolor, suplicaba porque no lo hicieran nada, aquel golpe fue devastador.

—me encanta cuando lloran, cuando suplican, cuando las lágrimas se derraman, y al fondo veo sus almas, veo sus verdades y son solo verdugos, Dimka dime, tienes algún pecado a cuestas o eres un santo, si lo eres porque no veo a tu dios salvándote.

—¿dónde está tu dios, donde está tu puto dios que adoran en la tierra?, no lo veo, no lo siento, ¿para qué tienes estas putas camándulas, para qué cuelgas este crucifijo?, crees que esa maldita estampa de la virgen te salvara, has descuartizado a niños y crees en dios, no tienes salvación y estáis solo, te hubiera ido mejor con ella, con la diosa, al menos sentirías un misero dolor y ya estarías muerto.