-Capítulo 20-

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Todos tenemos miedo a algo, en mi caso es la nieve. La odio, con sólo mencionarla me hace estremecer, y justamente por el lugar donde pasamos estaba repleta de pura odiosa nieve.

Rapunzel quedo impresionada, nunca en su vida había conocido la nieve, o no lo recordaba. Una sonrisa se formó de sus labios, se veía hermosa así, era la mejor vista que pudiera tener. Pero ella sabe sobre la nieve y yo así que intentó ocultar su asombro y ganas de jugar para seguir caminando.

-¿Te gusta?- pregunté.

-Que- dijo avanzando.

-La nieve- me sentía la peor persona, ella se estaba conteniendo las ganas de tocarla solo por mi.

-Es linda.

Respiré hondo y me agaché para volver a sentir la fría nieve en mis dedos. Fui almacenando la nieve hasta formar una pequeña bola blanca. Me levanté y mire hacia donde estaba Rapunzel y se la arroje. Le cayó en la nuca. Rapunzel dejo de caminar y lentamente se giró para ver quien le había arrojado la bola de nieve.

Volví a lanzarle otra bola de nieve y reaccionó. Hizo su propia bola de nieve y me la arrojó con todas sus fuerzas. Y así comenzó una guerra de nieve. Era divertido.

Cuando nos cansamos y Rapunzel ganó, nos recostamos en la nieve, y comenzamos a hacer ángeles de nieve.

Adoraba escuchar la risa de Rapunzel, era la mi melodía favorita.

-¡Jack mira! ¡Pascal también juega! ¡Y es blanco!- gritó emocionada. Me levanté y mire a la rana de Rapunzel y le sonreí y ella me miró- ¿Que?- dijo sin borrar su sonrisa.

-Me gusta verte sonreír.

Sus mejillas enrojecieron.

Seguimos divirtiéndonos hasta que ya no la escuché.

-¿Punz?- me levanté- ¿Punz?- no la vi y un miedo terrible me invadió-¡Rapunzel!- busqué a su rana y no la encontré-¡Rapunzel! ¡Rapunzel!

Corría por el bosque gritando su nombre desesperadamente hasta que me detuve al verla en un lago congelado.

-¡Rapunzel!- grité dirigiéndome hacia el lago.

-¡Jack!- dijo con una gran sonrisa y al verme esa sonrisa desapareció.

-¿¡Que estas haciendo!?- tomé una rana y lentamente me fui acercando a ella. La saque de ahí y la llevé lejos-¿¡Pero que te pasa!?

-L-lo siento yo... solo quería... perdón.

-¡El hielo podía romperse!- grité furioso- ¡Si no hubiera llegado estarías...

Me callé e intenté tranquilizar mi respiración. Nunca me había molestado con ella y jamás le había gritado.

-Lo siento, no debí gritarte- estaba asustada, asustada de mi- perdóname- me acerqué a ella lentamente.

-Yo lo siento- susurró- fui una tonta.

-No quiero perderte a ti también- me in que susurrándole- no lo soportaría.

Sentí sus brazos a mi alrededor, le correspondí hacia su abrazo.

-Prometo que te enseñaré a patinar, en una pista especial- la miré directamente a los ojos y sonreí- nunca más volveré a gritarte- y la volví a abrazar.

Mericcup: PrisionerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora