Contención

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Desde el día en el que ocurrió el incidente con Cadeon, Miguel no se reunió ni se contactó con él por semanas, de hecho hacía todo lo posible por evitarlo. Miguel no podía imaginar cómo es que aquel niño había desarrollado sentimientos románticos por él, así que lo único que hacía es culparse a sí mismo.

Hace un par de días todo el pueblo se estaba preparando para el desarrollo de una fiesta tradicional, el cuál celebraba el aniversario del término de la guerra y unificación de los faes y hechiceros, para lo cual la familia real también participaba, así que la celebración no escatimaba en gastos, aunque ciertamente, por la personalidad característica de los feodales, la celebración se daba en dos lugares distintos a la vez, una en el pueblo junto a algunos guardias, quienes vigilaban el orden entre los ciudadanos y festejaban junto a ellos en representación de la familia Livádi; y la celebración más ostentosa se realizaba dentro de las tierras privadas del emperador, en el cual se presentaban familias nobles, algunos invitados de otros reinos y otros guardias especiales, siendo estos últimos los encargados de resguardar su seguridad.

Miguel aprovechó la movilización de los preparativos para evitar a Cadeon, sabía que tarde o temprano debía hablar con él, pero por ahora preferiría aplazarlo, sobretodo porque así como la fiesta se aproximaba, así también el regreso de su emperador también lo hacía. Su mente dejó de ofuscarse en sus problemas cotidianos y se centró en su reconciliación con Francisco después de su última pelea.

Planeaba apartar la noche en que llegara Francisco para poder hablar correctamente y disculparse por lo sucedido, pero cuando eso sucedió, es decir, la llegada del emperador, éste no fue a visitarlo y mucho menos durmió junto a él esa noche; en consecuencia, el sorceri no durmió absolutamente nada por la tristeza y preocupación.

El día después de su llegada, Miguel trató de tener un tiempo a solas con él, pero Francisco estuvo tan ocupado con los arreglos para el aniversario de unificación, que muy difícilmente podría concederle ese tiempo.

Miguel solo podía verlo de lejos con desilusión por su plan fallido, él en verdad estaba poniendo de su parte para arreglar las cosas con él, pero lo único que obtenía era un nulo interés por parte de Francisco.

El día tan esperado llegó, todos estaban casi o más atareados que cuando realizaron los preparativos para el aniversario de la unificación, Miguel por su parte, no tenía los ánimos suficientes como para estar en el palacio, así que salió a caminar...

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El día tan esperado llegó, todos estaban casi o más atareados que cuando realizaron los preparativos para el aniversario de la unificación, Miguel por su parte, no tenía los ánimos suficientes como para estar en el palacio, así que salió a caminar por los alrededores.

Se le acababa el tiempo, después de esta celebración muy probablemente Francisco volvería a irse de Livádi, y ahí terminaría su oportunidad para una pronta reconciliación. Miguel cada vez que perdía la ocasión de hablar con su destinado, lo veía más lejano de él de lo que nunca estuvo.

Suspiró cansino.

Cuando se proponía volver al palacio, su muñeca fue tomada, lo que le hizo reacciona y voltear a quien lo estaba sosteniendo. Al darse cuenta de quién era, no pudo ocultar la sorpresa y consecuentes ganas de huir.

Egoísmo [AU] | EcuPerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora