14. Pablo Martín Páez Gavira.

1.7K 92 132
                                    

—¿De verdad estás bien?

—Que sí, pesao. No te preocupes. Solo tengo que acostumbrarme. –dijo para después dejar un corto beso en mis labios antes de salir por la puerta de la habitación.

Pablo tenía una pequeña molestia en el trasero porque nadie nos había advertido de que después del placer, venía algo de dolor. Aunque era lógico. Me preocupaba haberle hecho daño, pero el me decía que era normal y que estaba bien. Que no se arrepentía de nada y que estaba ansioso por repetirlo.

Caminaba con una leve cojera, pero era bastante notoria, así que ya nos habíamos preparado respuestas para contestar a las preguntas que podrían hacernos nuestros compañeros. Por suerte para nosotros, hoy nos habían dicho que no había entrenamiento. Nos habían dado el día libre, ya que mañana había entrenamiento intensivo porque nos tocaba jugar contra Costa Rica al día siguiente.

Éramos de los primeros en llegar al comedor. Nos topamos con Bryan y con Morata, y después de saludarnos y de coger nuestro desayuno, nos fuimos directos a la mesa.

Pablo y yo no podíamos parar de mirarnos y ya me daba igual si los demás lo notaban. Nuestras miradas cómplices se contaban secretos que solo nosotros entendíamos, transportándonos a nuestro propio mundo.

—Tengo ganas de besarte. –le confesé. Mis ojos bajaron hasta su boca.

—No creo que eso sea buena idea. –dijo el pasando su lengua por sus labios. —Y no podemos estar besándonos todo el rato.

—No me quiero conformar con besarte solo por las noches.

A Pablo se le escapó una sonrisa. —Pues vas a tener que hacerlo, tontito.

Hice una mueca exagerada de sufrimiento y Pablo soltó una carcajada. Su risa me llenaba de calor.

—¡Bueno, bueno, bueno! –exclamó Ansu que llegaba junto a Ferran con sus desayunos.

Pablo y yo los miramos a la vez mientras estos se sentaban en nuestra mesa.

—Llevamos sin veros desde ayer por la tarde. –comentó Ansu. —Supongo que va todo bien.

—Sí, todo va genial. –respondió Pablo acercándose más a mi. Yo le regalé una sonrisa embobada.

Ansu pegó un chillido provocando que le mirase todo el comedor. Ferran empezó a reírse a carcajadas.

—¡Ansu! –le riñó Pablo dándole un manotazo.

—¡Perdón, perdón! –dijo abriendo mucho los ojos al ver que había llamado la atención de todos. Luego me señaló con la cabeza mientras le preguntaba algo con los ojos a Pablo.

—Sí, ya sabe que lo sabes. Y también se que Ferran lo sabe. Así que aquí lo sabemos todos.

—¿El qué? ¿Que os coméis la boca? –preguntó Ansu divertido.

—Y lo que no es la boca. –dijo Ferran provocando que Ansu soltara una risotada muy contagiosa.

Pablo se puso rojo al instante, haciendo que estos se rieran más. Yo le di una colleja a Ferran para que se callase.

—Parecen niños.

—Os odio. –dijo Pablo echando la cabeza hacia atrás intentando esconder una sonrisa.

—Nos quieres. –contestó Ferran. —Me alegra veros bien.

—Y a mi. –dijo Ansu.

Pablo y yo nos sonreímos. Busqué su mano por debajo de la mesa y el me la agarró dándome un pequeño apretón.

A Sky Full of Stars ; Pedri & GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora