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Aman - lunes 20 de abril.

—Ay, vamos papá, dejame ir con vos al entrenamiento.—le insisto por quinta vez en el día a papá.

—hija no, punto final.—abre la puerta de casa.

—¿por qué no?.

Suspira cansado.—bien, pero te quedas calladita.

—lo prometo papá.—sonrío como nena feliz y me subo al auto.

Les presento a mi papá, Javier Mascherano, y su exigencia. Yo soy Amancay, su única hija de 16 años. Solo puedo especificarles de mi que soy un poco caprichosa pero mi humildad nunca falta. También, otro dato no tan importante, que en el colegio me llaman nerd por usar lentes. Osea, si soy inteligente, pero no una nerd. Aunque tengo a mi mejor amigo y mis dos amigas que siempre me defienden de todos esos comentarios.

Nos tardó unos 20 minutos llegar al estadio por el tráfico que habia. Y, también se le ocurre dar el entrenamiento a las cuatro de la tarde cuando todo el mundo entra a esta hora a sus trabajos.

—bajate y esperame, ni se te ocurra entrar sola.

—si jefe.—hago el saludo de soldado y me bajo, mientras tanto escucho la carcajada que salía de su boca.

—vamos, estoy llegando cinco minutos tarde.—me agarra de la mano y a paso rápido entramos.

Hay un largo pasillo hasta llegar a la cancha, y entre medio dos puertas que supongo que son los vestuarios y los baños.
Frente a mi vista aparece una gran cancha y a un lado, los bancos y muchos muchachos alrededor de ellos.

—ay, me da vergüenza ahora papá.—le digo entre dientes.

—buenas tardes.—ignoró por completo mi acotación. Cada uno de ellos saludó y parecen tener mucha confianza.—hoy van a tener una invitada especial que va a ver su entrenamiento.

Me pongo a su lado y con la mano saludo, sintiendo mis cachetes rojos de la vergüenza. Todos me miraban, algunos con una sonrisa divertida, otros seriamente, pero de uno en especial que me miraba muy fijamente, y que yo habia fichado cuando le di una vista rápido a todos.

Solo dos de esos veinte y pico de chicos se acercaron a saludarme.—soy Matias, pero decime Mati.—este era un chico morocho con una sonrisa muy linda. Me estrechó la mano y tímida se la acepté.

—soy Aman.—paso mi vista al otro chico.

—soy Valentín, pero decime colo.—me guiña el ojo mientras me estrecha la mano.
Se la acepté sintiendo aún más calientes mis cachetes.

—bueno bueno, me parece que ese guiñe estuvo demás.—salta mi papá a interrumpir la conversación.

—papá.—lo regañé entre dientes pegandole un codazo.

Luego se empezaron a acercar todos a saludar, con más confianza, menos ese chabón mala onda que solo empezó a calentar con la pelota. Ya de entrada me empezó a caer mal si ni siquiera me saludó. Aunque era lindo, veía su sonrisa al reirse con sus conpañeros y es tan perfecta, pero su actitud la caga.

Van dos horas de entrenamiento, parecen todos cansados, he visto a varios ir a llenarse la botella de agua unas cuantas veces, pero enserio debe ser duro entrenar así como ellos. Yo estaba re entretenida viendolos, como iban de un lado a otro y al final del entrenamiento hicieron un partido de media hora, que estuvo más entretenido porque Mati hizo un gol y se acercó a mi para dedicarmelo chocando las manos. Fue el más buena onda conmigo, al igual que el Colo. Cuando papá les daba descanso, se ponían a charlar conmigo, y decían cada boludez, era divertido estar con ellos.

ɢɪʀᴏ ɪɴᴇꜱᴘᴇʀᴀᴅᴏ - ᴀɢᴜꜱᴛÍɴ ɢɪᴀʏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora