Capítulo 38

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Las fotografías era una costumbre creada por su abuelo, desde que tenía memoria siempre le alegraba ver las imágenes que guardaba con tanto cariño el mayor. No podría explicar la felicidad que experimentaba su corazón al ver las personas más importantes de su vida.

Solía robar algunas fotos donde aparecía su padre de joven, quería tener esas imágenes con ella y llevarlo a todos lados, para recordarlo. Le encantaba escuchar las anécdotas que había detrás de cada imagen, las escrituras que había detrás de éstas.

Quizás, si no hubiera tenido un buen futuro en Fórmula, se dedicaría a ser fotógrafa o algo relacionado con eso.

Al cumplir dieciocho años su padre decidió regalarle una cámara, que la acompaño por años y con ella logro guardar los mejores recuerdos de su vida.

Al principio tomaba fotos entre su familia, sin animarse a hacerlo con sus amigos. Luego se unieron ellos, cada que la veían con la cámara en mano se emocionaba, y posaban de forma exagerada, casi que la obligaban a sacarle foto todo aquel objeto que tuviera un significado para ellos.

Jules se encargaba de escribir la fecha, el nombre de las personas y el mínimo detalle por detrás de cada foto, nunca se olvidaba de hacerlo. Realmente se tomaba su tiempo, y cuando Mariana no podía sacar fotos, él tomaba su lugar.

La costumbre se volvió tan natural que estar sin la cámara era raro, no estar pendiente de la mínima cosa para congelar en una imagen era extraño. No podría decir cuantas veces se sintió desnuda al no traer el objeto en sus manos.

Se aferro tanto ante aquella pequeña actividad que al morir el francés, perdió el sentido de seguir haciéndolo. ¿Por qué lo haría? Si la razón por la cual le encantaba fotografiar se había ido, la persona que se tomaba el tiempo para escribir el mínimo detalle detrás de cada foto ya no estaba, ¿cuál era el sentido de seguir con aquello?.

Pasó bastante antes de volver a tocar una cámara.

Sus pequeños idiotas fueron lo que retomaron la costumbre, y Mariana sintió que estaba fallando a Jules al abandonar la actividad que tanto amaba. Estaría agradecida eternamente por volver a sacar fotografías, de alguna forma sentía que era una forma de estar conectada a su marido y sentirlo cerca.

- Había olvidado lo rápido que pasó el tiempo- murmuró, admirando su propio rostro de años atrás. Esa niña no era la misma, y no esperaba que sucediera tantas cosas.

Ernesto contempló el rostro nostálgico de su hija, él también estaba pasando por el mismo estado. No lograba comprender como es que el tiempo haya transcurrido con tanta velocidad, y que después de todo siguieran ahí.

Ese día decidieron hurgar los recuerdos del pasado y sacarlos a flote, por más que algunos doliera. Los hermanos Leclerc miraban con atención aquellas imágenes, más que todos los mayores, quienes mantenían una mirada melancólica al recordar tantos buenos momentos.

- Aún me parece raro no ver a Jules sentado escribiendo con tanto esmero las fotos- sonrió, admirando la letra tan prolija que tenia.

Algunas veces solía envidiarle, su letra podría compararse fácilmente con la de un doctor, ni ella misma se entendía cuando escribía por esa razón odiaba hacer cartas o cualquier tipo de regalo que precisará de su caligrafía. En cambio su marido, tenía la habilidad de escribir tan prolijamente, una letra tan bonita que se burlaba de ella.

Minutos después los hermanos quedaron solos en la cocina, admirando las fotografías entre risas y lágrimas.

- Había apostado con Alex que habías desaparecido todas las fotos con Lewis.

Charles le mostró una de las tantas fotografías que guardaba, era el dia que lo presentaron como compañeros en Mercedes. El rostro emocionado de Mariana resaltaba ante todo.

HUMAN| Nicolás Otamendi|.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora