Capítulo 39

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La felicidad, también consiste en lo
que dejas ir, por tu propio bien.
Coco Chanel

– Sopa, pavo relleno al horno con verduras, patatas fritas y, de postre, tarta de zanahoria con helado de M&M – enumeró la chica a través del teléfono nuevo.

Alyn había aprovechado la herencia de su abuela para cambiar de rumbo su vida. No solo había adquirido un nuevo teléfono móvil, sino que había abandonado la carrera antes de decidir irse a vivir a aquella casa que antaño pertenecía a su abuela. Había sido duro adentrarse en ella y no verla, además de todos los recuerdos que la azotaron al recorrerla. Sin embargo, se sintió, por primera vez en mucho tiempo, como si estuviera en casa.

– ¿Tú has cocinado todo eso? – preguntó el chico, al otro lado.

– Nooo, lo he encargado – ironizó, desviando de nuevo la mirada a la hora que marcaba el coche antes de mirar al exterior.

– Ah, eso me cuadra más.

– ¡Oye! – se quejó indignada.

– Solo bromeo, seguro que eres una cocinera increíble. Algún día tendré que ir a verte para probar algo.

– Eres libre de venir cuando quieras – lo invitó con tono bromista, aunque hacía días que un pensamiento rondaba por su mente.

– Me lo apunto, mi agenda está desocupada para después de las fiestas – le siguió la coña el chico, quien en esos momentos, como le había comentado al inicio de la conversación, se encontraba sobre su cama en casa de sus padres.

– ¿Y para año nuevo? – se arriesgó a preguntar, creando una mueca en los labios que él no pudo apreciar.

– Nah, ocupado con lo típico – le restó importancia –. Lo pasaré con mis padres.

– Oh – se lamentó, ya que el plan que había tenido en la cabeza no podría ser posible.

– ¿Qué?

– Nada.

– Alyn... – la incitó, sin creer su palabra anterior.

– Es que... había pensado... – titubeó.

– Habías pensado... – repitió, incitándola –. Venga, sigue.

– Es que no quiero interferir en tus planes.

– Primero explícame lo que has pensado y ya después vemos si vas a interferir o no – comentó en tono tierno mientras sonreía, otro acto que, esta vez, ella no pudo ver.

– Pues que entre llanto y llanto... – comenzó con sinceridad de más.

– Joder, no digas eso – la interrumpió en una queja mezclada con un gemido.

– ¿Por qué? Ni que no supieras que aún lloro por... bueno, por todo un poco.

– Ya, lo sé, es el tema de cada llamada... Y no es una queja, al contrario, me gusta que hables de ello, si eso te ayuda – confesó –. Pero me jode que lo saques en un momento bueno y más si... – se calló al poderle la impotencia.

– ¿Si qué? – lo incitó ella, esta vez.

– Si no estoy cerca para darte un abrazo – concluyó con fastidio, ya que le molestaba ese hecho. No le gustaba que Alyn lo estuviera pasando mal y menos que él no pudiera hacer nada para evitarlo, peor aún con la distancia en medio.

– Oh, que tierno, Peter – soltó con dulzura.

– Gracias – bromeó –. Mejor vuelve al tema principal, ¿qué pasa con año nuevo?

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