ɢɪʀᴏ ɪɴᴇꜱᴘᴇʀᴀᴅᴏ - ᴀɢᴜꜱᴛÍɴ ɢɪᴀʏ

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Aman - sábado 11 de junio.

Hoy estoy super feliz porque voy a hacer una pijamada con Mati y Colo. Generalmente fueron obligados, pero tampoco que se opusieron tanto. Nos dividimos para traer a mi casa cada uno cada cosa. Yo por ejemplo, compro las gaseosas, Mati la comida y Colo el postre o lo dulce.
Vienen a las nueve de la noche, asique tengo media hora para bañarme y preparar todo en el living donde vamos a dormir. Todos unos nenes somos.

—mamá, papá, acuérdense que a partir de las nueve tienen que desaparecer de casa.—hablé detrás de la puerta de su cuarto.

—si, lo sabemos.—mamá sale del cuarto, muy bien vestida, y me sonríe.—nos vamos a cenar los dos solos.

—ojo eh, ojo lo que hacen.—hablé de forma divertida mientras volvía hacia las escaleras para ir a abrir ya que tocaron el timbre.

—estamos listos.—Mati me guiña un ojo apenas abrí la puerta.

—y traemos un infiltrado.—colo se hace a un lado dejandome ver a Agustín.

Mi cara cambia totalmente a seria.—¿qu-qué haces acá?.—tenia que disimular porque se supone que estamos saliendo.

—yo también queria venir Aman.—se acerca a mi y me abraza de la cintura para después susurrarme algo.—no podía soportar que estés sola con Valentín porque te tiene ganas.

—desde cuándo te importa.—le devolví el susurro y me separé.—pasen para la cocina.

Mati me sonríe divertido.—claro.

Suspiré como para tranquilizarme y cerré la puerta, yendo también a la cocina y empezar a cocinar. Mati trajo para preparar unos fideos con salsa.

—¿te puedo ayudar?.—de reojo veo a Agustín ponerse a mi lado, mientras yo cortaba la cebolla.

—no necesito ayuda.

—vamos Aman, ¿estas enojada por lo que te pedí?.

—no, no tendría porqué enojarme, te estoy haciendo la segunda.

—entonces no deberías tratarme así, van a sospechar, y si lo hacen se lo dirán a Candela.

Suspiré mientras ponia la cebolla cortada en la olla.—¿por qué mierda me elegiste a mi? Justo a mi, para lastimarme más seguramente.

—¿p-por qué lastimarte más?.

—no importa, no me hagas caso.—me di vuelta para ir a buscar el puré de tomate pero se pone frente a mi evitando que pase.

—¿por qué dijiste eso?.

—dije que no importa Agustín, tengo que seguir cocinando.—no me deja salir, sino que agarra mi cara obligandome a mirarlo.

—espero que no sea de la forma en la que estoy pensando.

—a ver ¿cuál pensas?.

—que yo-yo te...gusto.—parece nervioso. Tenia razón pero no queria quedar como una rechazada, porque sabia que me iba a rechazar.

—¿qué? por supuesto que no, no digas boludeces.—estaba nerviosa, lo único que se me ocurrió hacer fue empujarlo.

—otra vez, me estas mintiendo. ¿Por qué no me lo dijiste?.

—¿decirte qué? no tenia nada que decirte.

—vamos Aman, ni vos te lo crees.

—¿podes poner la mesa? yo creo que en unos minutos la comida va a estar.—volví a mi lugar y abrí la cajita de salsa.