Capitulo 3: En Busca de Alimento y Refugio

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Capitulo 3: "En Busca de Alimento y Refugio"

Después de alejarme lo más posible de la ubicación de mi nave estrellada, consciente de que mi presencia en este planeta desconocido podría generar incomodidad entre posibles habitantes inteligentes, decidí no investigar entre los restos de chatarra. Dudaba que cualquier cosa útil hubiera sobrevivido al impacto. Sigo maravillado de que mi cuerpo esté en tan buen estado después de la caída. Mis recuerdos siguen siendo un caos, lo que dificultaría responder cualquier pregunta que me hicieran en este momento.

Caminé por el bosque en dirección al árbol más grande que divisé. No fue una caminata larga, pero me llevó casi una hora. Habría llegado más rápido si hubiera corrido, pero me sentía incómodo al moverme, no solo por el dolor del impacto, sino también porque mi cuerpo parecía no encajar correctamente, como si estuviera usando ropa que no me quedaba bien.

Cuando finalmente llegué al árbol, quedé maravillado por su imponente tamaño. Su altura fácilmente superaba los 100 metros, y su tronco tenía al menos 5 metros de circunferencia. Quería tener una vista clara del bosque circundante, así que decidí escalar el árbol, utilizando su vasta estructura como plataforma.

"Vamos a hacer esto", murmuré para mí mismo.

Impulsándome con fuerza desde mis piernas, salté hasta alcanzar unos 3 metros de altura. Luego, usando la fuerza de mis manos y brazos, me aferré a la corteza del árbol. Mis dedos se hundieron en ella como ganchos de acero, asegurando un agarre firme mientras comenzaba a escalar. Al principio, mis movimientos eran torpes e ineficientes, lo cual se sumaba a la incomodidad que sentía.

A medida que me fui acostumbrando a escalar y adquirí más confianza, decidí cambiar mi enfoque. En lugar de subir el árbol como si estuviera ascendiendo una escalera, decidí arriesgarme y acelerar el proceso. Poniendo fuerza en mis piernas y brazos, me preparé mentalmente y me lancé hacia arriba. Era un salto arriesgado, ya que, si cometía un error o no usaba suficiente fuerza, caería. A pesar de que no sentía miedo ante la posibilidad de caer, ya que algo en mí me aseguraba que no corría peligro en esa situación, prefería evitarlo, no tenia deseos de empezar de cero.

De un salto, recorrí más de un metro de altura en el árbol. Extendí mi brazo y volví a clavar los dedos en la corteza. Con un solo punto de apoyo, levanté mi cuerpo y luego hundí los dedos de mi otra mano y las puntas de mis botas. Recuperé los cuatro puntos de apoyo. Repetí este proceso varias veces, ganando confianza en la fuerza que usaba para saltar y volviéndome mucho más rápido.

En menos de medio día, alcance la cima del árbol, desde donde podría obtener una vista completa de mi entorno.

Desde alturas podía ver el bosque en toda su extensión, también podía el lugar donde mi nave se estrelló.

Después de alejarme durante varias horas de la zona del impacto, pude divisar cómo un grupo de camiones se aproximaba a la ubicación y personas armadas comenzaban a rodearla. En ese momento, supe que había tomado la decisión correcta al marcharme, ya que no me habría sentido sociable al enfrentarme a ellos y sus armas.

Decidí ignorar a esas personas armadas, evitando llamarles soldados, ya que a distancia pude notar que vestían de manera diferente. Mi principal preocupación en ese momento era asegurar mi supervivencia, por lo que necesitaba encontrar una fuente de agua y alimento.

Para conseguir comida, la caza era la mejor opción, y la forma más sencilla de encontrar presas era localizando el cuerpo de agua dulce más cercano. Al sur de mi posición, divisé un lago de aguas cristalinas, donde seguramente podría encontrar animales que se acercaran a beber y peces que podría pescar.

Sin dudarlo, salté desde las alturas, sintiendo el viento en mi rostro y el sonido de mi cuerpo atravesando el aire, pero sin sentir temor alguno. Como mencioné antes, caer desde esa altura no me asustaba, mi instinto me decía que no estaba en peligro, y después de haber caído desde la atmósfera del planeta en una nave fuera de control, caer de un árbol no parecía gran cosa.

Aunque no me preocupaba sufrir heridas por el impacto al llegar al suelo, estiré mi mano para agarrarme de la corteza del árbol cuando estuve a pocos metros del suelo, frenando así mi caída. Aunque no me preocupaba por posibles lesiones debido a la caída de la cima del árbol, sabía que habría un estruendo considerable, lo cual atraería la atención de aquellos que se encontraban cerca de los restos de mi nave.

A pesar de la incomodidad que sentía en mi cuerpo, comencé a correr a toda velocidad hacia la ubicación del lago. En ese momento, mi estómago rugía, exigiendo ser alimentado. El hambre era tan fuerte que superaba cualquier incomodidad física.

No me llevó mucho tiempo llegar cuando me esforcé en correr. Una vez en la orilla del lago, me quité la armadura y me deshice de la camisa interior negra, luego salté al agua. No tenía paciencia para esperar a que algún animal se acercara a beber, y con el hambre que sentía, estaba dispuesto a comer cualquier cosa que pudiera atrapar.

En cuanto entré en el agua, sentí como si algo en las profundidades me estuviera observando. Un pez del tamaño de un camión nadó velozmente hacia mí, con la intención de devorarme. Parecía ser el depredador dominante en ese lago, pero si creía que sería su presa, estaba muy equivocado.

Nadé directamente hacia él y, cuando estuve a escasos metros, lo esquivé hábilmente, colocándome en su flanco izquierdo, y le propiné un fuerte golpe. La resistencia del agua debilitó un poco mi golpe, pero aún así tuve suficiente fuerza como para abollar todas las escamas de su lado izquierdo.

El impacto desorientó al pez, que no sabía qué había ocurrido. Nadé rápidamente hacia su cola y la agarré con firmeza. Comencé a girar mientras sujetaba al pez, y cuando la fuerza centrífuga fue lo suficientemente intensa como para crear un remolino, lancé al pez hacia la superficie del agua.

Nadé con rapidez hacia la superficie del agua, sintiendo la urgencia de llenar mis pulmones con aire. Una vez en la superficie, inhalé profundamente, llenando mis pulmones antes de agarrar al pez por la cola y arrastrarlo hacia la orilla del lago. Permanecía inconsciente, sin signos de movimiento mientras lo sacaba del agua.

Al mirar hacia el cielo, observé cómo el sol se sumergía en el horizonte, cediendo su lugar a la luna y las estrellas que comenzaban a iluminar el oscuro firmamento.

"Parece que esta noche voy a comer hasta reventar", pensé para mí mismo. El pez era tan grande que dudaba poder comerlo todo por mi cuenta, pero estaba dispuesto a enfrentar el desafío.

Con determinación, busqué un lugar adecuado cerca de la orilla para preparar mi fuego y cocinar el pez. Encendí las llamas y coloqué al pez sobre el fuego, disfrutando del crepitar de las llamas mientras el aroma de la carne comenzaba a llenar el aire.

A medida que el pez se cocinaba lentamente, aproveché el tiempo para reflexionar sobre mi situación. Había sobrevivido al accidente de la nave, explorado el bosque y ahora me encontraba aquí, preparándome para una abundante cena en este mundo desconocido.

"Ahora que no tengo que preocuparme por la comida, lo mejor sería poner en orden mis pensamientos", reflexioné para mí mismo.

Era el momento de descubrir por qué mis recuerdos eran un caos. ¿Por qué tenía conocimiento de cosas que no recordaba? ¿Por qué algunos conceptos me parecían naturales en un momento y al siguiente me sentía confundido? ¿Y por qué mi cuerpo reaccionaba instintivamente al controlar la nave sin que yo fuera consciente?

Mientras el aroma del pescado impregnaba mi nariz y el crepitar de las brasas llegaba a mis oídos, me senté con las piernas cruzadas frente al fuego. Cerré los ojos y me sumergí en la meditación, dispuesto a explorar y comprender lo que había ocurrido.

El Destino Alterado: Una Nueva HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora