Diario Agrícola Del Doctor Li Jin

15. Comer patatas

Como Li Jin ha decidido integrarse en esta sociedad, es natural que entable conversación con la gente que le rodea.

Parece llevar dentro una magia especial, es decir, en cuanto inicia una conversación, se funde rápidamente con un grupo numeroso.

Por supuesto, no hay ningún elemento mágico de por medio.

Era simplemente una cuestión de inteligencia emocional.

Li Jin acababa de entrar en el patio cuando vio una pequeña y tenue lámpara de aceite ardiendo silenciosamente junto a la ventana.

Fue en ese momento cuando Li Jin se dio cuenta de una vez por todas de que aquél era un mundo sin teléfonos móviles, sin ordenadores, sin Internet e incluso sin electricidad.

Lo único que quedaba era la choza de tierra, la lámpara de aceite, las ventanas empapeladas de aceite y un marido que esperaba su regreso a casa.

Las personas que se suponía que eran completos extraños le dieron consuelo espiritual a Li Jin en solo uno o dos días de llevarse bien.

Un médico, que siempre había estado solo en los tiempos modernos, de repente tenía un hogar en los tiempos antiguos.

Li Jin enjuagó su guadaña con agua y la colgó en la pared de la cocina a la espera de que se secara.

Se arremangó y volvió a lavarse las manos antes de entrar en la casa.

Qin Muwen estaba preocupado por Li Jin, después de todo, tenía que usar la guadaña para cortar la hierba.

Li Jin nunca había tocado una de estas cosas, y ni siquiera sabía sostener una guadaña.

--¿Y si se cortaba en alguna parte?

Si no fuera tan inconveniente físicamente, Qin Muwen realmente querría ir a cambiar a Li Jin.

Le bastaba con saber que Li Jin se preocupaba por él y tenía corazón para cortar la hierba. Todo el trabajo duro, podía hacerlo él.

Cuando Li Jin entró en el patio, Qin Muwen esperó ansioso a que entrara en la casa.

Pero el sonido de los pasos se desvaneció en el dormitorio y luego se dirigió a la cocina, seguido del sonido del agua, y aunque Qin Muwen estaba ansioso, no hizo ningún ruido.

Cuando Li Jin entró en la habitación, Qin Muwen apenas pudo esperar para cogerle de la mano.

Bajo la tenue lámpara de aceite, miró atentamente.

Las ampollas de la escaldadura de las natillas de ayer seguían allí, y hoy se habían añadido muchas heridas nuevas.

Qin Muwen también había tenido esas heridas. Hace dos años, él también era un joven maestro con diez dedos que no tocaban el sol.

Tras casarse con Li Jin, le pidieron que aprendiera a cortar trigo.

Era la primera vez que cortaba trigo, y tenía las manos llenas de cicatrices, no sólo por los afilados toldos de trigo, sino también por las ampollas del esfuerzo desesperado que hacía para sujetar la hoz.

Ahora, con su mano callosa, Qin Muwen acariciaba suavemente las ampollas de la mano de Li Jin y la sangre roja que aún podía verse incluso después de enjuagarla con agua fría.

Ahora, las heridas de Li Jin eran muy parecidas a las de Qin Muwen entonces, pero entonces, nadie se preocupaba por Qin Muwen.

Lo único que le pedían era que siguiera adelante, que se diera prisa y que trabajara duro.

Tras repetidos cortes, hemorragias y dolor, ahora cuando Qin Muwen corta trigo, sus manos ya no se cortan con los toldos de trigo, y las heridas que antes tenía se condensan lentamente en callos, protegiéndole de sí mismo.