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𝐈𝐬𝐚𝐛𝐞𝐥𝐥𝐚

El fin de semana es uno de mis momentos favoritos. No hay trabajo, papeleo, ni mucho menos personas molestas entrando a mi oficina cada dos minutos. Nada de eso. Solo la tranquilidad que me ofrece la vida, sobre todo después de apagar mi teléfono para que nadie me molestara.

Y por nadie, me refiero a Emma.

Ya han pasado tres días desde que salí huyendo de ella, pero aún me encuentro confundida respecto a lo que sucedió. Sé que es imposible que Emma haya coqueteado conmigo, porque solo fue amable, al igual que Olivia, porque las chicas bonitas, somos amables con otras chicas bonitas y nos halagamos entre nosotras, sin otras intenciones, pero aún así, hay algo que no me deja en paz.

Estiré mi cuerpo antes de levantarme, por lo que escuché el suave maullido de Cherry que estaba acostada sobre mis piernas, después fuimos a la cocina como parte de nuestra rutina de mañana; primero abrí las cortinas para dejar que la luz del día iluminara mi departamento, luego encendí la cafetera y tome un vaso con agua fría para despertar mejor e ir a limpiar el área de comida de mi gatita antes de servirle de comer y finalmente, me lave las manos para ir a preparar mi desayuno.

Esto es lo que me gusta de los domingos: la tranquilidad con la que puedo pasar el día aquí, relajada, junto a mi gatita, limpiando mi espacio, cumpliendo con mis actividades del día, para que al final pueda sentarme tranquilamente a leer, ir a la cafetería de Ian o salir con mis amigas a tomar una copa. Me gusta la oportunidad que tengo de darle reset a toda la semana, dedicándome únicamente a mí, a mi espacio y a mis vínculos afectivos.

—¡Bella! —respondió Margot al otro lado del teléfono apenas sonó el primer timbre. Había terminado mis deberes, así que decidí llamarla para invitarla a salir como parte de la promesa que le hice hace tres días—. ¿Qué pasa?

—Nada, solo quería saber si te gustaría ir a tomar una copa conmigo.

—¡Me encantaría! ¿Quieres ir a The Duplex o un lugar más tranquilo?

—Vamos a un lugar donde podamos conversar —respondí de inmediato. Tenía ganas de levantarme al día siguiente relajada, no con resaca—. ¿Puedes pasar por mí a Vegan Coner?

—¿Te parece que pase a las cinco?

—Esta bien. Nos vemos a las seis.

—¡Te dije que a las cinco!

—Lo sé, pero te conozco y lo más seguro es que llegarás a las seis.

—¡Llegaré, que es lo importante!

Sonreí y terminé la llamada, después volví a mi habitación para tomar un relajante baño. Cherry estaba acostada en medio de mi cama, hecha bolita, por lo que me acerqué a acariciarla y me acosté con ella un momento. Me sentía en paz, a pesar de lo mal que la había pasado en los últimos días, dándole vuelta al mismo asunto, además había algo especial en este día, que me inspiraba a disfrutarlo.

Y lo haría.

Me levanté de la cama con cuidado de no despertar a mi criatura, porque seguro que empezaría a pedirme de comer como sí no hubiera comido hace diez minutos y me encerré en el baño, por una hora.

El clima era cálido, perfecto para usar ropa ligerita. Así que elegí un vestido corto de color rosa, con mangas farol y escote fruncido que acompañe con unos lindas zapatillas blancas, después me até el cabello con un moño del mismo color, en una coleta alta y ondule las puntas. Me veía preciosa. Y lo mejor de todo, es que realmente me sentía así.

Antes de irme, aliste mi bolso con lo necesario, agregando el libro en turno y deje la comida de Cherry lista para que no tuviera ningún inconveniente durante mi ausencia, pues con Margot nunca se sabe nada. Es muy espontanea, pero me gusta mucho, porque siempre me saca de mi zona de confort.

ᴍᴇᴛᴀᴍᴏʀғᴏsɪs Donde viven las historias. Descúbrelo ahora