Más vale ser atrevido aunque se cometan errores
que ser estrecho de mente y demasiado prudente.
Vicent van Gogh– Servicio de vandalismo a domicilio – fue lo primero que escuchó Kai tras abrir la puerta –. ¿Ha pedido usted un servicio para esta noche? – susurró.
Eran altas horas de la noche y no estaban permitidas las visitas a esas horas, mucho menos del sexo masculino. Una regla bastante idiota, opinaba Ethan, teniendo en cuenta que también existían relaciones entre el mismo sexo. Pero bueno, las normas no las ponía él.
– Pasa – murmuró, Kai, en el mismo tono, al tiempo que aguantaba la risa.
Ethan entró y echó una mirada de soslayo a la puerta cerrada de Alyn antes de encaminarse a la de su amiga. Sobre la cama dejó la caja mediana llena de esprays de pintura, que había tenido que "tomar prestada" de su clase. Al día siguiente tendría que dejarla antes de que la echaran en falta.
– Gracias por esto, Ethan – comentó la chica, ya en tono normal, mientras le sonreía con cariño.
– Lo que sea por ti – respondió eliminando la distancia para dejar un suave beso en su sien –. Y bien, ¿cuándo nos vamos?
– Ya.
– ¿Ya? – preguntó sorprendido. Kai asintió con una sonrisa y el castaño procedió a mirarla de arriba abajo –. No pensarás ir así, ¿verdad? –. La chica imitó su acción y se observó el atuendo.
– ¿Qué le pasa a mi ropa?
– Nada, te queda genial – se adelantó a decir –. Pero me da a mí que ir con una camiseta de un verde intenso no es la mejor de las opciones para pasar desapercibida a la hora de invadir una propiedad privada para hacer un acto ilegal como lo es un graffiti.
Kai pareció pensarlo unos segundos antes de dirigirse a su armario a buscar algo oscuro. Ethan aprovechó para salir de la habitación y dirigirse a la cocina, esperaba que tuvieran una cerveza. Pero no tuvo suerte. Sin embargo, su mirada encontró algo más interesante.
¿Quién diría que la madera de una puerta podría hacerlo sonreír? Pero así fue.
– Vale, ya estoy lista – anunció la pelo azabache, saliendo de su habitación con la caja en sus brazos –. ¿Nos vamos? – intentó mirarlo a los ojos al formular la pregunta, pero su amigo no la apartaba de la puerta de Alyn.
– Aún no, se nos olvida algo.
– ¿Ah, sí?
– Algo muy importante para hacer un dibujo ilegal.
– ¡El boceto! – exclamó la chica al darse cuenta de su despiste.
Ella ya tenía la idea clara en su mente, pero era obvio que Ethan, el experto en pintar, era quien necesitaba saber cómo sería. Era mejor que lo supiera antes de estar delante de la pared, sino perderían mucho tiempo teniendo que explicárselo.
– También – respondió, apuntando mentalmente que tenían que hacerlo antes de irse –. Pero no es eso.
– ¿Entonces? – cuestionó, sin comprender.
Respondió a su pregunta, pero no con palabras exactamente.
Alyn pegó un bote sobre la silla de su escritorio al tiempo que murmuraba un: "No me estoy durmiendo, no me estoy durmiendo". Lo cierto es que los parpados le habían comenzado a pesar media hora atrás, pero se negaba a dejar el trabajo a la mitad. Debía, como mínimo, tener tres cuartos antes de permitirse dormir.
– Ya lo veo – fue lo que dijo Ethan desde el umbral de la puerta.
La ojiazul se giró con rapidez hacia él. Este tenía los brazos cruzados sobre el pecho y en su rostro formaba una sonrisa divertida. Por uno de sus lados asomaba la cabeza de Kai, que con su expresión daba a entender que no comprendía del todo la situación, pero por la sonrisa que intentaba escapar de sus labios parecía que le divertía igualmente.
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Mentiras || DISPONIBLE EN AMAZON
Teen FictionAlyn Stewart es una chica de diecinueve años. Organizada, decidida y responsable. Lleva su vida controlada minuto a minuto, guiada por sus padres. Comienza su segundo año de la carrera de arquitectura y tendrá que compartir habitación con su nueva c...