-Capítulo 5-

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Le hice una pequeña casa a mi nuevo amigo, con unas cajas de cartón con mucho espacio para que pueda moverse, pero, ahora que lo pienso no creo que se mueva mucho... bueno no importa. Le dejé un poco de agua y un poco del tocino que la señorita Mérida tenía, algo que también se lo repondré.

-Ahorita vengo, ¡voy a conocer Escocia!- le susurré emocionado, ya que la señorita Mérida estaba cerca de nosotros- pero no me voy a tardar- le asegure. El me lamió la cara dándome a entender que el me esperaría. Lo acaricié por una última vez y me levanté.

-Ya terminaste o le darás otro discurso a ese animal- dijo enojada y desesperada. Me arrepentí por haberla hecho esperar tanto.

-Ya... ya termine... pe... pero si... si quieres no... no me enseñes na... nada.

-Tartamudeas mucho- dijo, avanzando.

Tartamudear era una mala mañana que había adquirido desde hace ocho años. Suelo tartamudear solo cuando estoy nervioso o tengo miedo.

-Lo siento- susurré.

-¿Que es lo que no conoces?- todo.

-Amm yo... yo no... no vivo aquí, no conozco nada.

-¿De donde eres?

Esa era una pregunta difícil, no se exactamente donde se encuentra mi infierno en donde me crié, pero se como se llama... pero no creo que sea bueno decirle que vengo de una prisión o ¿si? No soy de su agrado y puede avisar a las autoridades yacer que regrese a ese horrible lugar.

-Berk- dije casi inaudible.

-¿Qué? ¿Podrías hablar mas fuerte?

-Berk- dije un poco más fuerte y ella abrió ligeramente su boca.

-Cruzaste todo el desierto, ¿en cuantos días?

-Uno... ¿eso era un desierto? La tierra era rara...

-Es arena amarilla- contestó cortante- Las personas que vienen de Berk hacia aquí tardan dos o tres días.

-Yo solo tarde unas horas- independientemente de las condiciones en las que estaba y en las que sigo.

No preguntó nada mas y prosiguió a mostrarme la ciudad, pero me sentía incómodo y supongo que ella también.

-Yo ya no tengo ganas de ver la cuidad- dije y ella paro de caminar y se volteó para verme- Yo... emm- solté un suspiro- Te estoy haciendo perder el tiempo. Te agradesco mucho por toda su hospitalidad que me ha dado pero... creo que la incomodo mucho y no quiero incomodarla mas.

Se quedo sin palabras.

-Yo... no eres... agh- se llevo las manos a la cabeza. No sabia como descifrar eso.

-Eee yo... quisiera saber...

-Lamento ser así, solo que me recuerdas muchas cosas con tus preguntas. Pareciera que no conocieras...- se calló a si misma- ¿que es lo que conoces?- dijo mas tranquila.

-Si te soy sincero, nada de este mundo.

-¿Eres de otro planeta?- preguntó divertida.

-No- negué con la cabeza. Ella se puso mas seria.

-Que es lo que conoces.

-No quieres saberlo.

-Claro que si.

Baje la mirada hacia el pasto y luego volví a mirarla y suspiré.

-Dolor, sufrimiento, desesperación, miedo, sangre...

-Entiendo- dijo apenada- te parece... ¿empezar de nuevo?

Una pequeña sonrisa se formo en mi rostro. Asentí.

-Soy Mérida Dumbroch- extendió su mano y la miré extrañado.

-Hiccup- dije.

-Tienes que estrechar la...- seguía sin entender a lo que se refería. ¿Qué era "estrechar"?- tienes que estirar tu mano, es un saludo- y entonces comprendí y también estiré mi mano con la de ella- ¿Por donde empezamos?

-Por el lugar que mas te guste- sonreí.

Mericcup: PrisionerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora