Emilia y Jaden se vuelven a encontrar, pero esta vez en Argentina, el país natal de ella y dónde vive actualmente. Él esa dispuesto a arreglar las cosas, pero ¿ella?
Habrá obstáculos y terceras personas que dificulten la meta de Jaden, pero el cast...
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después de un rato, el mismo mozo nos trajo nuestros platos.
que disfruten — sonrió y de marchó.
y bueno, contame, ¿que es de tu vida? — dijo tranquilo mientras cortaba su comida.
yo solté una leve risita, a lo que el me miró y sonrió tiernamente.
Jaden, no nos vemos hace un par de meses, no hace una eternidad. — rodé los ojos con gracia.
bueno, para mí ese tiempo sin verte si es una eternidad — se encogió de hombros y yo intenté reprimir una sonrisa a lo que acababa de decir, sin mucho éxito.
charlamos un poco mientras comíamos, hablando sobre lo que hicimos este tiempo que no nos habíamos visto.
¿pido la cuenta? — preguntó después de un rato de que habíamos terminado.
asentí satisfecha.
le pidió al mozo y a los minutos nos la trajeron.
estaba por sacar mi billetera, pero rápido me detuvo.
yo te invite, yo pago — me miró haciéndome una seña para que guardara.
rodé los ojos e insistí sin éxito.
después de pagar, nos levantamos y salimos del hermoso restaurante.
subimos a la camioneta y solté el suspiro.
muchas gracias por la cena Jaden — sonreí un poco pensando que ahora me llevaría a casa, y pareció leerme los pensamientos.
no hay de que, pero no pensaras que esto termina aquí, ¿no? todavía nos queda mucha noche — me guiñó un ojo divertido y yo alcé las cejas desconcertada.
bueno... y ahora, ¿a dónde me llevas? —
el suspiro. — a la heladería, señorita ansiosa — arranco el auto después de esas palabras.
reprimi una sonrisa ante el apodo.
no dijimos mucho más hasta llegar a la heladería, dónde el se bajó si esperar a que le dijera que gusto quería.
me quedé un poco descolocada ante eso, pero no le di mayor importancia y me quedé con el celular en lo que venía.
a los minutos, volvió a subir a auto con un kilo de helado.
poco por suerte... — murmuré irónica mientras tomaba la bolsa para ponerla sobre mi falda. — a dónde vamos a tomar esto? — señale el helado.
ya vas a ver, creeme, te va a gustar — me miró y puso una mano sobre mi muslo, la cual aparto rápidamente al darse cuenta — perdón, perdón, no me di cuenta — se defendió nervioso.
