-Capítulo 14-

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-Hey despierta- escuchaba la voz de Mérida cerca de mi- Levántate- abrí mis ojos lentamente para encontrarme con los ojos de Mérida, un muy lindo color de azul.

-Buenos días- susurré. Hoy había sido una buena noche, no había tenido pesadillas.

-Buenos días- se levantó- Vamos levántate. Tenemos mucho que recorrer.

Hice lo que me pidió. Me levanté y vi la manta que ayer en la noche le había puesto, esta doblada a lado mío. No esperaba un gracias solo sonreí.

Los dos salimos del pequeño refugio, avanzaba detrás de ella pero me detuve al ver el piso con agua de anoche. Me quede mirando hasta que vi a un niño que saltaba en el agua.

-Charlie, deja de saltar en los charcos te vas a enfermar- le dijo una señora al niño Charlie. El pequeño la miró enojado, echándole la culpa de que arruinó su diversión. El no debió coronarse de esa forma, es su mamá y si se lo dijo fue para que no enfermara, no tenía porque haberse enojado.

Toqué el agua con mi pie derecho, al instante mi vira se mojó pero no le importo, pisé el "charco" con mas fuerza haciendo que el agua saliera de su lugar y mojándome un poco. Sonreí y volví a hacerlo una, dos tres veces y luego salté con los dos pies... o mi pie y mi prótesis con mayor impulso, mojándome los pantalones.

-Hiccup- Mérida se regresó, la había mojado- ¿Que haces?

-Salto.

Levantó una ceja y me volvió a examinar, pareciera que tenía algo malo.

-¿La gente no salta en los charcos?

-No- dijo fría- Vámonos.

-¿Y Chimuelo?- miré a mi alrededor en busca de mi amigo.

-¿Quién?- preguntó extrañada.

-Chimuelo, la hermosa criatura negra que dijiste que estaba pulgoso- dije.

-Hiccup, no le pongas nombre a ese animal, porque si le pones nombre te encariñas y luego te deja- dijo lo último con rencor y tristeza. La miré.

-Chimuelo no es así.

-¿A si?- se cruzó de brazos- Entonces ¿donde esta?

Seguí buscándolo con la mirada, me salí del charco. Lo llamé dos veces y lo vi saliendo de nuestro pequeño asilo, cuando me vio levantó su colita e u tengo acercarse a mi.

-¡Chimuelo!- grite alegremente y lo abracé para luego mirar a Mérida- ¿Lo ves? Aquí esta.

Pero me arrepentí, vi como sus ojos se ponían vidriosos, estaba apunto de llorar y detesto que las personas lloren por mi culpa.

-Vámonos.

-Mérida yo...

-Dije vámonos.

Asentí.

-¿Puede... puede venir con nosotros?- susurré y ella paró de caminar.

-¿Es tuyo no? ¿Porque me preguntas a mi?- me quedé sorprendido ante su respuesta- Tu te harás cargo de el- asentí aun sorprendido.

Cargué a Chimuelo y volví a caminar tras de Mérida. Fuimos a un pequeño lugar donde desayunamos algo. Sabia delicioso. Mérida me explicaba algunas de las muchas que le preguntaba. Para la noche habíamos salido de Escocia lo cual era un gran avance. Mérida me miraba raro, intentando descubrir algo, pero no le tomé importancia, después de lo de Chimuelo volvió a ser un poco mas tranquila y amigable.

Me pregunto que será de ella cuando llegue a mi destino, tal vez, si ella quiere la invite a quedarse con nosotros, si es que nuestra relación de extraños mejora hay una gran probabilidad de que ella diga que si... si mejora, tal vez pueda conseguir otra amiga, porque sería genial tener a Mérida Dumbroch como amiga.

Mericcup: PrisionerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora