Capítulo 22.

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Nicolás admiró la mujer que cocinaba en su casa, y deseó tenerla las veinticuatro horas del día a su lado, pero sabía que sería imposible. Sabía que Mariana no dejaría su carrera de lado para estar con él, y eso le disgustó al principio.

Estaba acostumbrado que sus últimas parejas lo sugiera donde él iba, que nunca imagino tener a la chica lejos, era distinto, demasiado y si quería una relación con las seis veces campeona del mundo, debía amoldarse a su rutina.

Hacerse la idea de no verla tan seguido, ocasiones donde sus horarios no coincidan y soportar una relación a distancia, y todo lo que conlleva. No se quejaba, después de todo era lo que había elegido.

Si le gustaba el durazno, debía aguantarse la pelusa, como le solía decir su madre.

Habló con sus amigos sobre el tema, todos le dieron la razón sobre lo diferente que sería estar con Carrizo.

Tendría que hacerse la idea de que, Mariana era una personalidad destacada en Fórmula uno, un piloto estrella y con un camino aún brillante. Todos la conocían, no era sólo de él.

- Te sale humo de tanto pensar, mon amour.

¿Alguna vez hizo mención de cuánto le gustaba su acento?.

- Me gustaría tenerte todos los días conmigo- le dijo mientras rodeaba su cintura y repartía besos en su hombro desnudo.

- A mi igual, pero debo trabajar.

-¿Por qué no te quedas? Aún falta para el próximo premio.

Una sonrisa apareció en el rostro femenino, Nicolás se ilusionó al creer que había convencido a la chica, pero esa idea fue descartada a los dos segundos.

- Solo tengo unos días antes de volver, lo sabes.

Sonría muy tonto pero tenia un sentimiento de no tener toda la atención de la chica en él.

- Tengo la agenda apretada, y las cosas en Mercedes están tensas.

Se quedó en silencio, acariciando con lentitud la cintura de su chica y pensando en las cosas que estaban sucediendo en su vida.

- No pongas esa cara, prometo hacerme tiempo para venir y estar en un partido- dejó un pequeño beso en la mandíbula del futbolista para seguir cocinando.

En la tarde decidieron salir a pasear, Otamendi se convirtió en guía turístico y le mostró lugares conocidos de Lisboa. Contempló con una sonrisa boba el rostro de su futura novia, sintiéndose la persona más afortunada de haberla conocido.

Las típicas mariposas hicieron presencia en su estómago, como si fuera la primera vez que hablaba con una chica. Las manos le temblaban un poco, y ni hablar de su corazón, que parecía salirse de su pecho.

Terminaron el recorrido en una playa, viendo el atardecer y tomando mates.

Mariana sintió paz, después tanto caos en la pista, lo único que necesitaba era descansar y que mejor forma de hacerlo a lado de Nicolás.

- ¿No esta bonita el atardecer?.

- Hermoso.

Volteó hacia el porteño, dándose cuenta que solo la veía a ella, y no al fenómeno natural. Ignoró el cosquilleo en su estómago, y fingió que no había afectado ninguno de sus sentidos.

- Mar.

-¿Sí?.

Dios, ¿por qué estaba tan nervioso? Ni que fuera a pedirle matrimonio. Soltó un gran suspiró para luego tomar la mano contraria entre las suyas.

-¿Te gustaría ser mi novia?- soltó sin más, esperando la reacción de la chica.

Mariana sonrió, y se tiro a los brazos del futbolista, mientras besaba sus labios con emoción.

- Te estabas tardando, mon amour.

























AL FIN.
Dios, estoy que grito de la emoción. Finalmente entramos a la lover era *suspiró de enamorada*.

HUMAN| Nicolás Otamendi|.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora