-Capítulo 6-

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Mérida y yo fuimos hacia "el bosque" un lugar donde había muchos "árboles" y pasto. Era lindo el lugar, muy tranquilo y lindo, los árboles los compare con el color de ojos que tiene Rapunzel y los míos. Llegamos a una enorme roca con agua.

-Esta es "La cascada de Fuego", dicen que solo los reyes mas valientes suben a ella para beber fuego- explicó Mérida, pude notar que le incomodaba estar en ese lugar, pero también lo decía con un poco de tristeza. Ella siguió avanzando pero yo me quedé viendo la cascada y comencé a escalarla.

No quería demostrar que era valiente, quería ver la ciudad o el bosque desde arriba, quería tocar el agua y llevármela a la boca. Quería experimentar esa sensación.

-¿¡Que estas haciendo!?- la escuché gritar.

-¡Escalando!- respondí poniendo mi mano en una piedra e impulsarme, ya me faltaba poco.

-¡Estás loco!

-¡Vamos sube!- la alenté sin despegar mi vista de las piedras.

Después de un tiempo llegué. Me sacudí la tierra y levanté la vista, era hermoso. Se veían todos los árbitros y un poco de la ciudad. El cielo estaba anaranjado y el sol me daba en la cara, no como en la mañana pero aun se sentía increíble, a pesar de la brisa de viento en mi cara. Me volteé para estar en frente de la cascada. Junté mis dos manos y las metí para tomar agua, las saqué y me las llevé a mi boca. Comencé a gritar y a saltar.

-Estas loco- la voz de Mérida atrás de mi me sorprendió. Me di media vuelta para verla.

-Mira- tome su mano y la guíe a donde estaba para que apreciara el lindo paisaje- Es muy lindo.

-Lo sé.

-Tienes que probar el agua de la cascada, sabe deliciosa- dije con una enorme sonrisa.

-Toda el agua sabe igual.

-No no es cierto prueba.

-Ya la probé, es rica... ya hay que bajar.

-¿Qué? Pero solo he estado cinco minutos aquí, oh menos.

-Este lugar me recuerda cosas desagradables- hizo una mueca.

-¿Y entonces porque me trajiste aquí primero? Yo te dije que el lugar que mas te gustara de aquí y...

-Si, ya se lo que dijiste. Tiene sus cosas buenas pero también malas. Y no me gusta recordar ninguna de las dos.

-En mi hogar han pasado cosas peor que horribles, pero, a pesar de todo pasaban cosas buenas. No buenas como esto pero con el simple hecho de tener a alguien a tu lado que te cuide es una cosa buena en el día- ella me miró sorprendida. Repase lo que dije y yo también me sorprendí, pero era cierto, el simple hecho de tener a mi mamá a mi lado hacia mis días buenos.

-¿Has visto el atardecer?- preguntó después de unos minutos. Yo ni siquiera sabia que era eso- ¿Has visto como se mete el sol? ¿Cómo se esconde entre las montañas?- explicó y yo negué con la cabeza agradecido que ella todavía quisiera quedarse un poco más- desde aquí obtienes una excelente vista, no tarda en meterse. Creo que te gustará.

Sonreí y me senté esperando ver como se metía el Sol. Mérida imitó mi acción y esperamos pacientemente, nadie dijo nada los dos estábamos atentos con la vista en frente. Lentamente el Sol comenzó a bajar y el cielo se tornaba de un anaranjado claro cada vez más hasta el punto en que perdí al Sol entre las montañas.

-Fue hermoso- dije admirando ahora el cielo y las nubes, preguntándome si mi mamá habría tenido la oportunidad para verlo también.

-Lo sé, vamos tenemos que bajar antes que anochezca. No quiero que te pierdas aquí, la noche juega con tu mente.

Asentí y comenzamos a bajar. Fue increíble lo rápido que oscureció pero lo bueno fue que ya estábamos de vuelta a la ciudad cuando eso pasó.

Las calles estaban hermosas, con muchas luces que hacia resplandecer los lugares aún más.

-¿Tienes hambre?- asentí- conozco un lugar que podía gustarte sígueme- tomó mi muñeca y jaló de ella, solté un gemido de dolor. Se me había olvidado lo lastimadas que estaban mis muñecas por las cadenas. Ella se volteó y me zafé de su agarré- ¿Que tienes?

-Nada, vamos a ese lugar que dices- dije rápidamente cambiando de tema. Ella me miró seria, se dio la vuelta y comenzó a caminar. Me sobé mi muñeca mientras la seguía por atrás.

Llegamos a una casa que tenía cosas raras encima del techo. Me quedé mirando esas cosas intentando descifrar que eran.

-¿Que es eso?

-Significa "Osos" en escocés- respondió y entró, yo la seguí otra vez. El lugar era sencillo y lindo. Olía al bosque y había unas cuantas figuras de osos por todo el lugar.

-¡Mérida! Que gusto verte- dijo una señora a travez de una mesa de madera café.

-A mi también me alegra verte Moddie- contestó felizmente.

-¿Quién es el? ¿Viene contigo?- preguntó después de que se abrazaran.

-Moddie el es Hiccup, Hiccup ella es Moddie. Una amiga. El es... un conocido.

-Mucho gusto Hiccup- me extendió su mano y la estreché como lo hacía hecho antes con Mérida.

-¿Me das dos tartas de fresa por favor?- pidió Mérida.

-Claro- Moddie regresó a la mesa de madera.

-¿Te gustan las fresas?- me preguntó Mérida, no da su que contestar no sabia que eran las "fresas" y nunca las había comido. Conteste que si.

En poco tiempo nos trajeron las tartas de fresa y agradecimos a Moddie para salir de aquel lindo lugar. Mérida no cruzó palabra conmigo y siguió caminando hacia su casa.

Mericcup: PrisionerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora