¿Quién es Mahoma?

9. El anuncio del Islam

Antes de continuar, permitidme que os presente un mapa del trayecto del Profeta (que la paz y las bendiciones de Alá sean con él). Difundió el mensaje durante 23 años, desde los 40 hasta los 63. Podemos dividir este periodo en dos partes: 13 años en Meca y 10 años en Medina.

Podemos diferenciar tres etapas en la época de Meca. En la primera, Mahoma (que la paz y las bendiciones de Alá sean con él) extendió su mensaje boca a boca durante tres años. Después, en la segunda etapa lo hizo público tras una declaración junto al Kaaba delante de todos los habitantes de la ciudad. Este período abarcó siete años. En la última etapa extendió sus enseñanzas a todas las tribus de la península arábiga.

También en Medina hubo tres etapas. Pasó los tres primeros años mediando y resolviendo los conflictos sociales, ya que era una figura que se había ganado el respeto de todos. Luego, pasó los siguientes cuatro años enfrentándose a los ataques de las diferentes tribus árabes. Por último, dedicó tres años a la presentación del mensaje al resto del mundo a través de mensajeros mandados a los reyes de la época. Y así fue la organización de Mahoma (que la paz y las bendiciones de Alá sean con él). Es remarcable observar su técnica concienzuda, atenta y precisa con la que compartió el mensaje.

En este capítulo os presento el momento crucial y definitivo en el que el Mensajero (que la paz y las bendiciones de Alá sean con él) hizo extensiva la presentación de su mensaje y pasó de ser una comunicación individual a una manifestación a todo el conjunto de la sociedad.

Hasta este momento el Profeta (que la paz y las bendiciones de Alá sean con él) continuaba transmitiendo sus palabras sin dar un paso más allá, hasta que un verso del Corán le dio una orden: "Advierte a los miembros más allegados de tu tribu. (214)" (Corán: Los poetas/ Al-Shoaraa). Otra vez observamos que la familia está de nuevo en el centro del mensaje. A pesar de que él no se había planteado esta idea, obedeció las órdenes de Alá sin dudarlo. Pero la pregunta es: ¿Cómo lo iba a anunciar? ¡La tarea no era nada fácil!

Después de darle muchas vueltas a cómo llevaría a cabo esta labor, un día se le ocurrió celebrar una comida con toda su familia y una vez reunidos, explicarles sus planes. Se dispuso a enviar noticia de esta reunión y todos aceptaron de buen grado. Preparó un delicioso banquete y los recibió afectuosamente. Se acomodaron para disfrutar de la comida y la compañía. Pasarón un buen rato, incluido el anfitrión, charlando y riéndose de antiguas anécdotas. Durante ese rato, no quiso estropear el ambiente y no sacó el tema que sabría que iba a causarles preocupación. Después de un rato algunos se pusieron cómodos, otros permanecieron sentados y el resto se alejó un poco. El Profeta (que la paz y las bendiciones de Alá sean con él) se dió cuenta que era el momento perfecto.

- Doy gracias a Alá - comenzó a hablar en bajo con la cabeza agachada.

- ¡Detente, Mahoma! -le interrumpió Abu-Lahab claramente disgustado. -Jamás he visto a nadie que trajera a su familia nada peor de lo que tú nos has traído. ¡Cállate de una vez y déjate de estupideces infantiles! -le exigió sin tomar un respiro, dejando al Profeta (que la paz y las bendiciones de Alá sean con él) con la palabra en la boca.

La agresividad con la que fueron pronunciadas estas palabras afectaron al Profeta (que la paz y las bendiciones de Alá sean con él), pero éste decidió no responder ni defenderse por respeto a los mayores de la familia. Todos se quedaron atónitos y nadie osó decir nada. Todos los parientes empezaron a recoger sus cosas y se fueron marchando uno tras otro dando las gracias en susurros. Así de fácil la reunión se dio por concluida. Cuando Mahoma (que la paz y las bendiciones de Alá sean con él) eligió no contradecir a su tío no fue porque quisiera desistir en su empeño de seguir las órdenes de Alá, sino que, como era sabio y prudente, él era consciente de cuándo tenía que callarse.