-Capítulo 13-

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-¡Jack!- Rapunzel gritaba y al instante me di cuenta que ella ya no estaba a mi lado.

-¡Rapunzel! ¿Pequeña donde estas?- pregunté asustado.

-¡Jack mira!- me dijo detrás de mi. Me gire rápidamente y la vi con una gran sonrisa.

-Que pasa- dije mucho más tranquilo de saber que no había pasado nada grave.

-Hice un nuevo amigo, se llama Pascal- me enseñó a un pequeño camaleón de color verde con enormes ojos, le sonreí.

-Hola Pascal.

-¿Quieres jugar a las escondidas con nosotros?- me preguntó, ampliando más su sonrisa.

-¡Claro!- hacia mucho tiempo que no jugaba a las escondidas.

Rapunzel comenzó a contar del uno al diez, que era los únicos números que se sabe. Al terminar comenzó la búsqueda, claro, me encontró a mi primero y mucho después a Pascal. Y, me pude dar cuenta, que solo éramos niños en cuerpos de un adulto.

Me gustaba verla sonreír, saber que se había olvidado del otro mundo por un momento y que disfruta estar aquí, en el bosque.

Hace dos días que habíamos llegado a este lugar, todavía seguíamos buscando alguna ciudad, y le había enseñado a Punzie algunas cosas que recordaba.

Horas después encontramos la ciudad. Y, aunque ella no lo digiera sabia que tenía hambre, aunque no era algo de lo que ninguno de los dos se quejaba pero, estando afuera, creo que comer un poco mejor no nos vendría mal.

Aun sigo pensando en como es que fuimos a conseguir dinero para que por lo menos compráramos algo de fruta.

Rapunzel y yo mirábamos cada cosa con asombro y aveces ella me preguntaba y al no saber tenía que preguntar. Era una linda ciudad, debía admitirlo.

Mientras nos paseábamos unas personas comenzaron a tocar una dulce melodía, se me ocurrió comenzar a bailar.

-¿Qué haces?- me preguntó.

-Esto es bailar pequeña, ven- le extendí mi mano pero ella rechazó.

-No gracias- se cruzó de brazos. Quería que siguiera disfrutando así que la jale del brazo lo mas delicadamente posible y comenzamos a bailar al ritmo de la música. Al principio ella se negaba pero después de unos minutos lo estaba disfrutando. Otras personas se unieron a nuestro baile, lo que lo hizo más extraño de lo que ya era.

-¿Te gusto?- dije con la respiración entrecortada.

-Si- asintió varias veces con una gran sonrisa. Y por primera vez en seis años pude apreciarla mejor: sus ojos verdes eran lindos, más claros que los de Hiccup, tiene una pequeña nariz y varias pecas al rededor de sus cachetes, y si corto cabello café. Sonreí al verla por fin bien- ¿Que?- preguntó.

-Por fin pude obtener una mejor vista de ti- vi un pequeño sonrojo en sus mejillas.

-Si... ya, ya hay que seguir- se dio media vuelta, dispuesta a seguir recorriendo la ciudad.

El sol comenzaba a ocultarse, Rapunzel se sentó en la banca de una fuente y se quedó mirando a un par de niños.

-Míralos- dice seria- lloran porque no les han comprado el juguete que querían y a eso le llaman sufrir, yo a esa edad rogaba por comida

-Rapunzel...

-Y esa chica, he oído que lo que mas duele es el rompiendo de una relación hombre mujer, pues ella esta llorando por eso y dice que esta sufriendo, yo a sus edad tenía que estar con el horas después de que mi madre murió.

-Rapunzel...

-La gente dice que sufre por cosas sin sentido, pero ellos no saben lo que es el verdadero dolor, la angustia...

-Cada quien sufre diferente Rapunzel.

-Deberían llevarlos a prisión para que vean lo que de verdad es sufrir.

-Basta, Rapunzel- dije serio.

Rapunzel tenía los puños cerrados, estaba enojada, furiosa con aquellas personas. Ella odiaba a las personas que tuvieran una linda vida, que creyeran en que todo terminara en un final feliz.

-Punz- toque la punta de sus nudillos y ella los apartó rápidamente.

-Ya vámonos, tenemos que seguir- dijo fría, y fue ahí cuando la Rapunzel que conozco regresó.

Mericcup: PrisionerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora