Capítulo 34 "La vuelta"

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ABRIL

La tarde pasó muy rápido y el camino hasta casa se me hizo algo incomodo hasta que Jordi habló.

—Esta mañana me he pasado un poco, perdón.

—¿Sólo un poco?

—Bastante, me he pasado bastante. Y todo por el sueño.

—¿Me lo cuentas?

—He soñado contigo y me pasó lo de la playa. No te cuento más.

—¿Cómo es posible que no te pongas rojo admitiendo tal cosa?

—Porque yo, no soy tú — dijo entre risas.

—Por mí, todo olvidado. Aunque no te reconocía. Ya vuelves a ser tú.

—Te vuelvo a pedir perdón, me he pasado. Mi última intención, era incomodarte.

—¿Cuántas veces me vas a pedir perdón?

—Las que hagan falta, no soy así.

—Y lo sé, es pasado. No lo vuelvas a hacer y ya.

—Me tengo que controlar, aunque me cueste. Perdón.

—Jordi, ¿perdón es lo único que sabes decir? — le pregunté entre risas.

—No me vaciles, tú no sabes vacilar.

—Y tú no me vuelvas a vacilar.

El camino se me hizo más largo de lo que era con Jordi pidiéndome perdón cada segundo.

—Bueno, ya hemos llegado al edificio donde vives, ¿te acompaño?

—No hace falta.

—Abril, te lo digo para ayudarte con las cosas. No para qué me invites a dormir.

—Anda, sube a ayudarme que la niña se ha dormido — le dije entre risas.

—Subo y bajo, sin segundas intenciones.

—No sería muy tú tenerlas después de lo de esta mañana.

Jordi me acompañó hasta mi casa y se fue tras despedirse de mí.

Yo llevé a Noa a su cama, me hice algo para cenar y cogí el móvil y Jordi me estaba llamando.

—Me pillas cenando, ¿qué se te ha olvidado?

—Decirte lo que te quiero, te dejo cenar y te vuelvo a llamar — y me colgó.

Yo también te quiero.

Me puse a cenar y me tumbé en la cama esperando la llamada de Jordi. Cerré los ojos un segundo y al abrirlos Jordi me estaba llamando.

—¿Para qué era la llamada?

—Para hacerte dos preguntas.

—¿Cuáles?

—¿Te ha gustado este fin de semana? ¿Te ha ayudado a despejarte?

—Sí, muchas gracias.

—Gracias a ti por venir. Me encantó la cena solo contigo, te quiero, ¿tú me quieres?

—Claro que te quiero, pero necesito tiempo. Solo eso.

—El que necesites

No me arrepiento de decirle que lo quería. Algunos pensarán que es muy pronto, pero necesitaba decírselo.

El tiempo pasó muy rápido y Noa ya tenía 6 años. Ella estaba en su cuarto y yo llamé a mi madre.

—Mamá, no sé cómo hablar con Noa. ¿Me ayudas?

Mi vida sin ti (3) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora