Rumores

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Los días, semanas y meses pasaron en un abrir y cerrar de ojos; si bien Miguel tenía una vida solitaria en el palacio sin la presencia de su destinado, cuando salía de aquel, podía fingir que era un ciudadano común; o por lo menos así se sentía al lado de su nuevo amigo y protegido "Cadeon Sorceri". 

Era como cuidar a un niño que venía desde otro mundo; los primeros días, en cada encuentro al atardecer, le preguntaba sin parar el nombre de muchas cosas así como sus razones de ser; para la tercera semana estaba interesado en la escritura y lectura de textos; Miguel estaba agradecido que en su niñez Francisco se haya tomado el tiempo de enseñarle ese ámbito del conocimiento; así que recordando todo su aprendizaje, se tomó el tiempo de instruirle a Cadeon; después de un par de meses tan solo charlaban de su día a día, y eventualmente, el menor le preguntaba sobre el funcionamiento de ese mundo mágico al cual llamaban "Lore".

Con una sonrisa sincera y disfrutando de la tranquilidad que había anhelado tanto, Miguel siempre respondía sus dudas.

— ¿Sabes? Hace poco nos encontramos con un grupo de niños sorceris; traían consigo varios canastos de frutos, verduras y cereales.

—¿Fue en tu turno de vigilar los diferentes ambientes? —preguntó Miguel mientras comía algunas moras.

El azabache asintió.

—Entre ellos discutían el número de sus provisiones, al parecer se les habían caído algunas de ellas por el camino. Entonces me acerqué a ellos y les ofrecí mi ayuda para encontrarlas. 

—Muy bien, Cade. Te he enseñado bien.

El menor volvió a asentir con su natural radiante sonrisa.

—En el camino les estuve hablando sobre la numeración misma, y todo lo que aprendí de ti respecto al tema.

Los orbes grises se iluminaron en su narración, al punto que ni siquiera notó que Miguel se comía las frambuesas de su plato.

—Se ve que te gustó hacerlo, eres una persona generosa.

—Sí, me encantó, creo que cuando esto de ser guardia termine, me gustaría poder enseñar diversas cosas a los niños, así como tú lo hiciste conmigo.

La cálida sonrisa que Miguel le brindaba al niño decayó ligeramente al oír el sueño de éste. Recordó que realmente su amistad no era del todo sincera.

"Quizás si hubiese tenido una vida normal podría enseñar y ser maestro de muchos."

"Quizás lo estoy forzando a algo que no quiere ser, dándole una vida de mentira."

Al final negó ante el pesimismo de sus pensamientos.

"No. De una u otra manera sufrió mucho en su vida, hice lo mejor, si recordara todo su sufrimiento, muy probable nunca más pueda mostrar esa radiante sonrisa y expresar toda su sinceridad. Nadie es tan fuerte." Pensó para sí mismo, tranquilizándose en el proceso.

—Haré todo lo que esté en mis manos para que eso suceda, pequeño. —le dedicó una ligera sonrisa que temblaba con culpa en su interior.

—Eres el mejor. —acto seguido se abalanzó a abrazar a su protector.

 —acto seguido se abalanzó a abrazar a su protector

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Egoísmo [AU] | EcuPerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora