2. Champán para el ganador

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Me miré al espejo. Ya tenía el traje puesto y estaba intentando ponerme la pajarita. No conseguía que se mantuviese recta y estaba empezando a frustrarme. Dos golpes en la puerta hicieron que definitivamente me rindiese. Me di un último vistazo en el espejo y me acerqué a la puerta para abrirla. Pablo estaba fuera.

—Hola, tú. –me saludó con una sonrisa.

Me quedé mirándole unos segundos. Llevaba el mismo traje que yo, pero estaba seguro de que a el le quedaba mil veces mejor. Estaba muy guapo. Pocas veces nos veíamos vestidos tan formales.

—¿Pedri?

—¿Qué?

—¿Qué? –me respondió con una risa. —No sé, estabas en la luna ¿Estás bien?

—Sí, perdón. Hola, pasa.

Me hice a un lado para que entrase a mi habitación y cerré la puerta.

—¡Pero mírate! ¡Que elegante estás muchacho!

—Deja de imitarme, tonto. –le respondí dándole un golpecito en el pecho.

—Bueno, ¿qué? ¿Estoy guapo o no?

Lo volví a mirar de arriba a abajo. Estaba realmente guapo. Tanto que era imposible no quedársele viendo. Era como hipnótico. Pablo de por si ya era bastante atractivo y estaba seguro de que todo el mundo era consciente de ello. Mis ojos subieron hasta su cara y chocaron con su mirada, esperando una respuesta. Sacudí la cabeza ligeramente y carraspeé saliendo del trance.

—Pues...ya sabes lo que dicen. Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. –le dije para picarlo.

—Idiota. –me respondió dándome una patada en el culo.

—Para, para, que vas a arrugarte el traje. –le dije riéndome. —No te voy a decir que estás guapo porque se te sube el ego.

—Acabas de decirlo sin decirlo, pero gracias Pepi, tu también estás muy guapetón. –respondió acercándose a mi mientras me revolvía ligeramente el pelo.

Le di un pequeño empujón mientras intentaba esconder una sonrisa, fallando por completo.

—¿Ya estás listo? –me preguntó.

—Sí. Bajemos ya.

—Espera, tienes la pajarita torcida. –soltó mientras se acercaba a mi.

—No, deja, si da igual. No conseguí ponérmela bien.

—Anda, déjame. Ven aquí. –me ordenó agarrándome de la chaqueta y tirando de mí hacia su cuerpo.

Pablo se puso delante mía y subió el cuello de mi camisa para ajustar mi pajarita. Observé su rostro concentrado. Como ponía su lengua en su moflete y arrugaba su frente. Sus ojos centrados en ajustar bien el nudo. Y mis ojos volvieron a parar en sus labios y en lo cerca que estaban. Sentía su respiración encima. Podía notar los latidos de mi corazón acelerarse. Pasé mi lengua por mis labios, secos. Me sudaban las manos. ¿Por qué me pongo así? Es solo Pablo.

Después de lo que pasó en el avión, intenté no darle muchas vueltas. Llegamos al hotel y me fui directo a mi habitación, tratando de ignorar lo que había pasado. Pero ahora no podía actuar normal cuando tenía a Pablo delante.

—Ala, ya está. –dijo subiendo su mirada y pillándome observándolo. —¿Qué miras?

—Lo feo que eres. –le respondí con una risa nerviosa apartando mi mirada.

—Sí, seguro. –dijo mi amigo dándome una palmadita en la cara y alejándose para ir a la puerta. —¿Vamos?

Asentí y agarré mi móvil y mi tarjeta de la habitación. Salí y seguí a Pablo por el gran pasillo del hotel. Estuvimos unos segundos en silencio. Me daba miedo decir algo y que notase lo nervioso que me había puesto antes. Seguía sin entender que me estaba pasando pero sabía que algo estaba cambiando y no estaba listo para pensar en ello. Además, era la gran noche de Pablo y no dejaría que nada lo arruinase. Ni siquiera yo.

A Sky Full of Stars ; Pedri & GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora