Capítulo 32: Un líder se hace notar.

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Capítulo 32: Un líder se hace notar.

Idris

Abrí los ojos pesadamente, mi cuerpo se sentía extraño, extremadamente extraño, cuando los abrí por completo note que estaba en una habitación oscura, solo se encontraba una luz encima de mí, sentía un dolor agudo, provenía de mi mano derecha, lo seguí e inmediatamente me horrorice, me dieron ganas de llorar o gritar, mi mano estaba quemada hasta la muñeca, la carne viva sobresalía, la sangre corría por mi brazo, estaba atada, tenía una cadena de metal en cada mano, que me mantenían suspendida, podía tocar el suelo, pero no me permitía acostarme, sentarme o moverme mucho, estaba descalza y mi cabello hecho un revoltijo, intenté recordar, pero mis recuerdos quedaban en los gritos y el sonido de armas.

Escuché pasos afuera de la habitación, segundos después la puerta se abrió dejando ver a Vito, impecable.

Sonrió al verme, esa sonrisa me produjo un nudo en la garganta, tomó una silla hasta ponerla frente a mí, se sentó y sonrió una vez más, evaluándome, de pies a cabeza.

Yo no bajé la mira por muy cansada que estuviese, por mucha desventaja que tuviera en ese momento, no se la desvíe, Vito se compuso las mangas del traje y asintió.

—No pensaste que sería tan tonto ¿Verdad? —preguntó con una sonrisa — Cuando dije que un líder reconocía a otro líder lo dije en serio — tomó una pausa — tú pensaste lo mismo.

—Ve al punto — mi garganta estaba seca.

Él miró mi mano.

—Tendrás unas cuantas marcas de por vida en esa mano — lo miré con odio — ¿Sabes por qué me di cuenta de que me metían? — penetró mi mirada — porque solo un líder puede tener la mirada tan penetrante, porque solo un líder es incapaz de bajar la mirada ante nada, porque un líder se hace notar aunque quiera ocultarlo — negó — me di cuenta apenas te vi, demasiada fuerza para ser mujer.

—¿Qué?— soñé como un gato indefenso, me regañé mentalmente por eso.

—La verdad fue inteligente, de saber que la líder era mujer no habría siquiera aceptado la cita— me removí — pero confirma lo que siempre he dicho, las mujeres no sirven para liderar.

—No sabes de lo que hablas.

—¿No? — se levantó para mirarme —mirate — escupió — cometiste el primer error, subestimaste a tu oponente — tenía razón, lo vio en mis ojos — sí, tengo razón, aún no sé qué haré contigo — negó — si no tuviera hijos ya, te elegiría a ti para tenerlos — mi estómago se revolvió de solo pensarlo, asco — saldrían con un carácter increíble, pero después ya no me servirías, después de todo, solo sirven para procrear.

—Haré que te tragues tus palabras — amenace.

Él sonrió y apretó mi mano quemada, el dolor me doblegó físicamente, me retorcí, era un dolor horrible, nublaba mi pensamiento.

—Pobre niña — salió mientras todavía intentaba contener el dolor.

Tenía que salir.

Tenía que buscar a las chicas.

Tenía que buscar a Chris.

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Sage.

—Chris no sé salvará — me informó Manuel conteniendo las lágrimas.

Chris estaba casi sin vida cuando llegamos al campamento, me dolió el alma al separarme de él, de mi hermano.

—No puede ser, él es fuerte — me sentía flojo desde que encontré a Chris.

—La herida es grave— dijo, y de alguna manera ya sabía, pero no me podía permitir aceptarlo — Ya se lo llevaron a la casa y el equipo de emergencia está a una hora.

El secreto de Idris y Tristán Donde viven las historias. Descúbrelo ahora