Oportunidad

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Antes de agotar sus ultimas energías, Giyuu alcanzo a ver a la pequeña bebe que Uzui llevaba en su espalda, tenia rizos dorados similar al de su progenitor, ojos grandes de dos tonalidades cálidas, una cara muy bonita y tierna, sin duda de grande seria una belleza codiciada.

- N-no hare nada en contra de Rengoku, si eso es todo lo que te interesa déjame en paz- Articulo entre sudores y agitación, pretendiendo salir del paso.

Hasta ese momento, se dio cuenta del enorme error que significaría dañar el prestigio de su padre por dinero, iba a retirarse sin decir palabra alguna, a batallar solo contra la vida de miserias que le aguardaba afuera, pero el destino le diría que esta vez ya podía descansar.

- Tu palabra no me basta, tienes que dejarlo por escrito- Uzui fue muy severo y directo, clásico de su personalidad.

- Lo único que quiero es desaparecer ¿Esta bien?- Giyuu entro en crisis, de esas en la que sientes que la vida te juega en contra, te aprieta y te ahorca- Usted no sabe lo que es estar en mis zapatos, trabajando entre stress y maltratos, endeudado y amenazado con perder las piernas a diario, si algo quisiera de ese tipo- Señalo con el índice al rubio, absolutamente alterado-  Es que me embista nuevamente con su lujoso auto y esta vez no despertar ¡Detesto mi realidad, lo entiendes!

¡Plum!

El equilibrio le fallo, se derrumbo frente a Tengen, quien enmudeció de aquel taciturno discurso, antes de perder la conciencia por completo logro escuchar su voz de protesta.

- "¡Demonios, ni se te ocurra morir aquí o nos lleva la fregada!"-Se acuclillo a su lado y comenzó a sacudirlo - " Maldita sea, ¿Acaso vas a reencarnar luego del atropello?

Justo después del grito exasperante, cerro los ojos, porque su lugar no estaría en las calles bajo las nubes de invierno, volvería a la clínica donde su vida daría un gran giro.

Enseguida, se comunico con recepción y pidió ayuda, mientras el equipo de paramédicos cargaban a Tomioka, Uzui regresaba a la sala de Pediatría, dejando a su amigo dormido en la camioneta.

¡Detesto mi realidad, lo entiendes!

Su vista leia cada piso ascendente dentro del ascensor; sin embargo su cabeza rememoraba las amargas palabras del pelinegro. Reconocía que su egoísmo le hablaba como un pequeño demonio en su oreja izquierda advirtiéndole que lo dejara asi, si el se iba de sus vidas sin levantar denuncia alguna, seria lo mejor para que retornaran a sus tranquilos dias, pero por otro lado un pequeño ángel le indicaba que no, meneando la cabeza, que si ese extraño se cruzo en la vida de Rengoku es porque el tenia la oportunidad de hacer algo por el.

- ¡Por supuesto, eso es!- Exclamo desde el interior del ascensor, las personas se quedaron viéndole.

Una de ellas, le pidió un selfie con la niña, el accedió al tratarse de una bella mujer.

- ¿Es su hija?- Indago la dama, vestida de traje formal, Uzui negó y asintió a la vez, confundiéndola un poco- ¡Es tan hermosa!, yo trabajo en una agencia publicitaria, tome le dejo mi tarjeta, tiene mi numero personal también ¡Llámeme, lindo!

Ella se retiro al abrírsela puerta en el piso 7, el peliplata tenia guardo la información en su bolsillo y giro el canguro para encontrarse cara a cara con la bebe, ella se chupaba la manito, ajena a sus planes.

- Mi pequeña lady, estoy agradecido por las chicas que me consigues, te debo tanto y esta vez tu grandioso tio Uzui hará algo por ti- Expreso con una gran sonrisa, con un tintineo brillante en la mirada rubi.

Su plan iniciaría, para ejecutarse con perfección necesitaría un conejillo de indias y ya había pensado en el cobayo perfecto.

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Un par de horas transcurrieron, el sol se asomaba débilmente por los ventanales de la clínica, el sequito de abogados se dirigía hacia la sala de urgencias, donde Tomioka se encontraba, nuevamente recuperándose.

Dirigiendo el paso, Shinazugawa iba al frente, vestido en terno gris, chaleco y pantalones de lino, camisa blanca, corbata ver sin detalles. Avanzaba con la convicción de hundir a quien sea con tal de salvar a Kyojuro.

Recargado al lado de la puerta que tenia por numero 82, Uzui lo esperaba cruzado de brazos y con una pie flexionado pegado en la pared.

- Fiuu- Silbo y se coloco ahora en la entrada misma impidiendo que Sanemi prosiguiera- Tan apurado señor abogado, tranquilícese que le tengo noticias nuevas.

- No me hace falta, me he informado de quien es el infractor- Declaro con voz seca.- Para mi, es el quien se busco su propio accidente.

-  ¿Eh? Que yo sepa fue Kyojuro quien...- Intento corregirlo y el mas bajo lo acorralo contra la puerta, pegándolo bruscamente, digno de el.

- Para tu información, mi cliente no hizo nada malo, ya tengo el caso ganado ¡Captas!

- Relájate- Ordeno Uzui, bajando las manos que lo sujetaban, sonriendo y a la vez con una vena dilatada, anunciando su poca paciencia- Yo creo que debes revisar tu fuente, empezando no es "el tipo", ¿En verdad eres uno de los abogados mas pagados de la ciudad?

Se burlaba sin reparo alguno, sus manos limpiaban sus propios hombros por el agravio anterior.

- ¿A que juegas?- Sanemi arrugo la frente, si tuviera cejas estas estarían muy juntas del enojo- Se bastante de ese delincuente, estudio educación en la universidad, un fracasado que carga con enormes deudas y actualmente trabaja en un prostíbulo con fachada e bar.

El mas alto, se llevo el índice por debajo del mentón y elevo la mirada, pretendiendo hacerlo dudar.

- No se como le habrá hecho, pero lo que los médicos vieron allá adentro no se trata de un hombre, al contrario es una linda chica de 21 años.

- ¿Qué carajos dices?- El abogado blanqueo la mirada- Ya déjate de tonterías y déjame entrar!

Uzui hizo un ademan de cerrar la boca  y realizo una venia burlesca para dejarlo pasar.

Cuando el peliblanco desplazo la puerta, haciéndola resonar, aquella expresión de furia se desvaneció casi al instante.

Lo que sus grises orbes observaron fue a una persona de agradable aspecto, cabello largo, oscuro como el lomo de un gato de mala suerte, labios nacarados finos y pintados de rosa, una mirada de mar calmado, largas pestañas, aun bajo los parches que tenia en el rostro, no dejaba de verse extremadamente hermosa.

Iba a abrir la boca; sin embargo se decidió por el mutismo, generando un bochorno carmín en su rostro de adulto.  Instintivamente se fijo en su pecho que se veía algo hinchado, se sentía un patán al mismo tiempo por el tropiezo que sus hormonas alocadas provocaron.

Giyuu igualmente guardo sepulcro silencio, solo le dedico una mirada fugaz y se volteo de lado para cubrirse con las sabanas al percatarse de la atrevida mirada.

 ¡Plaf!

La entrada volvió a cerrarse, esta vez fuera Shinazugawa nadaba en ahogados nervios que le quitaron la voz y la estabilidad de sus piernas, se desvaneció en la puerta, parecía que el alma se le escapaba en un ultimo aliento, sus colaboradores se acercaron para ventilarlo y reanimarlo con palmadas suaves en un inicio e intensas al final, detalle que a Uzui le arranco larga risas.

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