Capítulo 30: El juego.

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Capítulo 30: El juego

Idris

El sonido que hizo la daga fue apenas un zumbido, magnífico, gire para ver la cara de Tristán, digna de inmortalizar, el miedo que cruzó su mirada, el terror que se instaló en su rostro, el nudo que seguro se había formado en su garganta, toda su vida pasó ante sus ojos, justo antes de que Sage detuviera la daga a centímetros de él.

Sage me miró sin darle mucha importancia a mi acto, pero Tristán se quedó paralizado.

Me acerqué, muy lentamente, y lo miré con expresión de preocupación.

—¿Estás bien, Tristán? — pregunté, para después enderezarme y levantar el rostro, dejando en claro quién era — Yo no juego, no me hagas enfadar, porque Sage no estará siempre.

Tome asiento al frente de la mesa, como siempre.

—Estaba pensando en contactar a la red de tráfico esa, como si nosotros también lo fuéramos — Sage me devolvió la daga — les diremos que tenemos 7 chicas perfectas...

—¿7? — preguntó Manuel.

—Seleccione a las más capacitadas, llevo años trabajando con ellas y sé cuáles son capaces de hacer este tipo de trabajo.

—Hay que detallar más el plan, pero creo que es la mejor forma de contactar rápido con ellos— asintió Chris.

—Vi en el informe que son un grupo muy machista, así que yo me mantendré al margen de la negociación directa, Sage y Manuel se encargarán como líderes — Sage asintió.

—¿Entonces no estás presente en la negociación? — preguntó Manuel.

—Claro que estaré, no dejaré a mi equipo, solo estaré más atrás, como madame o algo así.

—¿De las que cuidan a las niñas? — preguntó Tristán, su voz me fastidio.

—Yo no diría cuidar, las preparan para el trabajo vil para el que son compradas, eso no es cuidar — lo mire fijamente — pero siempre hay una en las organizaciones — voltee para mirar a todos.

—Eso es cierto— dijo Rice.

—En ese tipo de negociaciones no asisten muchas personas, máximo 4 o 5 de cada organización —Comentó Tristán.

—Es verdad — dijo Sage con cierto recelo.

—Bueno, Sage, Manuel, líderes hermanos...

—Yo estaré presente —interrumpió el insoportable de ojos amarillo quemado.

—¡Última vez que me interrumpes! — una vena empezó a palpitar en mi cuello, estaba segura — ¿Cuántas veces te lo tengo que repetir? — Grite enojada.

—Por reglas del trato, porque estoy segura de que nadie quiere — mire a Tristán de reojo — el espécimen aquí presenté — lo señale — tiene que asistir, así que será el asistente o algo así de ustedes— mire a Sage y Manuel que se miraron entre sí — y yo, seremos 4, los demás fuera, Rice está vez te quedas, igual que Leroy — ordene y me levanté.

—Yo quería ir — repuso Leroy.

—Cállate — dijo Rice mientras me observaba — entendido— asintió.

—Continúen ustedes, yo tengo que hablar con las chicas.

Salir de esa sala fue lo más liberador.

Corrí, corrí por todo el pasillo, corrí para salir del edificio, corrí para escapar de mis problemas.

El viento pegaba contra mi cabello, contra mi cara, frío, helado. Mis pulmones empezaron a exigir más oxígeno, mis piernas querían ceder, perdí la noción del tiempo, no sabía cuánto había corrido, tropecé con una raíz y caí al piso llenándome las manos de tierra.

El secreto de Idris y Tristán Donde viven las historias. Descúbrelo ahora