11 |Toda La Verdad

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Le acariciaba el cabello, deslizaba los nudillos de sus dedos sobre su mejilla erizada, mientras se perdía en sus ojos avellanas, los cuales reflejaban nervios y confusión.

—...Eres perfecta. Eres única, Daniela — le dijo con sus pupilas totalmente dilatadas y sus ojos verdes oliva llenos de deseo.

El corazón de Daniela latía fuertemente dentro de su pecho. Poché no tenía porque decirle esas cosas, no tenía que usar el romanticismo después del sexo. Se suponía que sólo era sexo, placer y deseo, no habían hecho el amor. Ni siquiera se soportaban, no eran amigas, eran como el agua y el aceite. Todos esos pensamientos pasaron por la mente de la castaña, quien la observaba detenidamente mientras Poché le acariciaba el cabello y el rostro, con su mirada penetrante, haciendo que se pierda en los hermosos ojos verde oliva que la estaban volviendo loca; le gustaba Poché, le gustaba demasiado, y eso le asustaba. La asustaba mucho.

—Tengo que irme — susurró saliendo de su trance —. Tengo que irme de aquí — dijo esta vez más fuerte, alejándose de Poché y saliendo rápidamente de la cama. Empezó a vestirse con desesperación; quería salir de ese lugar cuanto antes. Necesitaba estar lejos de Poché, su enemiga y por quien no quería sentir algo más que no sea "odio".

—Espera Dani, yo te llevo — Poché salió de la cama y empezó a buscar algo para ponerse.

—No no, yo me iré sola...

—Pero Daniela, mira la hora que es. Ya es muy tarde para irte sola. No voy a dejar que te vayas sola— le dijo Poché, tratando de acercarse a ella. Pero está se alejó.

—¡Te dije que me voy sola! — le gritó la castaña. Poché dió un paso hacia atrás, con sus manos al frente, tratando de alejarse de ella; no entendía el comportamiento de Daniela, quien se veía un poco alterada —. Lo siento, pero no quiero que me lleves — le dijo un poco más calmada.

—Esta bien. Pero por lo menos deja que Pedro te lleve ¿sí? — Daniela se quedó mirándola, sin dejar de vestirse —. Por favor, así estaré más tranquila sabiendo que no andaras por ahí sola.

—Esta bien — Daniela acepto.

—Gracias — le dijo Poché poniendose rápidamente un camisón color beige — dame un minuto — le dijo antes de salir de la habitación.

Daniela cayó sentada en la cama, dando un suspiro; se sentía presionada, atacada por la dulzura de Poché. Hubiera preferido que ella simplemente la ignorara después del sexo, que le diera la espalda y no le volviera a hablar. Miraba hacia el techo y todo esos pensamientos le llegaban a la mente. Indirectamente la perturbaban y la sacaban de su enfoque, el cual era odiar y despreciar a Poché. Ese era su único escudo para protegerse de los sentimientos de amor que empezaba a sentir por la morena. Sentimientos a los cuales no le quería dar cabida en su mente y mucho menos en su corazón.

—¿Estás lista? — Daniela salió de sus pensamientos al escuchar la voz aguda de la chica que estaba parada en la puerta — Pedro te está esperando abajo..

Daniela se puso de pie y luego le pasó por el lado a Poché, quien la detuvo agarrándola por la mano.

—Me avisas cuando llegues a tu casa ¿Sí?

Daniela asintió con una débil sonrisa y con una mirada fría, para después soltarse de su agarré y bajar rápidamente las escaleras. Poché se acercó a la barrandilla para ver a Daniela bajar, y seguirla con su mirada hasta perderla de vista cuando salió de la casa.

La castaña salió, dejando a una Poché muy confundida; no sabía que pasaba con Daniela. Le parecía tan bipolar y confundida que, también la hacía confundir a ella. Habían pasado toda la tarde juntas, teniendo sexo, comiendo cereal de avena con frutas (decisión de Daniela) y en ocasiones haciendo algunos chistes, para después darse un rico baño juntas y tener sexo debajo de la regadera.

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