Prólogo

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Antes de empezar un pequeño aviso, nuevamente.
Esta historia contendrá una pizca de Jackunzel, de la manera más atenta les pido que no gasten su comentario en escribir que él Jelsa es mejor etc, es realmente tedioso leer sus comentarios así que por favor evítenlos. Así como yo no les digo nada sobre el Jelsa y otros ships que me disgustan pero respeto yo pido lo mismo, no digan nada y respeten. Gracias.
Disfruten la lectura.

Los puños siguen bailando a mi
alrededor como fantasmas, golpeando mis costillas en la oscuridad, nunca creí que podría sentir tanto dolor. Ha pasado casi una una hora desde que me trajeron nuevamente a esta habitación, estoy a oscuras, solo con mi respiración y mis pensamientos. No me muevo de la posición en la que me dejaron por miedo a lo que pudiera haber más allá. El silencio en el cuarto es inquietante, se que estoy solo, se que no hay nadie conmigo, sin embargo aún escucho el débil "click" a mis espaldas seguido por el intenso ardor de mi hombro, es mucho más doloroso ahora, una hora mas tarde, ¿Ó solo fueron minutos? Después de un tiempo sólo pude concentrarme en la forma que ese elemento dejaba en mi piel: una especie de bastón de metal, lo sé porque golpeó contra mi prótesis produciendo el sonido característico del metal.

Mantengo mis ojos cerrados intentando de engalanarme a mi mismo, pensando que tal vez esto era otra pesadilla "voy a despertar y mi madre estará a mi lado sonriéndome sin importar las circunstancias". Pero se que esto no es una pesadilla. Se que quiera o no cuando abra los ojos tendré que enfrentarme a la realidad.

Solo puedo encontrar un poco de paz sabiendo que mi madre está bien, en un lugar mejor de lo que yo me encuentro en estos momentos. Me dejo perder en sueños mientras la punzante agonía de mi cuerpo continúa envolviéndome como una impiadosa manta.

-¿Qué hizo esta vez?- escuché débilmente la voz de un hombre.

-Nada- contesta otra voz masculina más lejana que la anterior.

-¿Nada?- pregunta incrédulo la primera persona para luego suspirar- tenemos que salir de aquí lo antes posible.

-Estoy de acuerdo contigo.

Me despierto al sentir agua tibia por mi rostro, tardo unos minutos en enfocar mi vista con claridad, cuando lo hago encuentro unos grandes ojos verdes. Miro a mi alrededor para ver que estoy en mi celda, recostado sobre una tabla viejo y desgastada. Me muevo bruscamente cuando siento como la gaza tibia roza uno de mis cortes en el rostro, pero me arrepiento de mi reacción al sentir como el dolor empieza a recorrer cada célula de mi cuerpo. El color morado rojizo cubre casi cada centímetro de mi torso y pierna, la prótesis esta manchada de color negro, parece quemada. Intento de palpar mis costillas pero es demasiado doloroso mover mis brazos, e impensable tocar ese sector así que desisto sin pensarlo dos veces.

Rapunzel limpia con excesivo cuidado los cortes provocados por las lianas en mi cara, todavía tiene una expresión tranquila en su rostro, pero cuando sus ojos se fijan en mi maltratado pecho no puede controlar una mueca de dolor aunque ya esté acostumbrada. Me encuentro en calzoncillos pero tengo un fuerte dolor de cabeza para enfocarme en la vergüenza.

Intento quitarle la gaza a Rapunzel pero me invade nuevamente el dolor. Rapunzel se da cuenta de lo que quería hacer y aparta la mano con la gaza mientras niega con la cabeza.

-Gracias- susurro y ella sonríe.

Hago mi mayor esfuerzo para no soltar gemidos de dolor mientras ella cura mis heridas. Decido cerrar nuevamente mis ojos hasta que ella me habla.

-Bebe esto, debes tener sed- me entrega un balde de agua. Bebo un poco, me arde la garganta al tomar el primer trago.

-Gracias Punz- le vuelvo a susurrar, dejando el balde aun con agua a un lado. Rapunzel termina de vendarme y comienza a acariciar lentamente mi cabello. Sonrío levemente, recordando cuando mi madre acariciaba mi cabello por las noches cuando solía tener miedo. "No temas Hicc, aquí estoy" era lo que solía decirme.

Nos quedamos en silencio, escuchando los lamentos, sollozos, gritos de dolor... lo mismo de siempre.

-Hola- una voz masculina se escucha en mi celda y se acerca.

-Hola Jack- saludo con voz ronca. Rapunzel deja de acariciar mi cabello para levantarse y abrazarlo. La poca luz que había se había extinguido y la oscuridad había vuelto.

-¿Cómo estás?- pregunta sentándose junto a mi cama, seguido de Rapunzel. He estado tanto tiempo aquí que me he acostumbrado a la oscuridad del lugar que ya no me es tan difícil identificar a las personas en las sombras.

-Bien- respiro profundamente, lastimándome el pecho. Cierro mis ojos, apretándolos para así reducir el dolor.

-Hablé con Bocón hace una horas- vuelve a hablar en voz baja y presto toda mi atención a sus palabras. Bocón era un gran amigo de mi madre, y un padre para mi- Estamos listos para salir de este asqueroso lugar.

La noticia me llega de golpe, no me esperaba algo así. He anhelado salir de este lugar toda mi vida, un sueño que compartimos casi todas las personas que se encuentran aquí. Me habían platicado mucho sobre el mundo exterior, y me lo he imaginado. Donde halla diferentes colores. Donde hay sonidos muy hermosos, lo que las personas llaman "música". Ver los diferentes tipos de "animales". En otras palabras, ser libre.

-Es imposible salir de aquí- la seca voz de Rapunzel me devolvió al mundo real.

-Claro que si- dijo Jack- esta vez va a funcionar- aseguró.

-Si. Eso mismo dijeron hace unos años atrás- volvió a hablar Rapunzel entre dientes. Comenzaron a discutir entre ellos hasta que ella decidió irse.

Jack soltó un suspiro para después mirarme.

-Es nuestra última oportunidad Hiccup.

-¿Y si no funciona?- pregunto.

-Entonces moriremos sin conocer el mundo.

Aveces preferiría estar muerto. Se que es un alto riesgo lo que Jack quiere hacer, si funciona podríamos ser libres. Y si no, nos torturarían y probablemente muramos, al menos yo.

Entre la vida y la muerte no encuentro mucha diferencia.

A Mericcup history.

Mericcup: PrisionerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora