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Aman

Ya se volvió una costumbre acompañar a papá a sus entrenamientos. Me encuentro acá de nuevo, sentada en el pasto de la cancha a un lado de papá, mientras veo a los chicos haciendo intermitentes de arco a arco. A veces es un poco entretenido ver como sufren, y ahora más porque el miércoles que viene juegan los cuartos.

toca el silbato.—¡bueno, listo. Tomense un descanso de cinco minutos mientras yo armo unas estaciones de fuerza!. Hija, ¿me ayudas?.

Me rio al escuchar las quejas de todos. Pero enserio, sabes qué tener que aguantar todo lo que papá les hace hacer para que den todo su potencial.

—¿qué hago?.

—poneme estos cuatro conos, como cuatro estaciones. Yo me encargo de traer lo otro.—me da los conos y se va.

Levanté los hombros sin importancia y coloqué cada cono a una distancia favorable para que no estén amontonados.
Luego papá y su compañero de trabajo volvieron con pesas y todas esas cosas y fueron armando las estaciones, mientras yo los miraba con atención.

—¿todo bien?.—miro a mi lado a Mati, que me miró un segundo después.

No le contesté y me acerqué a papá, escuchando como bufó cansado.—¿puedo tomar el tiempo pa?.

—dale. viente segundos de trabajo por quince de descanso. Cinco pasadas por estación son.—me da el silbato y el reloj temporizador.

—esta bien.

Toqué el silvato para empezar la primer pasada, luego seguí las indicaciones de papá que estaba a mi lado para ayudarme. Esto de verdad es divertido, no sé como podía vivir sin venir acá. Decía que era aburrido cuando jamás se me había pasado por la cabeza venir.
Lo que más me divertía era hacerlos sufrir, que cuando termine el entrenamiento no den más para nada.

Luego de varios minutos largué una risita.—esto es re divertido pa.

Se rie él.—¿qué? ¿por qué?.

—me entretiene ver como se cansan.—levanto los hombros sin importancia mientras miraba a Agustín. Ya estaba empezando a desconcentrarme ver como trabajaba, se veía igual de lindo aún así transpirado.

—Hija, el silbato.—papá me saca el silbato de las manos y lo toca él.

—pe-perdón, me habia olvidado.—me habia puesto nerviosa, no puedo creer que me desconcentré viendo a Agustín.

—¿qué te pasó?.—luego de unos segundos volvió a tocarlo.

—no sé, se me olvidó que lo tenia.

Me mira entrecerrando.—más te valía. Me llegabas a decir que te desconcentró mirar a uno y te mataba.

Me rio nerviosa.—claro que no pa, cualquiera.

—mejor.

miré hacia adelante de nuevo. A veces no me gusta que papá sea así, porque no puedo estar nunca con nadie. A lo mejor con ellos puede hacerlo más, porque son más grandes y los conoce a todos, pero no con todos, y me molesta un poco.

Al terminar el entrenamiento, necesitaba despejarme, estuve muy distraída viendo al tonto ese y no sé porqué, no entiendo qué me pasó.

—voy al baño, papá.

—los de los vestuarios estan en mejor condición, anda a esos.—me da una palmada en el hombro.

Asentí y me fui camino a los baños. Todavía me cuesta un poco encontrar los vestuarios, porque es grande y me pierdo. Pero siempre termino encontrandolo.

ɢɪʀᴏ ɪɴᴇꜱᴘᴇʀᴀᴅᴏ - ᴀɢᴜꜱᴛÍɴ ɢɪᴀʏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora