Capítulo 9: La Ruta de la Adrenalina: Misiles, Poderes y Cazador de Bestias

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"¡MISILES!" Grité con todas mis fuerzas, haciendo que todos en el vehículo se sobresaltaran y entraran en un estado de pánico inmediato. La tensión en el aire era palpable, y todos buscaban desesperadamente una salida a esta peligrosa situación.

Yamcha y Tenshinhan, a pesar de su evidente preocupación, intentaron mantener la calma en medio del caos. Pero sus ojos traicionaban su temor interior. Comprendiendo que no podríamos llegar a ninguna parte si nos dejábamos consumir por el pánico, me dirigí a ellos con urgencia: "¡Yamcha, Tenshinhan! ¿Acaso alguno de ustedes conoce alguna técnica que nos permita hacer explotar o desviar estos misiles?"

Mis palabras parecieron tener un efecto tranquilizador, ya que ambos guerreros recuperaron parte de su compostura instantáneamente. No necesitaron más instrucciones, pues sabían que el tiempo apremiaba y debían actuar con rapidez para protegernos a todos. Yamcha subió velozmente las escaleras, seguido de cerca por Tenshinhan, y juntos atravesaron el techo del vehículo con una determinación impresionante. Decidí seguir su ejemplo y me uní a ellos en el techo, sintiendo el viento golpear mi rostro mientras avanzábamos.

Una vez en el techo, presencié una escena absolutamente impactante. Yamcha adoptó su postura característica, aquella que cualquier fan de Dragon Ball reconocería de inmediato. Al lado suyo, Tenshinhan también asumió su posición icónica, lista para enfrentar cualquier amenaza que se avecinara.

"¡Kamee...!" pronunció Yamcha con fuerza, mientras concentraba su energía en sus manos.

"¡Ahhhh...!" exclamó Tenshinhan, dejando que su poder se desbordara a través de sus palmas extendidas.

Mis ojos se fijaron exclusivamente en ellos, desconectándome de todo lo demás: los vehículos que nos perseguían, los misiles que amenazaban con destruirnos en cualquier momento. En ese instante, toda mi atención se centraba en la formidable exhibición de poder de mis compañeros.

Con una acumulación de energía impresionante, Yamcha y Tenshinhan estaban listos para enfrentar los misiles entrantes. Los momentos previos al enfrentamiento se volvieron tensos, como si el tiempo se hubiera detenido en anticipación a la inminente colisión de energías.

Y entonces, sin previo aviso, los dos guerreros lanzaron sus ataques sincronizados. Un poderoso haz de luz, el famoso "Kamehameha", surgió de las manos de Yamcha, irradiando una intensa energía a su paso. Al mismo tiempo, Tenshinhan liberó una ráfaga de energía concentrada, conocida como "Kikoho", disparándola con precisión y determinación hacia los misiles en el aire.

El impacto fue impresionante. Las técnicas de Yamcha y Tenshinhan colisionaron con los misiles de manera precisa y contundente, generando una gran explosion. Los misiles se desintegraron en mil pedazos en el aire, creando una lluvia de escombros incandescentes que caía a nuestro alrededor. Algunos de estos fragmentos alcanzaron a los vehículos perseguidores, causando daños menores como abolladuras. Sin embargo, otros no tuvieron tanta suerte: fragmentos ardientes atravesaron los capós de algunos autos, desencadenando explosiones mortales, mientras que algunos conductores se vieron atrapados en medio de los escombros, perdiendo el control de sus vehículos en una escena caótica de destrucción.

El retroceso del poder de las técnicas hizo que nuestro vehículo se sacudiera violentamente, y en medio de ese caos, Yajirobe perdió momentáneamente el control. Aunque parecería algo insignificante en circunstancias normales, en ese momento resultó ser un contratiempo grave. Perdimos velocidad y nuestros perseguidores no desaprovecharon la oportunidad para acercarse rápidamente. Estábamos a tan solo dos o tres kilómetros de distancia cuando me di cuenta de la situación. Antes de que Yamcha y Tenshinhan pudieran reaccionar, tomé la iniciativa.

Pasé corriendo entre ellos con determinación y, impulsándome con fuerza en mis piernas, salté con destreza hacia el grupo más denso de autos perseguidores. Crucé mis brazos sobre mi rostro, preparándome para el impacto de las balas. Confiaba en mi resistencia, pero no quería arriesgarme a recibir un disparo en alguna parte vulnerable. Las balas comenzaron a impactar en mis brazos, sorprendiendo a los perseguidores que no intentaron esquivarme. Agradecí internamente esa pequeña ventaja.

El Destino Alterado: Una Nueva HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora