9. Bienvenidos a Qatar

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Habían pasado tres días y seguía sin noticias de Pablo. No nos habíamos visto porque había un parón por las selecciones, por lo que no había entrenamientos con el club. Le había escrito mensajes pero me respondía tarde o incluso me dejaba en visto. Le pregunté mil veces si estaba enfadado o si pasaba algo pero me decía que no, que todo estaba bien pero yo sabía que estaba distante y más de una vez me plantee ir a verlo, pero me daba miedo las consecuencias de una conversación que pudiésemos tener, así que de algún modo yo tampoco insistía.

Hoy era la convocatoria para saber quienes iban al mundial. Estaba en casa con Fer, que sabía que algo pasaba porque me había quedado en casa encerrado estos días, sin ganas de nada. Mi hermano me conocía mejor que nadie y era inevitable ocultarle mi estado de ánimo. Por suerte, fue muy comprensivo y me dio mi espacio, no sin antes recalcarme que estaba ahí para lo que necesitara. Aun no sabía bien que decirle porque ni yo mismo sabía qué estaba mal.

—¿Hago palomitas? –me preguntó Fer sacándome de mis pensamientos. Estábamos los dos frente a la tele, a la espera de que Luis Enrique nombrara a los convocados para representar a la selección española en el mundial. Yo era uno de los candidatos y sabía que Pablo también.

—Ni que fuéramos a ver una peli. –le respondí burlón.

—Bueno, pues como si lo fuera. Voy a hacer. –dijo levantándose hacia la cocina.

—¡Va, pero hazme a mi también porfa!

Yo estaba nervioso, tanto que estaba apunto de apagar la tele y ya enterarme si eso una hora después. Me apetecía mucho ir a Qatar a jugar representando a mi país, creo que es el sueño de todo niño que sueña con ser jugador, pero por otra parte no quería desilusionarme por si no salía elegido. Sabía que me afectaría más de lo que estaba preparado y no quería desmoronarme. Mis ánimos estaban por los suelos.

El sonido de mi teléfono interrumpió mis pensamientos. Era una videollamada de mi madre. Al contestar, se escuchó el bullicio de gente gritando y vitoreando. Vi a mi madre enfocando al genterío que había donde pude reconocer era la taberna de mi padre. La mayoría eran mis familiares y amigos de toda la vida. Sonreí y mis ojos se humedecieron un poco, conmocionados.

¡Hola, cariño! –saludó mi madre cuando la gente ya se había calmado y dejado de gritar. —Estamos aquí todos esperando, mira, ¡saluden a Pedri!

La gente se volvió loca y volvieron a ponerse a gritar y saludar. Por fin me reír después de llevar unos días tan triste. Mi familia siempre conseguía animarme.

—¡Hola a todos! –dije yo moviendo mi mano para saludarlos de vuelta. Justo entró Fernando con el cubo de palomitas que había hecho y se sentó a mi lado.

—¡Hola! –saludó también mi hermano.

¿Ya pusieron la televisión? –preguntó mi padre que también estaba por ahí en la barra.

—Sí, estamos esperando a que empiece. –respondí yo.

Vale, pues ahora les vuelvo a llamar, ¡Mucha suerte mi niño! –gritó mi madre emocionada. —¡Te queremos!

—Gracias mami, ¡Les quiero a todos! ¡Gracias!. –hablé más fuerte para que se me escuchase. La gente del local empezó a gritar de nuevo y me despedí con la mano. Colgué la videollamada y me puse cómodo en el sofá.

—¿Has...hablado con Gavi? –me preguntó Fer intentando ser sutil. Giré la cabeza para mirarlo.

—Sí. Está en Sevilla con su familia.

—Ah. –dijo sin más. Hubo un extraño silencio y solo se escuchaba la tele de fondo. Fernando carraspeó. —Le echo de menos por aquí.

Volví a girar la cabeza pero esta vez para evitar la mirada de mi hermano. —Ya. Yo también.

A Sky Full of Stars ; Pedri & GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora