VII

548 53 5
                                    


Hoseok sentía que su corazón latía a mil por hora, el cargo de conciencia era alto, es su hija, su dulce princesa, siempre le ha parecido una niña tierna y dulce, nunca le ha pedido mas de lo que le da, desde que murió su madre sabe que la llevo mas complicado, pues no esperaba que su figura materna cambiara tan abruptamente.

Sabia que no la aceptaría al principio, pero ahora había demostrado la madurez de no ser así, se sentía confundido, su esposa estaba renuente, le decía que no le prestaba la misma atención, que se dedicaba mas al trabajo. La madre de Han Eul nunca le reprocho nada así, Han Eul tampoco, no estaba bien lo que ella hacia ahora.

No solo se comportaba de manera indeseable, si no también trataba a su hija como la criada de la casa, ella cocinaba, limpiaba y además cuidaba de su hermanito. Todo esto sin pedir nada a cambio, al contrario, seguía siendo la buena hija de siempre.

Ahora sabia que si cruzaba la puerta frente a él no había vuelta atrás, no podría hacer mucho con lo que sucediera, pero era la primera vez que Han Eul le pedía algún tipo de atención ¿Cómo se la negaría?

Abrió la puerta y lo primero que sintió fue el aroma del Shampoo de su pequeña, las luces estaban apagadas, así como todo en silencio, miro a su princesa dormida plácidamente en su cama, su respiración era lenta. Se acerco con cuidado para admirarla, se parecía tanto a su madre, pero su cuerpo era mucho más sensual, sus piernas eran gruesas y ejercitadas debido al soccer, su cintura pequeña que es seguro que le con una sola mano la podía abarcar, los labios gruesos y suaves.

Los pezones se marcaban en la fina tela del camisón que tenia puesto, con una clara invitación a ser devorados, no podía creer todos los pensamientos que estaban pasando en su cabeza en este momento, mucho menos cuando su erección empezó a doler tanto.

—¿Papi? —Han Eul se sentó y se tallo los ojos un poco —pensé que no vendrías —hablo en voz baja.

—Me siento mal mi princesa, me siento tan terrible, tu eres mi niña, no deberías de provocarme todo esto.

Lo tomo de la muñeca y lo jalo hacia ella, haciéndolo acostar en la cama, se acomodó el cabello un poco mientras subía ahorcajadas.

—Solo estas siendo un padre cumpliendo un capricho a su hija, me lo merezco, merezco ser malcriada un poco —se movió contra su erección —estas tan duro papi, duro por mí.

—Dios Han Eul.

—Shh, debemos ser un poco silenciosos.

Se inclino a besarlo, sin dejar de moverse lento sobre la erección, le tomo las manos para que la acariciara, Hoseok se atrevió a deleitarse con la piel tersa de su pequeña, sentía como se erizaba con el tacto, bajo hasta su diminuta ropa interior haciéndola aun lado tanteando la humedad.

—¿Ya estas lista para mí?

Han Eul, metió sus manos para sacar el miembro de su padre y alinearlo para bajar de manera lenta. El grosor era demasiado para quedarse callada, así que un gemido fuerte se le escapo, Hoseok le cubrió la boca al ver como su hija ponía los ojos en blanco mientras bajaba.

—Dijiste que sin mucho ruido.

Han Eul asintió, se mordió los labios cuando empezó a subir y bajar, sus piernas temblaban, temiendo ser desgarrada por su padre, se quedo quieta un momento esperando adaptarse un poco al tamaño, pero su padre ya estaba ansioso, así que se giró con ella para ponerla debajo, le tomo las manos y las unió sobre su cabeza, haciendo que el camisón se levantara mostrando los pequeños pechos. Hoseok se inclino metiendo uno a su boca usando la lengua para estimularlo, logrando que su pequeña se relajara un poco, al sentirse menos aprisionado empezó a moverse de nuevo, haciendo los embistes mas fuertes. Las piernas de la pequeña eran abiertas demasiado pues necesitaba meterse mas profundo, no era ni la mitad lo que había entrado.

—Eres tan estrecha, me voy a correr muy rápido.

Ahora atendió el otro pecho volviendo a succionar y lamer con cuidado, Han Eul se mordía los labios para no gritar por el placer que sentía, en su vientre se acumulaba un pequeño nudo eléctrico que hacia que se mareara por aquella sensación al ser penetrada de manera más salvaje cada vez, mas aun cuando el miembro de su padre entro en totalidad. Sus testículos golpeaban con violencia sobre su trasero y los dedos de sus pies se torcieron previamente al orgasmo que llego con las fuertes convulsiones. Hoseok sintió que se lo arrancaría por como lo aprisiono, no pudiendo evitar correrse dentro de ella. Cayo encima del cuerpo de su hija con la respiración agitada.

—Necesitamos cuidarte.

—Estoy tomando anticonceptivos, no tienes que asustarte, puedes venir a mi habitación las veces que lo desees.

—Estoy tan feliz de que seas tan buena hija.

Libro #4 Cian (J.H.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora