Capítulo 21: Por las malas

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Capítulo 21: Por las malas

Sage

Esa sensación de conocer tanto a alguien a pesar de no conocerlo, es posible.

Estaba seguro.

Tan seguro como que Idris había disparado.

Antón cayó a centímetros de mí, gritando como niña mientras, se sostenía la pierna y unos tipos lo ayudaban.

No disparó a matar. 

Él no estaría vivo de ser así.

Idris sería mi karma, lo supe desde qué fue la única capaz de pelear conmigo, cuando casi acaba con cinco tipos más entrenados que ella, cuando nunca hizo menos su fuerza delante de mí, cuando se metió en la casa de Antón sin avisarme, cuando se lanzó con la cuerda sin miedo a morir, y cuando disparo a pesar de que tenía orden de no hacerlo.

Era increíble, pero le faltaba disciplina, no podía andar cometiendo locuras así y salirse con la suya.

Y como si quisiera decirme que si podía, salió del edificio caminando con total calma.

Sus movimientos tan seguros, su mirada tan penetrante, sus pasos fuertes y sin miedo.

Una sonrisa llenó sus labios, una de superioridad.

Llegó ante mí, con la cabeza en alto, lista para lo que fuera a decirle.

—Te di una orden— le dije casi en un susurro para mí, pero seguro era un tono normal.

—Y yo no la seguí.

—Eso está claro.

Ella desvió la mirada para buscar a Antón.

—Dijiste no matar, y él está vivo.

—No matar y no disparar.

Ella sonrió más.

—Me faltó una

Sus ojos no transmitían culpa alguna, y aunque Antón era un asco de persona, ¿No sentía ni más mínimo remordimiento?

—Sé lo que estás pensando Sage.

Eso me tomó por sorpresa, no podía dejar de observarla, de cómo estaba tan relajada.

—¿Qué pienso Idris?

Su sonrisa desapareció.

—Yo no soy como tú, yo no siento culpa por esto, a diferencia de ti, que a pesar de que te desagrada este tipo no te complace verlo muerto, a mí me encantaría que lo estuviese, pero me agrada más la idea de que se pudra en prisión, con una sola pierna.

Algo hizo clic, bueno varias cosas.

Me giré para ver a Antón, lo estaban vendando y parecía no poder aguantar el dolor, sus muecas lo decían todo.

—No se va a recuperar, ¿verdad?— pregunté aunque ya conocía la respuesta.

—Si la bala dio justo donde planeé, no.

Claro que dio.

Debía gritarle, por haberme desobedeció, todos esperaban que lo hiciera, Chris estaba esperando, Leroy, todos los chicos, incluso Idris.

Pero solo podía pensar en lo que tenía entre manos.

Ella era una bomba, que si no controlaba, me explotaría en las manos.

Paso a mi lado, llegó a Antón, este la observó con una mirada llena de desprecio mientras ella solo sonreía y se gozaba en su dolor.

—Aléjate de mí— le gritó a Idris.

El secreto de Idris y Tristán Donde viven las historias. Descúbrelo ahora