13 |Deseo Incontrolable

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—...¿Qué averiguaron? — les preguntó Mechi a Germán y a Juliana quienes acababan de llegar a la casa; tenían horas buscando a Daniela por todo el barrio.

—Nada, mamá. Buscamos por toda la zona y no hay rastro de Daniela — respondió Germán con tristeza.

—¡Oh por Dios! ¿Donde estará mi niña? — sollozó la mujer mayor — . Todo esto es tu culpa — dijo señalando a su hijo.

—¿Mi culpa?...

—¡Sí, tu culpa! — lo enfrentó Mechi —. Estoy segura de que Daniela escuchó todo lo que hablamos. Juliana vió como ella salió llorando de la casa.

—Tranquila mamá, no te alteres — Juliana se acercó a ella —. No te hace bien.

El celular de Germán sonó.

—Permiso, tengo que contestar esta llamada — dijo con su celular en la mano, para alejarse un poco y contestar — ¿Bueno?

Hola mi querido Germán

¿Güero?

El mero mero

¿Qué quieres?, no tengo tiempo para hablar contigo. Estoy muy ocupado.

Entonces me imagino que no te importa tu hija...

¿Tú fuiste quién se llevó a Daniela? — Germán bajo un poco la voz al ver la mirada de su madre sobre él —. Si le haces algo a mi hija...

Shh shh. Tranquilo Germansito. Aquí las órdenes las doy yo... ¿Donde está mi merca?

—Hoy iba a ir a la frontera y por tu culpa tuve que quedarme aquí. No podía irme sin encontrar a mi hija. ¿Por qué no me llamaste antes?

Entonces sal ahora mismo para allá, y mañana yo mismo llevaré a tu hija a casa de tu madre, sana y salva.

Quiero hablar con mi hija. Quiero saber si está bien.

No te preocupes, ella está bien. Durmiendo como la princesita que es... No le haré daño a tu hija, Germán. Pero si no resuelves lo de mi mercancía, me quedaré con ella para siempre  — le dijo el hombre antes de cortar la llamada.

—¡Guero! ¿Alo?... ¡Maldición! — se enojo al no escuchar la otra voz detrás de la línea —. Me tengo que ir — dijo acercándose a su madre.

—Fueron ellos ¿Verdad? — le dijo Mechi.

—Mamá por favor...

—Tus enemigos se llevaron a Daniela... Si le pasa algo a mi nieta, te juro que me olvidaré que eres mi hijo — lo amenazó mientras lo señalaba con el dedo.

—A Daniela no le pasará nada, te lo prometo.

—Eso espero Germán. Eso espero.

—Adios mamá — le dijo él, para después salir de la casa.

Juliana y Chivis abrazaron a Mechi quien lloraba desconsolada.

...

—Listo ya convencí a Germán de que tengo a su hija. Mañana mismo salen en busca de la chamaca — les dijo el güero a sus hombres.

—¿Y qué hacemos con la otra morra?

—Pues me la traen, imbéciles. ¡Ahora salgan de mi vista!

—Si patrón.

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—¿Poché? — Daniela se despertó y no encontró a Poché a su lado — ¡Poché! — gritó mientras se ponía de pie.

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