-Capítulo 29-

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Corría libremente por el pasto descalzo, sintiendo un cosquilleo en los pies.
-Hiccup- escucho la hermosa voz de mi mamá. Giro, desesperado por encontrarla. Esta un poco lejos de donde me encuentro y me dirijo hacia ella con una gran sonrisa.
-Mamá- quedé frente a ella, se acumularon lágrimas de felicidad en mis ojos. Ella sonrió y salieron algunas lagrima de su bello rostro.
-Hola mi amor- cuidadosamente acaricio mi cara y la abracé.
-Te extrañe mucho- susurro sin despegarme de ella.
-Y yo a ti, pequeño.
-Me sentí muy solo y asustado.
-Lo sé, y lo siento mucho.
-Ahora estaremos juntos, ¿no?- ella se separó de mi.
-Si claro.
Y antes de volver a hablar escuché otra voz.
-¡Hiccup! ¡Hiccup por favor despierta!- eran gritos desesperados, y sabia bien de quien eran.
-Mérida- susurré.
-¡No me dejes! ¡Por favor!- escuché como comenzaba a llorar- Escucha Hiccup, te amo, ¡te amo! Por favor.... regresa conmigo.
Me quede mirando a la nada. Ella estaba conmigo y temía en donde me encontraba yo. No podía irme, no la dejaría sola.
Me giré para ver a mi mamá.
-Ve con ella.
-¿Y tu?
-Estaré bien.
-No quiero perderte otra vez.
-No Hicc, yo siempre voy a estar aquí- tocó mi corazón.
-Eres una hermosa estrella- la abracé por última vez.
-Adiós, mi pequeño valiente.

Escuchaba un ruido constante cerca de mis oídos. Me sentía débil no sentía mi cuerpo. Lentamente abro mis ojos, un terrible dolor me invade en la cabeza, gruño por lo bajo. Lo único que veo es todo blanco hasta que me voy adaptando a la luz y comienzo a ver mas cosas.

-...cup- giro levemente mi cabeza hacia la derecha para encontrarme unos lindos ojos azules con algunos rulos naranjas- Hiccup- escucho su voz temblorosa y me doy cuenta de que tiene los ojos rojos y algo hinchados.

-Mer- me cuesta trabajo hablar- Mer...

-No hables, estas bien- una pequeña sonrisa le nace en su rostro. Yo sigo sin saber donde estoy. Los recuerdos me golpean de repente y mi respiración es mas agitada- Hicc, Hiccup tranquilo.

-¿Donde estamos? ¿Que haces aquí? ¿Te hicieron daño?

-Shh, mírame Hiccup- y la mire detenidamente, viendo si estaba lastimada y gracias que no lo estaba. Pero su mirada decía todo lo contrario- estas a salvo, estoy bien- rozó su mano con la mía, rápidamente la aparte.

-E-el amo...

-Esta muerto, nunca más volverá... a hacerte daño.

-¿Donde estoy?

-Tienes que tranquilizarte, por favor.- Mérida llevaba días sin dormir, las notables ojeras al rededor de sus ojos la delatan.

Cuando pude tranquilizarme soltó un suspiro antes de hablar.

-Estas en un hospital, un edificio donde viene gente enferma o herida.

-¿Y yo estoy enfermo?

-No, estas herido.

No me gustaba verla así, esta llorando nuevamente por culpa mía. Otra punzada de dolor vino a mi cabeza y volví a gruñir.

-¿Que te duele?

-La cabeza... poquito, no importa, siempre me duele- no quería preocuparla mas- ¿Cuanto dormí?

-Dos meses.

Estaba impresionado, llevaba dos meses dormido... y ella sufriendo por mi.

-Mérida.

-¿Porque no dejas de preguntar cosas?No olvida lo que dije solo...

-Quiero saber que paso, como me encontraste y como salimos- le pedí.

