Obsesión (1ra parte)

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Lo escolto hasta la casa, Giyuu paso la mayor del tiempo en silencio, dedicándose a la niña con la mirada, con su mente, con el alma... Por otra parte Sanemi sufría internamente por caminar a lo que se suponía era una mujer, cautivante para el, una diosa hermosa regalo del invierno que había tenido la dicha de conocer.

Al estar desconcentrado hasta la medula sin darse cuenta arrugo el papel que llevaba en manos, uno que el "acusado" debia firmar.

- Y-ya que estamos aqui- Hablo el albino entre nervios y esfuerzos por restablecer la hoja- T-tu puedes aceptar la culpa y...

El niñero percibió de que iba el tema, suspiro y entrecerró los ojos mas que decepcionado hastiado de las circunstancias.

- Gracias por acompañarme- Musito débilmente, abrió la entrada e ingreso con la carriola de nena.

¡Plum!

La puerta resonó, lo dejo colgado con la palabra en la boca, un vientecillo producto de la fuerza del cierre hizo que sus cabellos blancos se agitaran.

Detrás del auto deportivo, resalto las figuras de sus ayudante, preocupados por el, uno recogía el papel que voló, otro le acomodaba el peinado y el tercero empezó a masajear sus tensos hombros por el desplante.

- Que mujer tan ruda, se fue de una manea tan fría- La intención del esbirro fue borrarle esa expresión ida, sin alma, de recipiente vacío que hasta daba pena.

- ¡Cállate!- Recobro la fuerza de su voz y sonrió de una forma que perturbaría a cualquiera- Ella es perfecta.

Cuando pronuncio aquello rememoraba el rostro bonito y delicado de Giyuu, su mirada fria, sus labios delgados que invitaban a mirarlos eternamente, su piel pálida que contrastaba con su cabellera oscura, para el es una belleza que empezaba a codiciar.

Ese recuerdo fue su combustible para recuperar esa aura atemorizante que lo caracterizaba, volvió a su auto seguido de los hombrecillos de terno oscuro y aquel trio se percato que volvia ser el mismo jefe déspota y orgulloso ,entre temblores no encontraron mas solución que apoyar lo que Sanemi diga, sin reproche alguno.

- ¡Muy cierto señor, pensamos lo mismo!- Respondieron al unisono.

Desde lo alto de la ventana, Giyuu veía aquel panorama, con la convicción que no seria la comida de ese lobo al firmarle el documento, tenia a la bebé muy pegada a su pecho, ella e sentía muy feliz en ese nido cálido que le ofrecía, no importaba que se tratase de un hombre, lo que valía mas que el oro era ese cariño incondicional que le brindaba, una que debiera nacer de su madre biológica.

El volvió la mirada a ella, beso su pequeña frente y se contagio de su aroma dulce, inocente, creía que si el mundo estaba podrido esa realidad se desvanecía cuando la tenia en sus brazos.

Una conexión se entrelazaba, seria especial y crecería con el tiempo.

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En la época de invierno, el sol era mezquino de su luz y calor; sin embargo las personas no lo extrañaban cuando trabajaban, encendía la calefacción y eso les permitía seguir.

Un joven de cabellera larga, peinado cuidadosamente en una alta coleta, rubia, rebelde, que sonreía de una manera particular, tenia un celular en su diestra y muchas ganas de hablar, porque...

La extrañaba a mares.

Entre murmullos de oficina, aroma a café caliente, sonidos de gente tipeando en la computadora o sacando copias, un hombre muy apuesto se habia tomado el tiempo de hace una corta llamada. Usaba lentes en la oficina, le quedaban mas que bien, a su lado iba otro escritorio donde una mujer cuyo fleco negro cubría su vista, trabajaba en excel pero su atención también estaba compartida con lo que sucedía en aquella conversación de su compañero Rengoku.

- ¿Cómo esta la princesa?- Kyojuro preguntaba ente inquietud y alegría.

Del otro lado de la línea Giyuu se ruborizo, claro que entendía para quien eran aquellas palabras pero no evito sentirse extraño, pego muy ceca el teléfono para que la bebé lo escuchara.

- G-gu- Un dulce balbuceo de Umi fue suficiente para encandilar a su joven padre.

El disfrutaba oir su vocecita infantil aunque no entendiera nada, Uzui iba en su dirección viendo su cara embobada, le tomo una foto y lo reposteo como meme a su whattsap.

Desde su escritorio, recordó que la llamada tenia un final, colgó con la promesa de verlos pronto al terminar su trabajo, Kyojuro giro desde la silla y se dio cuenta de la presencia de su amigo.

- ¿No deberías estar en caja?- Lo increpo mandándolo a su puesto de trabajo con aquella pregunta.

- Ahhh- Tengen ostentaba una vista de aburrimiento- Lo tengo cubierto, coloque un letrero de "no hay sistema"

- Estas rodeado de compañeros varones ¿No es asi?- Parpadeo dos veces y se acomodo los lentes- De otra forma no estarías holgazaneando.

- No escupas al cielo Rengoku- Lo fastidio y le arrebato los anteojos- ¿A quien descubrí llamando a su niñera?

Niñera, era. era...

La tensión por esa palabra se rego como pólvora en la oficina, las mujeres y hasta algunos hombres empezaron a morderse la lengua, otros la mano, odiaban que alguien que no sea ellos este en la casa del chico mas popular del departamento.

En especial una persona, los ojos ámbar del conserje del piso comenzaron a vibrar de horrorosos celos.

- Shhh- Kyojuro pidió discreción, aunque ya era demasiado tarde

Uzui giro y observo por encima el hombro de donde venia esa aura de relámpagos y truenos.

"Clack"

Algo se quebró.

El hombre de cabellos rosas, rompió la escoba que portaba en mano. Salió corriendo y se podía notar unas gotas salinas flotando en el aire.

- Rengoku no quiero asustarte- Retomo la conversación- Es sobre "esa persona" creo que active de nuevo su amor por ti.

El rubio lo capto, si volvía a su vida esta seria de cuadritos, problemática, ya empezaba a dolerle la cabeza.

- No bromees con eso- Kyojuro se levanto y recupero sus anteojos- Este dia no es tan fácil que digamos, estuve recibiendo mensajes de Shinazugawa, todos de odio por haber contratado a Tomioka.

Suspiro con ligera pena y Uzui lo miro con ganas de reír.

- Tranquilo hombre, Sanemi  puede ser un renegón, huraño, tímido y ridículo con las chicas, con aroma a perro, ojos de loco- Dijo levantando las manos con sonrisa despreocupada- Si es mas que eso y aun asi te ha apoyado desde el inicio, todo va estar bien ¡Ya lo veras!

Paseo su brazo izquierdo por detrás de su cuello y aquel apego de fraternidad causo el desmayo de la señorita que iba al lado, una amante del genero yaoi que al verlos asi d e juntos imagino lo que no era. 

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Muchos golpes de gente que necesitaba ingresar al baño de hombres resonaba por minutos, la puerta no se abrió, ignoraba las quejas de esas personas porque iba concentrado en su propio dolor.

- ¿Quién es esa niñera?- El chico de cabellos rosas empezó a desesperarse y desabotono la camiseta verde de su uniforme, la ropa lo sobrecargaba de ansiedad- ¡Quien es maldita sea!

Sus manos se elevaron a la altura de su cabeza y tiro de sus propios cabellos, angustiado, preso de la intriga, según su corazón ese hombre no debía ni podía tener a nadie a su lado que no fuera el.

Portaba en su cuello una cadena delgada bañado en oro, había gastado su sueldo en comprar aquel objeto para atesorar la foto de Kyojuro en el, acaricio su mini retrato y a su vez exploto en ira por la noticia anterior.

- O me quieres o mueres Rengoku- Dicto golpeando el portón del baño, hiriendo asi su mano- ¡Yo Akaza lo firmo con sangre!

Las gotas caían sobre la foto, un pacto que estaba dispuesto a cumplir, porque el deseaba mas que nada tener una historia de amor exitosa con el.

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