6. Contigo y con nadie más

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—¡Pero déjame poner la música a mi! –se quejó Pablo intentando cambiar la radio.

—¡Nop! Ni de coña. Mi coche, mi música. –le respondí conectando el bluetooth a mi móvil.  Me fui a mis canciones favoritas y puse Experimento de Myke Towers. Miré a Pablo que sonrió.

—Te dejo solo estaba vez porque me gusta la canción. –me agarró de la sudadera por el pecho y tiró de mi hacia él. Estampó sus labios sobre los míos, robándome un beso y dejándome indefenso como siempre que lo hacía. —Pero si vamos a hacer esto, las cosas van a cambiar, guapo.

Tragué duro y apreté los labios para esconder mi sonrisa. Que hijo de puta.
Arranqué el coche y me puse rumbo al estadio. Íbamos en silencio, tarareando de vez en cuando la canción.

—"Quiso conmigo probar un experimento..." –cantó Pablo.

—"Tenemo' quimica, no me pone a dudar..." –le seguí.

—"Vamo' a hacerlo sin ningún impedimento" –terminamos cantando los dos.

Le miré de reojo y nos empezamos a reír. Pablo pasó su brazo por detrás y acarició mi nuca. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Fue todo el camino dándome caricias en el pelo. La sensación era tan agradable que pediría que parasen el tiempo y nos quedásemos en ese momento para siempre. Pero nada más llegar a la entrada del estadio y ver a toda la gente que había allí, Pablo apartó su mano rápidamente. Noté el frío que dejó su mano al instante. Auch.

—¡Pedri! ¡Gavi! ¡Una foto, por fa!– Gritaron unos cuantos chicos al vernos entrar.

—¿Paramos? –le pregunté a Pablo.

—Eh...sí va. Vamos pronto.

—Vale.

Bajé las ventanillas del coche y empezaron a acercarse con los móviles y las camisetas para que las firmáramos. Nos detuvimos allí por 5 minutos. Una chica, igual un poco más pequeña que nosotros, era la última del grupo.

—Hola, Pablo. –dijo acercándose tanto que casi se metía en el coche. —Toma, te he hecho un regalo.

La chica le dio una pequeña caja y un papelito. Yo apoyé el codo en la puerta y me rasqué la cabeza observando la escena en silencio. ¿Por qué le llamaba Pablo? Nadie le llamaba Pablo.

—Ah...gracias. –dijo él nervioso. Me miró y yo miré hacia el otro lado.

—Bueno, gracias a todos. –dije volviendo a arrancar el coche con intención de irnos ya.

—¿Puedes abrirlo ahora? –le pidió la chica.

—Lo siento, tenemos que entrar ya . –le contesté yo sin darle tiempo a Pablo de responder.

La chica me miró un poco molesta e hizo una mueca. —Adiós Pablo. –se despidió inclinándose hacia delante para darle un beso en la mejilla pero subí la ventana a tiempo.

—Adiós. –dijo el andaluz en respuesta.

El de seguridad empezó a apartar a la gente del coche para que pudiese moverme sin problemas. Volví a subir las ventanillas en silencio y pisé el acelerador para salir de allí. Una vez dentro, aparqué donde siempre dejaba el coche y apagué el motor. Pablo no apartaba la vista de mí.

—¿Pasa algo? –me preguntó.

—No. Nada.

—Ya. –dijo mordiéndose una sonrisa. Abrió la nota que le había dado la chica, soltó un amago de risa y la metió dentro de la caja. Yo lo observé atento.

—¿Qué ponía? –me animé a preguntarle. La curiosidad podía conmigo.

—Ah, nada. Ya sabes, su instagram.

A Sky Full of Stars ; Pedri & GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora