Capitulo 13: La Furia de Bulma

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"¡AAAAAHHHH...!"

Un agudo y desgarrador grito de dolor resonó en el campo de entrenamiento subterráneo. Aunque el lugar se suponía insonorizado, aquellos que pasaban cerca de la puerta cerrada aún podían escuchar los gritos que se escapaban.

La fuente de aquellos angustiantes alaridos era Krillin, quien desesperadamente trataba de huir de mí. En cuanto amaneció, me apresuré a buscarlo para cumplir con mi amenaza, y los gritos que resonaban en ese preciso momento eran el resultado de su teatro, un intento desesperado por llamar la atención de cualquiera que pudiera intervenir.

Aquel salón estaba meticulosamente aislado del sonido, y normalmente sería imposible que alguien escuchara lo que ocurría en su interior desde el exterior, a menos que se tratara de una explosión o alguna otra situación que generara un temblor perceptible.

En este momento nos encontrábamos en una arena para combates de alta intensidad, un vasto escenario que abarcaba al menos la misma extensión que una cancha de fútbol. Sus dimensiones imponentes eran testigos de batallas épicas y desafíos que ponían a prueba los límites de los luchadores.

El salón contaba con dos entradas estratégicamente ubicadas. La primera se encontraba en el lado sur, conduciendo hacia el corredor principal. Era el camino de acceso principal que conectaba el mundo exterior con esta imponente arena de entrenamiento. Aquí, los guerreros se preparaban para enfrentarse a pruebas de resistencia, velocidad y habilidad.

La segunda entrada se hallaba en el este, dando paso a un gimnasio completamente equipado y modificado para satisfacer las necesidades de los artistas marciales más avanzados, aquellos que habían alcanzado el dominio del Ki y se habían elevado al reino de los superhumanos.

Las paredes del salón estaban adornadas con murales inspiradores que retrataban a artistas marciales en poses heroicas. Las luces brillantes, colocadas estratégicamente en el techo alto, bañaban la arena con una iluminación intensa y vibrante, resaltando cada movimiento y gesto de las imágenes de las paredes.

En este entorno de desafío y superación, Krillin, con el sudor perlado en su frente, trataba desesperadamente de huir de mí. Desde que amaneció, su destino estaba sellado, y ahora, en medio de esta imponente arena, se enfrentaba a la prueba más difícil de su vida.

Había advertido a Krillin sobre las consecuencias de tirar de mi cola, y aunque no deseaba causarle daño grave, sabía que era necesario hacerle entender la gravedad de sus acciones. Aunque sabía que era mi culpa por haberme tratado de burlar de Bulma, y sabía que era algo infantil el enojarme con él por eso ya que él no sabía cuánto me podría doler el que tiraran de mi cola o lo que podría provocar, pero bueno a veces está bien ser infantil.

Un aura envolvente, cargada de violencia y dominio, emanaba de mi ser, transmitiendo una sensación escalofriante a todos aquellos que lo percibían. Sin duda, esto era lo que más aterrorizaba a Krillin en ese momento.

Sin embargo, mi objetivo no era causarle daño grave. Solo buscaba asustarlo como una forma de venganza por sus acciones. Pero también pensé que sería una oportunidad para ayudarlo en su entrenamiento. Estaba convencido de que cuando alguien es llevado al límite, tanto física como mentalmente, puede sacar a relucir su verdadero potencial. Enfrentarse a alguien más fuerte puede impulsarnos a superar nuestros límites, y eso es precisamente lo que Krillin está experimentando en este momento.

Comparado con Krillin, mi fuerza es superior. Mis instintos y los recuerdos que conservo como Yamato me otorgan una mayor experiencia en combate. Aunque suene arrogante, confío en que puedo aprovechar esa ventaja.

"Comencemos la cacería", murmuré para mí mismo, pero lo suficientemente alto como para que Krillin pudiera escucharme. Observé cómo la desesperación nublaba su rostro, consciente de que estaba a punto de enfrentar un desafío abrumador.

Mis músculos se tensaron mientras me impulsaba hacia adelante, adoptando una postura depredadora. Extendí mi brazo con fuerza en dirección a Krillin, listo para lanzar un golpe poderoso. Sin embargo, en el último momento, ejercí control sobre mi fuerza, permitiendo que Krillin esquivara el ataque con sus habilidades y destreza.

Nuestros movimientos se entrelazaron en un duelo frenético. Cada movimiento calculado, cada golpe evadido o bloqueado, era parte de una danza mortal que se desarrollaba en la arena de combate. Mi objetivo era claro: mantener la suficiente presión sobre Krillin para exigirle que diera lo mejor de sí mismo, pero también estaba dispuesto a guiarlo y ayudarlo a crecer en el proceso.

Sinceramente sentí que la responsabilidad de ser quien se encargara de todos los villanos y problemas de los que Goku y los saiyajin solucionaron en dragon ball seria completamente agotador además de doloroso, ya que si no tuviera cuidado mis amigos podrían morir, así que había pensado en fomentar el crecimiento de todos los guerreros Z. Aunque la acción de Krillin me había enfadado, el me dio la excusa perfecta para hacerlo entrenar conmigo mientras piensa que está en un verdadero peligro.

En mi opinión, el primer aspecto en el que Krillin necesitaba mejorar era su capacidad de evasión. No estoy seguro de si el ya ha entrenado con el maestro Roshi, y no recordaba en qué consistía el entrenamiento que hizo, así que decidí guiarlo para que sea capaz de enfrentarse a enemigos más fuerte que él. Quería que Krillin pudiera esquivarme de manera instintiva, sin depender únicamente de la vista o el oído, sino confiando en el famoso sexto sentido. Tal vez parecía una idea extraña, pero deseaba que desarrollara algo similar al sentido arácnido, obviamente no iba a hacer que una araña radiactiva lo mordiera para eso.

Si lograba esquivar ataques incluso desde su punto ciego, estaría preparado para enfrentar enemigos más poderosos, o al menos resistir lo suficiente para no ser derrotado o eliminado rápidamente.

Es triste decirlo, pero desde la llegada de los saiyajin todos los personajes terrícolas se volvieron básicamente insignificantes. No tenían la capacidad de hacerles frente, habían quedado demasiado atrás en la escala de poder de dragon ball que con cada saga solo crecía de manera exponencial. Incluso Piccolo que era un supernamekiano quedo detrás de los villanos que fueron apareciendo, volviéndose un personaje completamente relegado o al menos así lo vi yo.

Por eso, quería llevar a todos los guerreros Z al límite antes de que aparecieran esos enemigos, y tratar de ayudarlos a superar sus propios límites. Creía que dominar la técnica del kaioken les sería de gran ayuda. No entendía por qué nunca habían aprendido esta técnica en el universo de Dragon Ball. Yamcha, Tenshinhan, Chaoz y Piccolo habían entrenado con el Kaio del Norte, por lo que habría sido lógico que la aprendieran. Suponía que no querían que muchos personajes la dominaran, para que se convirtiera en una de las técnicas emblemáticas de Goku o algo similar, aunque posteriormente apenas si la utilizo después de que apareció el supersaiyajin.

Obvio esta que estoy dejando fuera las películas, ya que se tratan de eventos no canónicos para la trama principal.

Sin embargo, mis pensamientos se vieron interrumpidos por un grito repentino que hizo que mi rostro se crispase. Al estar sumido en mis reflexiones, no fui capaz de detenerme a tiempo y golpeé a Krillin en el estómago, quien, exhausto, no pudo esquivar el golpe. Fue lanzado por el impacto, rebotando en el suelo y rodando varios metros antes de detenerse. Me apresuré a correr hacia él para revisar su estado, pero fui detenido por una irrupción enérgica.

"¡DETENTE AHÍ!" resonó un grito estridente que hizo vibrar mis tímpanos, llenando el campo de entrenamiento. El tono de voz dejaba claro que la persona estaba furiosa. El grito provenía de la puerta sur.

Me giré rápidamente para ver quién era, y solo pude suspirar. Era Bulma, visiblemente enfadada. A su lado, se encontraban Yamcha, Tenshinhan y Chaoz, quienes parecían incómodos ante la situación.

Bulma se acercó a mí con una fuerza abrumadora, dejándome paralizado sin saber qué decir para calmarla. Incluso si intentaba explicar lo sucedido, sonaría como si estuviera poniendo excusas. Además, conocía el carácter fuerte de Bulma y sabía que no podría escapar fácilmente de esta situación.

"¿Crees que es divertido atormentar a un niño?" exclamó Bulma con indignación en su voz, dejándome sin palabras ante su enfado.

El Destino Alterado: Una Nueva HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora