Turning Tables

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Esta vez me toca a mi 

La semana se hizo larga. Era evidente que no nos hablábamos con ellas, Isa y Carla habían tenido un pequeño acercamiento con Carol pero con el resto 0. Carol había intentado seguir llevándose con ambas partes pero se dio cuenta que como yo no daba mi brazo a torcer, dejó de insistir. No puedes pretender llevarte bien con todo el mundo sin hablar las cosas o pedir perdón; yo soy una persona que necesita de mucha comunicación y, como no la estaba recibiendo, no quería nada por parte de nadie. 

Lo que más de dolía eran Ariadna y Carol. Ambas para mí significaban mucho y estaba viendo como las perdía porque no habían sabido gestionar la situación. Para mí, Ari hacía demasiado caso a Carol, no sé si porque quería ser su amiga del alma o porque de verdad la quería mucho. Yo conocía a Ari mucho mejor que Carol porque me había interesado en saber de ella, me gustaba mucho ser su amigo y realmente me parecía una buena persona por lo que, no entendía, qué estaba haciendo con ella en vez de venir y hablar las cosas conmigo. Y te preguntarás ¿por qué no fuiste tú? Pues porque yo estaba ocupado refugiándome en Adri. Así es, aquí empezó mi gran error, empecé a quedar mucho más con él, sólo hablaba con él de mis problemas y si nos enfadábamos me quedaba solo. Cuidé de que no pasara eso pero, ya sabes, toda pareja tiene sus rencillas.

Adri se portaba genial conmigo, siempre estaba preguntándome cómo estaba, se preocupaba si me veía raro, me proponía mil planes para mantenerme distraído y en todo momento había un tema de conversación diferente a lo relacionado con ellas para que no se me hiciera bola. Yo me sentía resguardado, sabía que si estaba con él, nada malo me iba a pasar. Y empezó a ser mi error porque descuidé saber cómo se sentiría él con toda la carga que estaba poniendo. 

Pasaron semanas e Isa, Carla y yo, nos unimos mucho como grupo. Isa decidió que si íbamos a tirar para adelante sin ellas, al menos conocernos mejor nosotros tres para poder ser amigos de verdad. Y funcionó. Esas dos chicas se convirtieron en las mejores amigas que podía desear, nos pasábamos horas y horas hablando y riendo sobre cualquier tontería. Isa vivía muy cerca de mí así que, cuando tuve coche, íbamos juntos a la universidad. Porque sí, después de Canarias me saqué el carnet. Necesitaba un transporte más rápido para poder ver a Adri más tiempo y estar en un ambiente más íntimo y ¿qué mejor manera que un coche y su parte de atrás? Compartimos muchos momentos. Me encantaba ir a recogerle y estar detrás hablando de todo y nada, me distraía y me mantenía feliz. Pero, volviendo al tema, me uní mucho a Isa, se convirtió en una hermana para mí. Hablábamos en todo momento, nos reíamos hasta de nuestra sombra y, aunque éramos diferentes en muchas cosas, nos unía todo lo que teníamos en común, que era mucho. 

Hicimos por un tiempo unas amigas que no sirvieron de nada más que para que Carol se diera cuenta de que no las necesitábamos para poder seguir adelante con nuestras vidas. Cuando nos quisimos dar cuenta, habían pasado meses y ya no sabíamos nada de ellas, hasta ese día. Carol me mandó un mensaje diciéndome que quería hablar conmigo. Después de contárselo a las chicas, decidimos que hablaría con ella pero que le diría todo lo que necesitaba decir para quedarme bien. Era momento de cambiar las tornas. 

Quedé con ella al final de clase y entonces, apareció, venía con el resto de chicas que cuando me vieron, ni disimularon en mirar o preguntar, me dieron la espalda y siguieron a lo suyo. Excepto Ariadna que sí miró, no fue una mirada cualquiera, fue una mierda de 'quiero saber cómo te va'  pero también se fue. 

- Hola - me dijo Carol con una medio sonrisa.

- Hola Carol - dije serio - ya me tienes aquí después de mes y medio, dime - añadí.

Todo lo que no te pude decirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora