ABRIL
—¿Cómo sabes todo eso de mí?
—Yo te juro por mi hija que no se lo he dicho.
—Mel, sé que tú no has sido.
—Si te cuento como me he enterado pierde la gracia.
—Ya sé que te lo ha contado alguien ya no estoy tan asustadas.
Terminamos de cenar y nos fuimos a dormir, Mel y Marc no tardaron en irse al cuarto, pero a mí me daba pena ver a Jordi en el sofá. Pero él lo había decidido así.
—No te preocupes por mí.
—¿Seguro que quieres dormir en el sofá?
—Querer no quiero, pero lo necesito. No puedo fingir más.
—Buenas noches, Jordi.
—Buenas noches, Abril.
Finalmente entré al cuarto y me daba pena de que Jordi durmiera en el sofá, pero pensé en sus palabras y lo entendí, me quedé dormida con una sonrisa en la cara por todo lo que me había dicho Jordi estos dos últimos días.
Abrí los ojos, miré al frente y vi a Mel.
—Corría riesgos pero he visto a Jordi en el sofá y he entrado. ¿Qué hace en el sofá? ¿Os habéis peleado?
—No, es él quien me ha dicho de dormir en el sofá.
—¿Y sabes por qué?
—Una idea me hago y tú también — dije entre risas.
Fuimos a levantar a las niñas y nos fuimos a desayunar. Pero Jordi seguía en el sofá.
—¿No lo vas a despertar?
¿Lo despierto o que lo despierte su hermano?
—Mejor su hermano. Y no, Mel. No me he enfadado con él.
—¡Amor! Ven a despertar a tu hermano.
Nosotras nos fuimos a la cocina con las niñas y Marc salió a despertar a su hermano. Tras unos segundos Jordi y Marc vinieron a la cocina.
—He soñado contigo — me susurró y se me escapó una sonrisilla.
Desayunamos y cómo todas las mañanas mientras arreglábamos a las niñas los chicos se iban a la piscina.
—Qué raro está Jordi — dijo Mel mirándolo.
Las niñas hoy tampoco se quisieron bañar y se pusieron a jugar en el césped.
—¡Chicas! ¿No os bañáis? — nos preguntó Jordi.
—¿A caso nos vais a tirar otra vez?
—No, os voy a mojar — salió de la piscina y nos apuntó con la manguera.
—¿A qué esperas? — lo desafió Mel.
—A que vosotras solas os tiréis a la piscina u os mojo con la manguera.
Mel y yo nos miramos y nos dijimos todo con la mirada. Segundos más tarde Mel cogió a Cloe y yo a Noa.
—¿Nos vas a mojar ahora?
—No os mojo que me dan penas las niñas — dijo dejando la manguera en el suelo pero no se metió en la piscina.
Mel me miró y las dos pensamos lo mismo. Jordi estaba indefenso y la manguera en el césped. Mel me dio a Cloe y cogió la manguera y lo apuntó.
—¿Ahora qué? — le dijo Mel apuntándolo.
—A mí no me da miedo el agua — dijo tirándose a la piscina —. A vosotras parece que sí.
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Mi vida sin ti (3) ✔️
Ficção AdolescenteTercera parte de amor prohibido. Tran la muerte de él, ¿qué harás con tu vida? Buscar lo que te hacía sentir él en otra persona, no es lo mejor, ¿no? Pero sabes que hay alguien esperandote, para apollarte. Quiere lo mejor para ti y estar llorando a...