-Le dije a Estoico que te perdí, y que creo que sabia quien te había llevado. El me dio pidió la descripción del hombre y supo en donde estabas... El y yo hicimos un plan. Yo iría por ti y el vigilaba. Estaba oscuro y comenzaba a hacer frío, no sabia a donde ir hasta que escuché una voz gruesa y otra no tanto... salieron de un cuarto dejando la puerta entreabierta. Me metí y comencé a buscar el interruptor... cuando encendí la luz... vi sangre y te vi a ti... atado como... como si fueras un animal... golpeado, sangrando... sin ropa. Me dirigí a ti rápidamente evitando hacer ruido pero no podía hacer nada, estaba asustada. Jamás había visto a un ser humano en ese estado. Pero, un señor, cabello rubio... creo que su nombre era Bocón, el me ayudó a desencadenarte; no sabia de donde tomarte... el me paso unos pantalones y una manta. Estabas sudando y soltabas gemidos. El señor me ayudó a escapar... yo... yo no sabia que hacer pero tenía que irme, tome el auto de Estoico y te llevé al hospital mas cercano... se te paró el corazón tres veces Hiccup... pero eso... eso ya no importa, despertaste y puedo estar un poco mas tranquila.

Comenzó a llorar desconsoladamente y sabia lo que tenía que hacer.

-Ven- con la poca fuerza que tenía le indique que se acercara. Ella me miro dudosa- ven, necesitas un abrazo y quiero dártelo- sonreí débilmente.

-Pero...

-No me vas a aplastar, ven.

Y ella vino a mi. La abracé y dejé que ella llorara y yo también lo hice. Me sentía sumamente agradecido con ella por venir y rescatarme, por no dejar que muriera aquel día, por estar conmigo todo este tiempo.

Poco a poco el sueño se va apoderando de mi, miro a Mérida quien ya se a tranquilizado y al parecer se quedo dormida, sonreí y cerré mis ojos.

Despierto al no sentirla a mi lado. Abro mis ojos y comienzo a buscarla en mi cama.

-Aquí estoy- me dice poniendo a en frente de mi con una sonrisa.

-Me asuste- susurré.

-No me voy a ir a ningún lado- amplió su sonrisa.

Su mano estaba al principio de la cama fui estirando mi mano hasta tocar las suya, ella se sorprende y entrelaza sus esos con los míos, me doy cuenta que tengo algo en mi mano.

-¿Que tengo en las manos?- miro mi mano y parte de mi brazo tienen... algo raro que esta dentro de mi. Siento algunos cables por mi pecho.

- Son unos pequeños tubos que contienen suero y no se que mas.

-¿Y este que esta rojo?

-Es sangre, perdiste demasiada, donaron sangre y te hicieron una transfusión.

-¿Y que tengo en la nariz?- intente verme la nariz.

-Es para respirar... aveces olvidas como hacerlo cuando duermes.

Mérida volvió a acostarse a mi lado y comenzó a jugar con nuestras manos.

-Vi a mi mamá- le digo y ella voltea a verme.

-¿Y... que paso?

-Iba a irme con ella... pero me arrepentí.

-¿Porque?

-Porque escuche a alguien gritar mi nombre desesperadamente, y comprendí que no podía dejarte sola... además escuché algo que me dejo sorprendido, me dijiste que me amabas.

Las mejillas de Mérida enrojecieron mostrando una tímida sonrisa.

-No sabia que lo habías escuchado.

Sonreí y le quité un rizo que impedía ver con claridad sus ojos.

-Soy un prisionero.

-No Hicc, no lo arruines así.

-Mi cuerpo y alma están sujetos a ti, mi corazón es tuyo. Tu eres mi nuevo amo.

-Entonces yo también soy tu prisionera- susurró- Puedo... pregun...

Junté mis labios con los suyos, convenciéndome que esta es mi nueva realidad. Que verdaderamente la pesadilla a terminado.

-La amo, señorita.   

Mericcup: PrisionerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora