Capítulo 18.

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Mónaco, Francia.

- Aun no me pidió ser su novia, solo estamos intentándolo- contó mientras le ofrecía un mate. El mayor miró con algo de duda a su hija, no comprendía como podían tener una relación así, cuando eran notable sus sentimientos-. No me mires así, papi'.

- Es que no logro entender, si tanto se gustan porque no van por lo seguro.

Mariana también pensó lo mismo pero temía a que las cosas no salieran como ellos creían, ¿qué pasa si pierden el interés en el otro? Terminarían una relación que a penas empezaba. Dudaba demasiado, pero era su temor de salir lastimada.

Cuando Nicolás le confesó sus sentimientos, se había sentido la persona más afortunada, no obstante, prefería no ilusionarse, aunque era un poco tarde, y seguir probando, hasta que sea definitivo su relación.

- No quiero terminar desilusionada, después de algunos años, se siente como si fuera todo nuevo- habló sin mirarlo, concentrada en el mate que preparaba para ella.

La pequeña charla fue interrumpida por Charles, los Carrizo miraron al chico con curiosidad. Al notar que había interrumpido una conversación importante, se sonrojó y pidió disculpas.

-¿Están hablando de Otamendi?.

Mariana asintió y dio el primer sorbo a la bebida caliente, sonrió al sentir como quemaba su garganta. Su hermanastro se sentó con ellos, uniéndose a la conversación y a la roda de mates.

- Espero que sean novios pronto, aposté mucha plata por ustedes- comentó haciendo reír a su padrastro.

- Dejen de apostar, no soy entretenimiento de ustedes, vagos.

La indignación era visible en su rostro, no podía creer que sus propios compañeros usaban su situación sentimental para hacer apuestas.

- Ni me mires, el de la idea fue Mick.

Rodó los ojos ante aquella respuesta, y siguieron hablando, atenta a lo decía el chico Ferrari. Por un momento su mente se desconecto, y pensó en Nicolás; recordando lo bien que se sentía al estar a su lado.

Dios, estaba tan enamorada que deseaba caerse de cabeza desde un cerro.

- Mar, te están llamando- la voz de su hermano la atrajo a la realidad.

Al leer el nombre del futbolista en la pantalla, hizo que una sonrisa de tonta apareciera en su rostro, llamando la atención de los hombres. Salió de la cocina mientras atendía y caminó hacia el patio, donde nadie la escucharía.

- Morocha.

Un pequeño escalofrío recorrió por su espalda al oírlo, no podía creer que una simple palabra podía provocar tantas cosas en ella. Se sentó en una de las sillas que tenían ahí, y escuchó lo que decía el futbolista.

Sin percatarse que cuatro hombres la observaban desde la sala, y con cara de pocos amigos, menos Arthur, él estaba encantado sobre la idea de tener un nuevo cuñado.

- A mí me gusta- opinó el menor con una sonrisa-. Se ve feliz con él.

- Aún no te confíes, ¿Mariana sabe que será madrastra?.

Ernesto frunció el ceño, estaba segurisimo que su hija no habrá pensado en ello y no era consiente que Otamendi tenía una familia formada.

- Hablaré con ella.

Siguieron mirando a la chica, parecía muy contenta hablando por el celular que, ni se dio cuenta de los chusma.

Pescale entró a su hogar, encontrándose con sus hijos y pareja mirando hacia la ventana del patio, confundida camino hacia ellos y observó hacia la misma dirección. En cuanto vio a su hija hablando por teléfono, entendió todo.

- Tienen dos segundos para irse de ahí y hacer algo productivo con su vida.

Cuando Mariana miró hacia el interior de la casa, solo encontró a Pascale, la saludo con su mano y siguió hablando.























Buenas, ¿como andan la banda?.
Hoy capítulo cortito pero bueno, el próximo quizás sea más largo.
Si alguno no sabía como imaginarse a Don Ernesto, en mi mente se ve como Diego Peretti.
#datazo.

Bueno nada, disfruten el capítulo.

HUMAN| Nicolás Otamendi|.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora