Capítulo 22: ¿Sage o Manuel?
Idris
Mi corazón siempre estuvo un poco dañado, hasta que llegó él, sin darme cuenta, aunque seguía dañado también seguía latiendo.
Eso era Manuel, la prueba de que mi corazón a pesar de ser un desastre, podía funcionar.
Pero ya no estaba.
Las lágrimas caían por mis mejillas.
Levanté la mirada con cuidado, sin ver la cara de Manuel, no sería capaz.
Podría verla en otros una y otra vez, sin causarme nada, tal vez ligera fascinación o agrado, pero en él no, en mi Manuel no.
Todo por mi culpa.
Estaba claro, tal vez si no hubiese molestado tanto a Sage, él no hubiera hecho esto, tal vez si yo hubiese llegado antes lo hubiese salvado, tal vez si nunca me fuese ido esto nunca habría pasado.
Pero lo hecho, hecho está.
Y no hay nada que pueda cambiar una muerte.
Pero sí que pueda vengarla.
Deje un beso en la pierna de Manuel y me levanté.
Rice ahora me apuntaba a mí, pero estaba tan afectada en ese momento que no me provocó nada, ni diversión.
Levanté la mano poco a poco, el paso la mirada de mi rostro a mi mano, y aproveché ese segundo para quitarle el arma con la otra mano.
Otra lágrima corrió por mi mejilla, él retrocedió dos pasos y yo le apunté.
Mi cuerpo se sentía pensando, débil, muy débil.
Pero había algo extraño con el arma, era muy ligera.
Gire para apuntarle a Sage, que tenía un brazo extendido.
—Idris baja eso— dijo mirándome, y mirando a Rice.
No era tonta, tenía mi cuerpo alineado, para que ninguno de los dos me atacará por la espalda.
Pero no con los otros.
Por suerte no actuaban sin órdenes y Sage no estaba pendiente de eso.
—¿Recuerdas cuando me dijiste que si me pasaba algo, se desataría una guerra donde tal vez tú serías el culpable? — pregunte.
Él tenía la vista fija en mí, pero estaba pendiente de los movimientos de todos.
—Sí— respondió.
Otra lágrima corrió por mi mejilla, en otro momento me habría molestado mostrarme vulnerable, pero en ese no.
—Bueno, para mí, eso es Manuel — o era.
—Idris, lo siento…
—¡Cállate! ¿Cómo que lo sientes? Estás loco.
—Tenías que aprender.
—¿Y no se te pudo ocurrir otra forma? ¿Tenías que matarlo?
Sus ojos estaban llenos de culpa, muy tarde.
—Creeme que no te quería hacer sufrir, eso era lo menos que quería…
—¡Pues no parece!
—Solo quería evitar que tu actitud te llevará a algo peor, como tu muerte.
—¡Es mentira! ¡Hubiese preferido morir yo antes que él!
Mentira, mentira tras mentira, solo quería verme sufrir, demostrar que era mejor.
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El secreto de Idris y Tristán
AcakIdris tiene muchos problemas y cada vez que uno parece ser resuelto otro sale a la luz. Ella es Fuego ardiente y eso parece ser su única constante