Capítulo 2: A lo grande

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Capítulo 2: A lo grande.

Idris


Había olvidado cómo era despertar en mi habitación aunque suene raro.

La luz se colaba  por las cortinas eran las 9:00 am.

Quede con Manuel a las 10:30 am.

Me senté lista para vestirme fui por lo básico, pantalón negro y sudadera azul oscuro.

Mi cabello negro iba en una cola alta y sin maquillaje solo un delineado que nunca podía faltar.

Baje para encontrar a mi familia preparando el desayuno.

Mi papá estaba poniendo la mesa con sumo cuidado y tenía el cabello castaño mojado, mi mamá estaba sirviendo el desayuno mientras reía con papá, se podía ver la felicidad en esos ojos azules preciosos y mi hermanita,  ella  estaba jugando con sus muñecas  era el vivo retrato de mis padres.

Saco el cabello castaño de mis padres y los ojos azules de mi madre.

—Cariño, el desayuno está listo—mi mamá me dijo con una gran sonrisa.

Ni eso pude heredar de ella.

Tome lugar en la mesa y la pequeña niña con la que compartía sangre hizo lo mismo.

—¿Qué planes tienes para hoy florecita?—papá me preguntó.

—Iré por un café con Manuel, para ponernos al día y eso.

—Que bueno es el último año ¿ya sabes que vas a estudiar?—papá preguntó con tono suave.

—Papá, la verdad todavía ni lo he pensado, tengo muchas opciones y no  quiero equivocarme.

—Si mi niña, pero recuerda que tienes que decidirlo antes de que termine el año escolar.

—Si papá— le dije para que dejara el tema.

Me ponía nerviosa hablar sobre ello y es que todavía no tenía ni la menor idea.

Tenía presión. Pero lo pensaría en otro momento.

Estaba caminando hacia la cafetería recordaba las calles. No habían cambiado en nada, los árboles, arbustos, tiendas y aceras.

Justamente cuando estaba pensando en porque existían las aceras llegué a la cafetería.

Mi primo estaba esperando en la mesa junto a la ventana.

Y si, estaba igual que siempre.

Encantador, era el tipo de chico que todas perseguían y él lo sabía, no necesitaba decir nada para conseguir una cita solo una mirada y aceptaba cualquiera.

—¿Por qué estás tan pensativo?

—¡Abejita!—dijo felizmente.

—¿Muy alegre no?

—Bueno, es que llegó mi persona favorita—pero lo conocía demasiado bien había algo más.

—¿Y?

—Andrea y yo ya no estamos juntos.

—¿No deberías estar triste?

—Para nada, sabes que no estaba enamorado, era linda y todo pero no creo que sea lo mejor para ella y seré un frío de lo peor, pero quiero que sea feliz —lo mire—Y nadie podría ser feliz conmigo — me sentí mal al escuchar eso.

—Manuel no digas eso.

—Es cierto—me miró —por eso nunca intentaste nada con Tristán —eso en parte era cierto.

—Él ni sabe de mi existencia y así está mejor.

—Eso no te lo aseguro — debió ver la duda en mis ojos — Idris, se que piensas que eres invisible y nadie se fija en ti —era cierto —Pero no es así.

—¿De qué hablas?

—Mira, eres sumamente bella tienes un cuerpo deseable y te lo digo yo que soy tu primo, ojalá no lo fuera –dijo lo último entre dientes.

—¡Manuel!—le parecía muy divertido mientras reía abiertamente.

—El punto es que muchos chicos han estado interesados en ti , pero tú solo tenías ojos para el “ojos de gargajo” —Manuel le decía así a Tristán.

—Te pasas.

—Ojalá me pasara contigo.

—¡Manuel!

—Ya ya— estaba conteniendo la risa el muy pervertido —ojalá fuéramos norteños.

—¡Manuel!

—Ya ya.

Yo pedí un café frío y él un té.

—Bueno a lo que venimos—me miró serio —¿vamos a volver a hacerlo?

Me lo pensé, me lo pensé mucho pero ya sabía la respuesta desde que tuve que volver sabía la respuesta y es que aunque lo intentará no podía dejar esto atrás ya era parte de mí.

Y le respondí segura mirando de la forma más fría y él me entendía.

—Si Manuel, vamos a volver a hacerlo y está vez mejor—porque si, si volvía volvería a lo grande.

—Ese es el espíritu de mi abejita —Manuel estaba tan emocionado que sus ojos tenían ese brillo —¿Cuándo? — pregunto.

—Hay que planearlo bien, será a lo grande, lo peor que este pueblo pueda imaginar nunca.

—Idris solo no te vayas a pasar ¿Si?—me observó con un poco de miedo —sabes las reglas, nadie que conozcamos, nadie inocente y nada de niños—

—Lo sé, cálmate, será dentro de una semana —le informe —será la mejor fiesta de todas.

……………………..

Estaba con mamá en el súper.

Ella Lucía fantástica como siempre con un vestido floreado y su cabello castaño perfecto en una trenza de lado.

Nadie pensaría que es mi madre o que yo soy su hija, parecíamos de dos mundos distintos.

Y no porque yo me viera mal, sino porque teníamos estilos totalmente diferentes, ella era de flores, colores alegres y yo era más de colores oscuros y sin ningún estampado.

Eso sin mencionar que éramos totalmente distintas en facciones.

Las mías era finas pero marcadas y me daban un aire de frialdad y oscuridad que se complementaba con mis ojos negros.

Y las de ella eran finas pero dulces alegres y le daban un aire de confianza, vida, carisma, junto con los ojos azules.

Estaba eligiendo la pasta, según ella, eso era importante no podías solo tomar una y listo tenías que leer todo, ver su color, ver la forma, el grosor, etc.

—¿Emocionada por volver a clases?—pregunto.

—La verdad, no —lo pensé —  para nada.

—¿Por qué?

—Solo no me emociona—honestamente odiaba la idea.

—Nada te emociona—claro que habían cosas que me emocionaban solo que ella no lo sabía —Hija yo creo…

Se cortó.

—¿Crees que?—pero ella no contestó —Madre ¿Crees que?

—Idris, no me digas así —la mire para que entendiera que no podía cambiar el tema—Bueno hija, yo creo que deberías volver a ver al psicólogo.

Eso no, yo no volvería a un psicólogo nunca.

—No—dije tan cortante que mi madre me miró sorprendida.

—Solo tómalo en cuenta.

—No.

—Pero ni lo consideras.

—No tengo nada que considerar, estoy harta de eso ¿Qué dirá? ¿Qué tengo un trastorno de personalidad? ¿Qué soy anti social? ¿O incluso que tengo tendencia suicida? No porque inventara alguna otra enfermedad mental que no tengo —dije intentando no explotar.

—Hija …

—No —volví a interrumpirla —estoy cansada de eso, no quiero que busque una explicación a algo que no la tiene. Tal vez si, pero ¿Y si no quiero saberla? ¿No tengo derecho a no querer? ¿Tú no tienes el deber de respetar mi decisión? —sabía que no respondería y no quería que lo hiciera  —¿Sabes mamá? Yo estoy bien así, sino me emociono por todo eso no quiere decir que esté mal,  o que haya algo mal en mí—la mire.

—Yo no dije eso—me respondió.

—Pero se que lo piensas o ¿Me lo vas a negar?—no, no lo haría —vuelvo más tarde a casa —le dije dándome la vuelta.

—No llegues tan tarde —solo asentí y salí el súper.

Ya estaba oscureciendo.

La noche era fría y estaba cansada.

Pero cansada de actuar lo más normal posible, cansada de no confiar en nadie , cansada de acostarme todas las noches imaginando historias que nunca se cumplirían, estaba cansada de todo.

Y jamás pensaría en quitarme la vida, no era ese tipo …pero si quería un descanso.

Estaba pasando por el puente, me asomé y era una caída muy grande, nadie sobreviviría a eso.

Mentiría si dijera que no pensé en lanzarme, pero no lo haría tenía mucho que dar, mejor dicho tenía mucho que quitar.

En el momento en que estaba pensando muchas formas de acabar con una vida.

Me encontré con él, con Tristán. Venía hacia mí. Tan perfecto. Tan increíble. Me caía mal.

Venía con audífonos, las manos en los bolsillos del pantalón blanco y una sudadera negra.

Y estaba tan guapo como lo recordaba.

Mandíbula marcada , nariz perfecta, ojos miel, pequeñas pecas por sus mejillas y un cabello castaño tan hermoso que daba la impresión de estar despeinado pero a la vez no.

En ese momento levantó la mirada, se quitó los audífonos y me miró con esos ojos miel que me dejaban sin aliento.

Pero note algo en su mirada, algo extraño.

Para empezar él y yo jamás habíamos hablado, pero me miró como si se alegrará de verme.

Se acercó.

—Idris—¿Sabía mi nombre? Creo que estaba soñando.

—Tristán—él me miró con un poco de asombro.

—¿Sabes quien soy?—dijo y claro que sabía quién era.

—¿Tú sabes quién soy?—pregunté.

—Claro que lo sé —quedé perpleja —Idris Duvessa 17 años , último año, te gustan las gomitas, eres buena en deportes, pero no los prácticas, color favorito, rojo, rojo sangre.


El secreto de Idris y Tristán Donde viven las historias. Descúbrelo ahora