Capítulo 2:Caída de Gran Altura

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Capítulo 2:"Enigma de la Caída Estelar"

Tras salir de la grieta espacial y aparecer frente a un planeta desconocido, el cual desde el espacio se podía observar que tenía un gran océano, lo designé como mi objetivo. A medida que entraba en su atmósfera, me di cuenta de la terrible condición en la que se encontraba mi nave. La estructura vibraba violentamente debido a la fricción generada por el ingreso en la atmósfera del planeta desconocido.

El cristal de la nave se llenaba de grietas y las propiedades aislantes de la nave resultaban inútiles en este momento. El calor interno todavía no se había disipado y en el espacio era imposible que ocurriera. Los controles de la nave eran inestables y, sin importar lo que intentara, no podía recuperar el control. Los motores sobrecargados ya no tenían la fuerza suficiente para reducir mi velocidad de caída.

La situación era desesperante. Con la nave en una condición precaria y sin conocimiento del destino al que me dirigía, me enfrentaba al inminente peligro de estrellarme contra la superficie de este planeta desconocido. La urgencia por encontrar una solución y escapar de este fatal desenlace se apoderó de mí.

Traté de mantener la calma y buscar una forma de aumentar mis posibilidades de supervivencia. Independientemente de si intentaba realizar un aterrizaje de emergencia en el mar o en tierra, el mayor peligro seguía siendo el riesgo de que los motores explotaran debido al impacto.

Mis manos se movieron instintivamente hacia un par de botones de color rojo brillante ubicados en los extremos del tablero de control. No estaba seguro de su función, ya que desconocía la mayoría de los controles de la nave. Sin embargo, algo me decía que estos botones podrían ser la solución al peligro inminente que representaban los motores. Sabía que debía presionarlos al mismo tiempo para que tuvieran efecto.

Controlé mi respiración y, sin dudarlo, los presioné simultáneamente. Escuché el sonido de algún tipo de mecanismo activándose y en la pantalla apareció un mensaje que decía: "Motores expulsados".

Sin los motores en la nave, ya no tenía que preocuparme por una posible explosión al estrellarme. Con mi vida en juego, comencé a evaluar todas las opciones a mi disposición y exprimí al máximo mi cerebro en busca de cualquier cosa que pudiera salvarme.

Mis manos se movieron hacia una palanca ubicada en el lado derecho de mi asiento y la accioné, logrando una ligera reducción en mi velocidad de caída. Luego, presioné un botón rojo en el centro del tablero y de repente una membrana brillante se desplegó alrededor de la nave.

Después de analizar lo sucedido, deduje que había activado los frenos aerodinámicos y un campo de fuerza o energía protectora. Estaba más cerca de asegurar mi supervivencia, pero aún necesitaba encontrar un lugar seguro para estrellarme.

A pesar de haber descartado los motores, sentí una corazonada de que no eran necesarios en esta situación. Tomé la decisión de arriesgarme con la zona boscosa, afortunadamente, mi nave ya estaba cayendo en esa dirección. Sin embargo, estaba en picada, y si me estrellaba en esa posición, recibiría el peor impacto posible.

Sabía que tenía que enderezar la nave, aunque fuera ligeramente. Mis manos se movieron hacia un interruptor, pero dudé antes de accionarlo. Era consciente de que solo tenía una oportunidad y si fallaba, no estaba seguro de cómo terminaría.

En mi mente, comencé una cuenta regresiva mientras monitoreaba los parámetros en la pantalla de la cabina. Cuando llegué a cero, pulsé el interruptor y sentí una pequeña explosión en la parte inferior de la nave. Todo el armazón vibró con fuerza, pero la explosión logró modificar ligeramente el ángulo de caída.

Aunque las circunstancias eran desesperadas, estaba decidido a luchar por mi supervivencia. La combinación de los frenos aerodinámicos, el campo de fuerza y la alteración del ángulo de caída me dieron una pequeña esperanza de que tal vez, solo tal vez, podría salir de esta terrible situación con vida.

Mientras me aferraba con fuerza a mi asiento, cerré los ojos y me mentalicé para el inminente impacto. Había agotado todas las opciones a mi disposición y ahora solo me quedaba confiar en que todo saldría bien. Mi única esperanza era que mi cuerpo fuera lo suficientemente resistente como para sobrevivir al impacto.

En ese momento, una mezcla de miedo y esperanza se apoderó de mí. Las emociones se entrelazaron mientras el tiempo parecía ralentizarse. Mi mente estaba llena de pensamientos y plegarias, rogando que este desesperado intento de supervivencia tuviera éxito.

Con cada fibra de mi ser, me aferré a la esperanza de que todo saldría bien. A pesar de la incertidumbre y el temor que me invadían, también sentía una chispa de valentía y determinación en mi interior. Había llegado hasta aquí, luchado contra todas las adversidades, y no estaba dispuesto a rendirme sin luchar hasta el final.

En medio de la oscuridad y la incertidumbre, confié en que el destino estaría de mi lado. Abracé la fe en que, de alguna manera, encontraría una manera de sobrevivir a este impacto y continuar mi lucha por la supervivencia.

Así, me preparé para el inminente choque, con mi corazón latiendo con fuerza y mi mente lista para afrontar cualquier desafío que se presentara.

El aire rugía a mi alrededor mientras mi nave se precipitaba hacia la superficie del planeta. La velocidad era abrumadora, y cada segundo se sentía como una eternidad. Los árboles y las ramas pasaban rápidamente por las ventanas de la cabina, difuminándose en una mezcla de colores.

De repente, el estruendo ensordecedor llenó mis oídos, acompañado de un temblor que sacudió todo mi cuerpo. La nave golpeó la tierra con una fuerza inimaginable, causando que todo se desequilibrara violentamente.

El impacto fue devastador. La estructura de la nave se deformó y se rompió en pedazos, liberando una nube de escombros y polvo en el aire. La cabina se llenó de un silencio ominoso, roto solo por los crujidos y chasquidos de los restos metálicos que se enfriaban lentamente.

Miré a mi alrededor, aturdido por la destrucción que me rodeaba. La cabina estaba destrozada, y los paneles y equipos estaban dispersos por todas partes. El paisaje exterior también había sufrido las consecuencias del choque, con árboles arrancados de raíz y una vegetación aplastada bajo el peso del desastre.

Dolorido y desorientado, me esforcé por salir de los restos retorcidos de la nave. El suelo temblaba bajo mis pies mientras me alejaba del lugar del impacto. La realidad de mi situación comenzó a hundirse lentamente en mi mente, y una mezcla de miedo y determinación se apoderó de mí.

A pesar de la destrucción y la incertidumbre que me rodeaban, sabía que tenía que mantener la calma y buscar una manera de sobrevivir en este planeta desconocido. Me levanté, sacudí el polvo de mi cuerpo y me adentré en el paisaje accidentado, decidido a enfrentar los desafíos que se presentaran y a encontrar una forma de escapar de este lugar inhóspito.

Salí del cráter con cuidado, palpando mi cuerpo en busca de heridas y agradeciendo que mi resistencia física parecía haberme protegido durante el impacto. Observé los restos destrozados de mi nave, ya no más que una pila de chatarra.

Al contemplar los restos humeantes de mi nave, una profunda gratitud hacia el destino que me había permitido sobrevivir a ese accidente se apoderó de mí. Sin embargo, en ese momento, una imagen fugaz se coló en mi mente: un automóvil deformado, la presencia de policías y paramédicos, y el sonido del llanto. Agité la cabeza para apartar esos recuerdos, aunque eran importantes para mí, sabía que no era el momento de dejarme consumir por ellos.

Con determinación, recorrí cada parte de mi cuerpo, desde los pies hasta la cabeza, asegurándome de que no hubiera heridas graves. Incluso palpé con cuidado mi cola, que se extendía desde mi espalda baja. Luego, me enfoqué en examinar minuciosamente mi armadura de combate, hecha de un material no metálico que evocaba la esencia de los guerreros legendarios.

"¡¿Tengo una cola y qué diablos son los romanos?!" exclamé, confundido y sorprendido por los aspectos inesperados de mi ser. ¿Por qué en un momento tener una cola me pareció natural, pero al siguiente me sentí aterrado? ¿Por qué el término "gladiador romano" pareció algo de sentido común en un instante y luego me resultó extraño?

Estaba aterrado por el hecho de sentirme extrañado de mi propia identidad, y aunque quería profundizar en esto, sabía que no era el mejor momento.

Me di la vuelta alejándome de la escena, no había nada que pudiera o sintiera que debía recuperar de allí.

Con esto di mi primer paso en este nuevo mundo.

El Destino Alterado: Una Nueva HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora